El viento,
de este tiempo enrarecido,
se divierte
jugando
con las cadenas de la hamaca.
El tobogán,
con su panza vacía,
hace rodar,
pendiente abajo,
suavemente, las hojas amarillas.
El sube y baja,
enmudecido,
quieto y aburrido,
espera.
Sin testigos.
Sin permiso
para que todas las risas,
los gritos y las manos
recuperen su sentido.
Sólo puedo,
sin tiempo previsible,
memorizar aquel sonido
de hierros engarzados.
Columpio de los sueños de la infancia.
…sólo resuenan chirridos oxidados,
como el rumor del mar,
murmullo de caracol en los oídos.
Stella Maris Guibaudo
Puerto Rico, Misiones, Argentina
Qué grata sorpresa-le pone un tierno manto a tanta incertidumbre-Gracias, Analía-Que estés bien.-Cariños
ResponderEliminarGracias por tu lectura.
EliminarUn abrazo, también deseo que estés bien
Analía
Tierna y triste fusión de los momentos actuales con los juegos de la niñez.
ResponderEliminarUna hermosa evocación. Gracias.
Gracias por tus apreciaciones, Lina.
EliminarCariños
Analía