lunes, 19 de febrero de 2018

Abel Otto Torre


Carta de amor

  Sabes lo que me cuesta escribirte. Nunca me fue fácil extraer palabra tras palabra alguna parte de mis sentimientos. Siempre quise tener una piedra en el corazón para que nadie, ni yo extraiga su jugo. Quiero y busco que mi sequedad se transforme en una sabana interminable y misteriosa, inescrutable, arenosa e infértil.
  Fueron numerosos los sufrimientos que me transformaron en una página en blanco para defenderme de los rayos del sol, rechazando toda luz y no dejando que se escriba sobre ella ni una palabra, y menos todavía, una que se refiera al amor.
  ¿El amor? ¿Qué sabemos de él? Uno quisiera ser torpe y repetir con ignorancia e impunidad esa palabra, de la cual no conocemos ni remotamente el significado. Nombrarla, letra por letra, sonido por sonido durante cientos de generaciones, ¿ha posibilitado develar su misterio, su oculto significado? No. Estamos malversando el verdadero significado que contiene tanta profundidad, tanta altura inenarrable.
  Amar es un misterio, alcanzable sólo por una revelación que no estoy dispuesto a enfrentar. Entonces siento que no podemos hablar del amor, y más bien, para no internarnos en la oscuridad de ese bosque, sólo para complacerte y satisfacer mi necesidad de comunicarme, diré que sí, te quiero.
  Te quiero. Eso sí puedo decir con honestidad. Te deseo, porque como animal, siento la necesidad de poseer, y entre todas las cosas, poseerte.
  Entonces sí, puedo repetir todas las veces: te quiero. Espero que no midas este sentimiento con tu vara sino con la mía, porque como te quiero a ti, también quiero poseer el espacio, las constelaciones, el cielo y el infierno, la tesis y la antítesis, la mentira y la ominosa verdad desconocida y también la libertad. Y todo aquello que existe fuera de mí que jamás reverberará en mi conciencia y que ningún hombre podrá vislumbrar ni comprender.
  Así es de pequeño y escaso mi modo de desear. Pero no amar. Jamás podremos amar.
  El amor no es una virtud ni una conquista. Es un desprendimiento, y si yo amara, no te querría. Ni desearía cosa alguna. Sería la contemplación y lo contemplado que vive dentro de la colmena del cerebro, con mis pensamientos y mis silencios. Tendría todo, absolutamente todo y por ello no podría discernir sobre el valor del corpúsculo, o esa parte del todo, tu cuerpo, ese cosmos tan fallido y pequeño como el mío, sería eterno, lejano, exiliado de nuestra piel en el vacío, la gloria y la liberación. No seríamos dos. No te querría. Seríamos uno, absolutamente irreconocibles, universales y eternos, desterrados del espacio y del tiempo.
  Por eso, no quiero amar porque no se puede decir amar-nos sin salirnos del universo que somos, y porque todavía somos cosa simple, pequeña, humana, con temor a dios, que para no sentirnos solos procreamos, gozamos, y para no sufrir peleamos por cada pedazo de tierra que pisamos, por cada suspiro que la ambición nos provoca.
  Por eso te quiero, te deseo como un castillo invulnerable, aun cuando sólo esté hablando de la conquista de la libertad de mi propia alma.

08-04-08


Abel Otto Torre
Córdoba, Argentina

2 comentarios:

  1. Estimado…

    Cada mundo es un mundo, no dos.

    He percibido no hace mucho tiempo que el universo, la “vida del Cosmos”, está sostenida por el Dolor. Cada universo personal tiene el suyo. Uno no puede compenetrar al otro para salvarlo, ni con permiso, ni sin.
    El vacío no es la nada. El vacío es el espacio lleno del vacío, de poderosa energía invisible a nuestros ojos . De allí proviene el dolor.

