Si las cosas del mundo
vinieran con música de fondo
acaso los asuntos serían tan
intensos como en las películas
no lo creemos nosotras susurran
las cosas verdaderas
celosas de su árido protagonismo
como una tetera
que alguien olvida durante un
aburrido desayuno
acaso no habrá una música sutil
de tan secreta
que no podemos oírla en estas
calles una polifonía
que eleva invisible sobre la
ciudad algo escondido
pero que ocupa cada rincón con
sordos ritmos
no será el tiempo casi en blanco
un pentagrama
y hay una mano que escribe en él
sonidos
que traza y emborrona silencios
que intercalados
desaparecen al tomar una moneda
al agacharse para atar el cordón
de los zapatos
si cada mínimo acto descarga
melodías
del tamaño de un microbio
no será la suma de los ruidos
un tema incomprensible
siempre lejos lo oirá esta
hormiga
que cruza el retumbante río de
la taza
si las cosas no tienen colores
porque es la luz quien se los da
no habrá un registro una tácita
combinación
lejana para siempre del oído
manando
manando siempre de las cosas
si la lluvia y el viento una
puerta que se cierra
son un compás y otro una cuchara
que cae
los pasos de alguno por la calle
esa frenada que se escucha lejos
si un acorde el ascensor que
baja
qué enorme escenario los mapas
las regiones las montañas
y el corto callejón y la avenida
tanto como el rasgar el queso
con la mano
y el tocar el timbre en algún
piso
si nada escapa de la única
sinfonía
una que se compone a sí misma a
cada instante
la voz humana es toda el canto
un color que no se toca
una música invisible
quizá sebastian bach la tuvo
en la punta de la lengua
Una voz que creció omitida en
las palabras
lancé mi piedra a lo desconocido
y rompí la ventana del idioma
todo de una vez la herramienta y
el sitio
los árboles los olores el seguro
de vida se entregarán
en esta respiración única
lo que estamos viviendo ahora es
un retroceso
una voz que creció omitida en
las palabras
pierde sus pistas de distancia
entre los matorrales
hay un golpe en la puerta y se
abre la vieja historia
esta ilusión de que todo empieza
siempre
es un exilio donde se encuentra
una figura olvidada
y para un huésped que no se
espera
allí un grano de arena pesa como
una bendición
nos encontramos con el disfrute
como con un desconocido que
tropieza
con nosotros en la calle y sin
pedir disculpas
ni sacudirse la ropa comienza
una conversación
caminamos siempre por la patria
de lo imprevisto
lo posible es una nueva versión
de lo imposible
y la primera vez que alumbró un
sol
el cielo estaba lleno de nada
Luis Benítez
Buenos Aires, Argentina
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