Los Benitos
Aún
no amanecía del todo, cuando los Benitos ya estaban en la caleta de pescadores
esperando la llegada de los botes con su carga de salmones, delicias para
muchos en diferentes países, mientras que en el nuestro su consumo es
poquísimo, comentaba don Chuma pescador que ya no salía a la mar; pero en
cambio organizaba la llegada de los botes y se encargaba de la entrega del
pescado a los diferentes camiones que venían a cargar esta preciada carga.
Mientras
iban llegando los botes a la orilla de la playa, un equipo de personas,
enganchaban la lancha a unas cuerdas que eran tiradas por dos caballos, los
cuales arrastraban por la arena unos cuantos metros hacia una zona protegida de
los oleajes. Allí el equipo de tierra descarga los pescados en mallas, las
cuales eran pesadas, mientras otro grupo las iban encajando una a una hasta
copar la capacidad de la caja y apercharlas en un pallet para que la grúa
horquilla lo suba a los camiones para estibarlos adecuadamente con su propia
gente que espera este verdadero manjar.
Entre
los transportistas estaban los Benitos, que debían cargar su camión con mil
cajas de salmones que recién comenzaban a preparar, debían armarse de
paciencia, mientras los pescadores bajaban su preciada carga de sus lanchas.
Mientras
tanto, Los Benitos y los otros transportistas le daban trabajo a doña Celinda,
quien tenía un kiosco donde vendía el cafecito y los sabrosos sanguchitos de
pernil con salsa verde, palta, tomate, salsa de merken y cebolla a la pluma,
que dejaban contento al más regodeón.
Doña
Celinda tenía unas mesitas y sus respectivas sillas para que sus clientes se
pudieran sentar y servirse el pernil, mirando el mar en medio de un intenso
ventarrón muy frecuente en esta parte de la isla de Chiloé, que se resiste a
permitir que el nuevo día se posesionara definitivamente; pero sin importarles
ninguno de estos pensamientos, los Benitos disfrutaban mirando las piruetas que
las Toninas hacían entre las olas, como saludando a los pescadores y
transportistas que allí se habían juntado, dándoles la bienvenida con sus
saltos y deslizamientos sobre la ola a metros de ellos, como tratando de llamar
la atención de todos los que en esos momentos trabajaban deseosos de terminar
de desembarcar los salmones y que los camiones los llevaran a su destino.
Una
y otra vez la malla bajaba cientos de pescados para que los encajaran y cargaran
en el camión, hasta que finalmente la carga quedó terminada.
Los
Benitos estaban listos para partir, de inmediato activaron el sistema de
refrigeración del camión. Fue en ese instante que Ramón Benito despidiéndose de
todos, dio inicio a su viaje que lo llevaría directamente a la planta de
procesamiento en Purranque, donde don Kiko esperaba los salmones con
desesperación.
En
la Pesquera Fiordos, don Kiko recibía la visita de unos empresarios chinos
interesados por conocer los procesos que desarrollaba la Planta. Don Kiko con
su mejor sonrisa, invitó a los dos representantes chinos a recorrer la Planta,
mientras don Kiko les relataba detalles de la Planta, que simplemente era una
de las más modernas de país y con una capacidad potencial de 114 toneladas anuales
de Salmón y Trucha. Esta planta emplea en la actualidad a más de 550 personas y
cuenta con tres líneas de procesamiento, cada una de ellas para elaborar salmón
eviscerado y sin cabeza y valor agregado para filetes y porciones. La planta
procesa el 100% de la producción de la compañía y su mercado está orientado
principalmente a Japón, Europa y Estados Unidos. Cuenta con certificaciones
internacionales para la exportación de sus productos.
Los
representantes chinos observaban complacidos de ver la alta calidad de
procesamiento en la Planta, que a simple vista, satisface plenamente nuestras
expectativas, comentaba uno de ellos. El proyecto fue íntegramente llevado a
cabo por Fiordos desde sus fases de diseño hasta su puesta en servicio. Para
este proyecto CEUS asumió el desafío de desarrollar las Ingenierías Conceptual,
Básica y de Detalles de las especialidades civil estructural, procesos,
mecánica, eléctrica, clima, refrigeración, automatización y sanitaria, entre
otras. Además, estuvo a cargo de la gestión de proyecto y gestión de la
producción, adquisición del equipamiento, administración de contratos, la
supervisión y control de obras y puesta en marcha de las instalaciones.
El
equipo de profesionales permitió a Los Fiordos contar, en un corto plazo, con
una planta de procesamiento de salmones de clase mundial, adaptable a todos los
requerimientos comerciales y crecimientos futuros de la compañía. Nuestra
moderna Planta, ha permitido a Los Fiordos operar bajo los más altos estándares
de inocuidad alimentaria y afrontar de excelente forma todos los desafíos de
mercado del salmón.
-
Fantástico, fantástico… Repetía una y otra vez el chino a su colega que lo
acompañaba, ya que por fin habían encontrado lo que andaban buscando por el
mundo entero. Don Kiko escuchaba feliz, las expresiones del chino y eso era una
buena señal, una muy buena señal.
Los
chinos continuaron recorriendo hasta el último rincón, dando pie a pensar en el
tipo de negocio que podrían hacer con los chilenos, sin dejar de lado los
últimos estudios de la FAO, como es la incorporación de pescado en la
alimentación de las personas, demostrando un mejoramiento de la calidad de
vida, desatando un aumento en la demanda.
-
Por otro lado, continúa don Kiko, la experiencia en salmones en nuestro país
por su reciente pasado acuícola, tanto en cultivo como alimentación, alcanzando
altos niveles en los mercados mundiales en cuanto a calidad, variedad y
rendimiento, que lo hacen poseedor de un magnífico producto de excepción con
respecto a la producción de alimentos acuícolas.
Don
Kiko se sentía radiante de orgullo por ser el administrador de esta fantástica
planta y estaba seguro, completamente seguro que aquí habría un muy buen
negocio con los chinos.
-
Bueno caballeros, lo que menos puedo hacer, es invitarlos a almorzar al Club de
Purranque, para que cuando regresen a vuestro país, siempre recuerden al
nuestro, como un país acogedor y que con nosotros ustedes pueden hacer muy
buenos negocios… Los chinos aceptan con una sonrisa y subiendo al automóvil de
don Kiko, se trasladan al Club Purranque, donde los esperaba un almuerzo
típicamente criollo.
En
esos precisos momentos, llega el camión de los Benitos a la Planta con los mil
kilos de salmones que los trabajadores procesarán, embalarán y exportarán a los
mejores mercados del mundo, colocando a nuestro país, en muy buen pie.
Del libro del autor: Cuentos al viento. Chile, 2009
Eduardo Ureta Ahumada
Balneario de Algarrobo, Limache, Chile
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