    Aprender esto lleva mucho tiempo. Sobre todo, hay que cultivar el estado de abandono. Dejar la oposición, la confrontación. El arte de aprender comienza cuando no hay rechazos. Romperse la cabeza para entender, impide entender. Querer, no es poder. Hay que querer sin oposición. Querer en silencio. Como sin querer queriendo. La flecha en el aire no hace esfuerzo. Ese es el estado en que hay que ubicar la mente. El principio que la impulsó. O el fin, no lo sabremos nunca: qué somos, para qué estamos… Los dardos vienen contra uno cuando nos oponemos a escuchar; ponemos el cuerpo, y somos heridos. Cuando no se sabe nadar, flotar es más seguro que bracear desesperado. Uno se ahoga porque todo esfuerzo produce el efecto contrario. La sabiduría está en todas partes Me opongo y tengo oposición; me armo para defenderme y la respuesta es una declaración de guerra. Si miras fijo a un perro, ataca. Si no lo miras no sabe qué hacer. Lo vences con la indiferencia. ¿Sabemos hacer esto? Creemos tener la obligación de involucrarnos. Cuestión de honor. Probaciones. ¿Podré salir de ésta?...La aventura de la adrenalina.
    Un día nos damos cuenta que somos nada más que palabras. Con ellas nos comunicamos, apoyamos, aprendemos y enseñamos; hasta se puede influir en la estructura orgánica en otros cuerpos, las otras galaxias que somos. Pero ¿cuáles son los límites? Es la extraña aventura de vivir. La de nacer y no poder esconderse. ¿Quién asume por nosotros los sufrimientos, los extraños desniveles de la suerte? No hay un cristo para cada uno de nosotros ni hubo uno para sí mismo, por lo que sugiero, ya que de palabras y afectos se trata (ya que somos uno), pondría toda mi voluntad y el pensamiento en comprender el pensamiento de cada una de mis células (porque son parte de nuestro yo), y les ordenaría que se comporten armoniosamente, como el resto de los órganos hermanos.

    Seamos dioses, demiurgos organizadores de nuestro pequeño universo personal y demos las órdenes, sin temor, con voluntad y desapego.

    Sé tu cirujano. La voluntad y la esperanza puede todo, y allí, en la encrucijada estará tu Dios, el que hará lo que tú quieras.

    Tao
    25-09-08

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  2. así es, viejito, 10-06-01


    Salimos los días de viento y aprovechamos su empuje para llegar más descansado.
    Pero la verdad, viejos son los trapos (qué originalidad) y las palabras huecas y vacías con las que los políticos y las religiones engañan a los jóvenes y a los otros también.
    Tantas veces escuchamos las arengas mañosas en las tribunas que nos sorprende e indigna que haya tanta gente que los escucha con la boca abierta..., y creen en ellos.
    Nos enseñaron, sin desprecio, que los españoles cambiaban el oro con que se adornaba la población originaria, por espejitos de colores....
    ¿Llevaban los españoles cajones con espejitos de colores y los indígenas tenían oro colgando de sus orejas y narices? Ni lo uno ni lo otro; pura propaganda; jerarquización de la piratería. Lo que hoy llamamos 'picardía criolla,” para justificar los actos de rapiña que endiosaron y aún está enquistada en la cultura latina.

    Tres espejos de los grumetes hicieron más historia y educaron mal, tanto como la verdad irreconocible y desdibujada que hoy conocemos.
    La persistencia del subdesarrollo neuronal por el hambre en buena parte de la población infantil, y por el envenenamiento ideológico que se consume en las escuelas y universidades, hacen que buena parte de la humanidad permanezca lujosamente en un estado "cromagnótico" que parece irreversible.
    Seguimos encerrados, enrejados, en nuestros hogares, cuidados por "brutus" uniformado, por tiranuelos sin educación, por ególatras que superan en malignidad a los criminales que se encierran con urgencia, mientras que el pueblo ama a los tiranos, los aplaude, vocifera a su favor mientras observan cómo se comen los faisanes y les tiran los restos oseos al pueblo haragán, que se contenta con vivir con lo rechupado, digerido y excretado, sin importarles un comino la dignidad, porque de ella jamás se habla, y sin ella no se enseña ni se educa..., solo se obedece.
    Jamás relacionan el ayer con el hoy. Bien se dice, quien no conoce al menos 2500 años de la historia de la humanidad, no puede comprender la realidad que lo rodea.
    Se vive sólo para comer; se educa sólo para acumular. Los valores se cultivan sólo en los espacios donde circula el dólar, el consumo, el griterío en los espectáculos públicos, la masturbación masiva liderada por los íconos paradigmáticos, como los que movilizan la mayor cantidad de público y dan ganancias masivas. La idiotez arribando al paroxismo donde el cerebro reptiliano (1) es lo único que se activa.

    En resumen: una parte importante de la humanidad, se ha impuesto un corralito ante esta impronta quizás irreversible, se ha creado entre nosotros, "futbol, box, etc., para todos y “todas,” y la tinelización de la cultura. ¿Qué nos espera si votamos para que ésta escena se repita al infinito?

    (1) Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y poderosa, por lo tanto, es muy resistente al cambio. Es el impulso por la supervivencia: comer, beber, temperatura corporal, sexo, territorialidad, necesidad de cobijo, protección.
    Nos sitúa en el puro presente, sin pasado y sin futuro, por lo que es incapaz de aprender o anticipar. En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo.



    tao

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