Ritual matutino
Nos hemos convertido
en dioses atrapados
en nuestros propios miedos.
Nuestras heridas
continúan oliendo
a jaguar y ocarina,
atadas a rutinarias cuerdas
de vicio y de desdén.
Las cifras desiguales,
con más ceros que sueños,
nos incluyen a todos:
al crónico indigente, al Papa,
al embrión que se aferra
en el útero de una adolescente,
y al iluso magnate
que ordenó destruir
las torres de Babel.
Tanto fantasma estúpido
transita a nuestro lado,
dejando su locura
y su pétalo mordaz
en la misma estación.
La túnica que estamos arrastrando
es demasiado densa…
Mientras en las iglesias
los ángeles inclinan sus campanas
al ritual matutino,
solariegas cigarras
se mutan en asfalto
y neón plastificado.
Un día somos dioses
inventándolo todo
y otro somos heraldos
avanzando rabiosos
hacia nosotros mismos.
¿Dónde gravita la fe horizontal
de tantas golondrinas?
Del libro de la autora: Vocación
de herida. EUNED 2016
Lucía Alfaro
San José, Costa Rica
Una buena pregunta final y unos preciosos versos.
ResponderEliminarGracias por la palabra que me ha regalado: ocarina; no la conocía y me encanta su sonido.
Gracias por tu lectura, Max. Sabes que ocarina es una palabra usual en la zona Noroeste de Argentina, donde vivo.
EliminarCordiales saludos
Analía