Ruego y promesa
Jesús:
Agua pura y transparente
de tus cielos y tus ríos,
te suplico: deja en mí.
Lava mi alma.
Cicatriza mis heridas.
Baña el árbol de mis penas.
Haz que brote, florecido.
Ponle frutos bienhechores
y nutrientes de esperanza en su
raíz.
En mis brazos doloridos
deja el peso de tu fuente.
Beberé de tu alimento.
Y en el cántaro vacío de mi
pecho,
gota a gota,
poco a poco,
nuevamente,
agua pura y transparente
de tus cielos y tus ríos
como pueda,
juntaré.
A los maestros
Maestros:
Guardianes de un tiempo de
inocencia
durante el tímido despliegue de
las alas.
No sólo alumbran la mente de los
niños
sino que forman para siempre el
alma.
Torbellino de un tiempo que
requiere
de paciencia, de amor, de
tolerancia…
Es el milagro de la acción
docente
en la tierra fértil que entibia
la esperanza.
Siembran semillas que brotan con
el tiempo
y como árboles frondosos se
agigantan.
A su sombra va creciendo la
experiencia
y florece después en la
nostalgia.
Nadie sabe de los desvelos y
pesares,
ni de la entrega generosa y
diaria.
Dios los bendiga, Maestros! Son
ustedes,
rayos de luz en “las noches de
ignorancia”.
Del libro de la
autora: Amaneciendo, Poesías
Julia Burguener
Villa Ocampo, Santa Fe, Argentina
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