...............................................................A Bertha Bilbao-Richter
...............................................................Luis Tebes
La niña que llegó a la luna
…….No soy una niña cualquiera, pese a que curso normalmente el séptimo grado en la Escuela 7. No soy una alumna 10, aunque suelo entender todo lo que explica la seño. No quiero leer cuentitos dulces de finales felices, con personajes triunfadores, tampoco me gusta esa poesía clásica que nos lee la seño y que la alcahueta de Dani suele recitar de memoria para seguir siendo la chica diez de la clase. Las composiciones sobre el paisaje, sobre mi mejor vecina y sobre “mi perrito bueno” me dan náuseas, como ayer me pasó al mirar la televisión, el noticiero de la cadena internacional, en secuencias vivas de terror tras la caída de una bomba sobre las arenas de Irak. El otro día fue la explosión de un coche-bomba cerca de una escuela y entonces supe que la felicidad es limitada para muchos niños de este planeta. Mientras Dani recita un poema de un tal Federico no sé cuánto y Paquito habla de un cuento de un tal Borges, yo sigo con mi memoria fijada en esos hechos tan terribles que me abstraen de la realidad y viajo, me voy de este presente que me duele, despego y vuelo, de pronto estoy por las nubes, en otro tiempo y un lugar de golpe celeste y con puntitos brillantes, en los que se adivina cierta alegría. Y pienso cuánto vale la paz, en ese sueño-viaje, en medio de las estrellas.
- Cris, vos siempre en la luna, eh —me recrimina la seño.
Entonces simulo que reacciono, hago que vuelvo en mí y digo:
- Ah…sí, seño, es que…
Es que sí, con mucho orgullo, prefiero estar en la luna, ir al espacio como la perrita Laika y ser una astronauta como aquellas mujeres que van en los Discovery. Al fin las mujeres podemos salir de paseo por el espacio, porque antes era el “primer hombre” en el espacio, el primer hombre en esto y en lo otro. Es que pocos se acuerdan de Marie Curie, científica de alto vuelo y de Susana Pepper, gran nadadora, campeona argentina.
Lo digo para mí, mientras mis compañeras hablan de la novela de la tarde que pasan por televisión, prefiero ver Bonanza o La Familia Ingalls, series de tevé viejas, que veía mamá y que aún suele ver. ¿Me estoy yendo por las ramas?
- Cris -dice de golpe la seño- ¿Estás en la Tierra o estás en la luna?
- En la Tierra.
- A ver…¿de qué hablaba Dani…?
- De Federico…
- De Federico hablamos ayer…a ver si bajás a la Tierra, Cris.
Hago un ademán, asiento, continúo la rutina de todos los días y trato de no contradecir a nadie, pero sé que debo prepararme para un escape ecológico, salirme de la zona minada, no estar en la arena movediza del atentado de cada día. Porque también sé que es mejor vivir en la Luna, estar en la luna, loquita, divagando y nada de leer a esos escritores mentecatos, mi lectura será siempre Bradbury y John Batharly, del que estoy leyendo su cuaderno de apuntes, en los que cita a un Obispo del siglo XVII, quien asegura que los lunáticos no admitían la maldad. Pero debo seguir viaje, hacia el futuro.
Por eso estoy preparando mi escafandro y mi traje espacial.
Sebastián Jorgi – Buenos Aires
http://sebastianjorgi.galeon.com
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Si no chocamos contra la razón nunca llegaremos a nada.
Albert Einstein
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miércoles, 6 de febrero de 2008
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