jueves, 3 de septiembre de 2020

Juan Manuel Aragón

Los centauros también

Hay cuestiones, motivo de estudio entre los muchachos que se juntan a tomar cerveza en un bar de la costanera. Si los animales tienen alma cuánto de inmenso deberían ser el Cielo, el Infierno y un hipotético Purgatorio para albergar a los trillones de ánimas de trillones de moscas y mosquitos que hubo en el mundo desde el Génesis hasta ahora. O si habrá, como sostenía Atahualpa, un cielo pal buen caballo, otro pal mal caballo, otro para el pashuco, para el nochero, para el del galope corto y el aliento largo que subió a los Andes y se fue al Perú.
No son animales solamente los que ladran, maúllan, relinchan o rebuznan sino también todo bicho que camina, las vacas, los dorados, los sábalos y los pichis. Y también los tigres y los leones, las hienas (Dios nos libre) y las jirafas junto a rinocerontes, cocodrilos e hipopótamos. Además de piojos, pulgas y garrapatas para los cuales también habría que reclamar un Edén similar al cristiano, con la felicidad de pasarse eternamente mirando la perfección de Dios. Oiga, ¿no será medio mucho? Porque la felicidad de un piojo es vivir en la cabeza de un niño, no mirar la perfección de ningún dios, por más uno y trino que fuere. O fuese.
Otra cuestión que se discute en el bar que le digo es saber si es cierto que el derecho de uno termina donde empieza el de los demás, como sostienen los seguidores de Francisco Quesnay, Juan Santiago Rouseau y Francisco María Arouet, conocido como Voltaire, y otros más de esa misma runfla. Quienes tienen una mente esquemática, reclaman que sí, pero los otros retrucan sosteniendo que entonces sería una cuestión de nunca acabar en la China, porque allí donde termina el derecho de uno empieza el del vecino y donde termina el del vecino empieza el del tipo que está más allá, y así millones y millones de chinos hasta volver al punto de partida.
Y se nos va la vida entre los cielos de los animales (¿los imaginarios como los centauros también tienen un Paraíso?) y dilucidar qué se debe hacer para que la gente entienda que no es cierto lo del derecho del vecino porque el Infierno no es el otro.
¡Mozo!, mi cerveza que sea rubia, como siempre.


Juan Manuel Aragón
Santiago del Estero, Argentina

4 comentarios:

  1. ¡Qué diatriba tan graciosa y ocurrente! Sin embargo tiene un fondo que da mucho para pensar.

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  2. Muy bueno Juan Manuel. La verdad es que uno queda pensante... Yo cuando han partido mis mascotas o queridos amados, les digo:sean felices en "su cielo". Segura estoy que hay un cielo para cada uno, donde vivir el sueño. Me encantó. Si bien despierta hilaridad, tiene un fuerte principio de ideas. Gracias a tí por compartir tu texto y a Anita que te publicó. Abrazo a los dos

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