Mis fantasmas
Alguien sigue mis pasos
Acecha a mi espalda.
Se esconde, se agazapa,
espía mis movimientos,
mis pensamientos,
oigo que evita respirar,
no sabe dónde voy.
Me persigue,
espera sorprenderme
No quiero pensar en él,
quizá solo son mis fantasmas
y cuanto menos piense en ellos
tanto menos les temeré.
Que se miran los pies
Decenas de negras
figuras enlutadas,
a cubierto del relente
húmedo de la noche,
pasean sin rumbo
calle abajo,
calle sin dirección.
Solo pasean,
el suelo miran,
sus pies miran,
que indolentes
sin ritmo arrastran
sobre la Nada,
en una procesión inacabada.
Solos tú y yo,
entre la marea humana,
esperamos el camino a tomar.
Esperamos saber
cuándo marchar…
Buscamos nuestro destino
en medio de cientos
de seres tristes
que se miran los pies
al caminar hacia la Nada.
La noche alzó
su guadaña
esperando cazar
nuestra amargura.
Durante todo el tiempo
La luna espiaba,
Intentaba encontrarnos
huyendo, agazapados
en la negrura,
Trataba de alumbrarnos
Con su macilenta claridad
Y nos encontró…
abrazados,
Amándonos
Hasta que amaneció
y la noche regresó
a su guarida.
Una
sonrisa…
Voy a tocarla,
no está,
ha desaparecido
en mi mente adulta.
Sólo era una vieja
locomotora,
sin ruedas,
una bella locomotora
de vivos colores,
locomotora
que mi madre
tiró a la basura
cuando el carro
pasó
por debajo
del balcón
y sonrío,
con una sonrisa
bobalicona,
con una sonrisa
enamorada,
con una sonrisa
impregnada
de recuerdos,
recuerdos infantiles,
recuerdos felices.
Manuel Serrano
Valencia, España
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