Perplejidades
Aquel anciano que partió en lomo de buey hacia el Norte
Y al cruzar la Gran Muralla, un guardia le pidió que escriba algo,
Y nos legó un sabio libro.
El que sabía y no hablaba y vino del oeste.
El que, debajo de una higuera, sin buscar, encontró.
El que dijo: no la toquen hasta que vuelva, y no regresó jamás.
Uno que sabía de todo, y nos dejó una sonrisa inigualable.
El que pintó la Capilla, ya anciano.
Quien componía ya a los cuatro años, y un réquiem para sí mismo.
Aquél que, sordo, compuso la mayoría de su obra.
Éste, que con sus grabados nos mostró el Cielo y el Infierno.
El que los describió.
Quien sintió el fervor de su ciudad en el alma, y murió lejos de ella.
El que nos dejó sus escritos en valijas, pensiones y mesas de café,
Y el que los recopiló y publicó.
La que entregó su vida por una pasión.
Aquel león herbívoro que se llevó la música en sus oídos.
Uno que ojalá por lo menos nos lleve a la muerte.
Aquel que construye sin destruir,
Ama sin odiar, y sufre sin hablar.
Aquella alma antigua que encontré en mi camino.
El que un dibujo me regaló.
Quien supo irse de una sola vez.
Estos cinco, y quien el Cielo me obsequiara.
Un dióscuro que no deja de sorprenderme.
Un ser que todo lo sabe,
Y calla.
Todos ellos forman parte de las perplejidades cotidianas
Y tejen el hilo de mi vida absorta.
.........................18 de Febrero de 2006
He comenzado…
He comenzado a fatigar tus calles
Nuevamente pueblo asolado.
Con paso cansino recorro tu
Geografía larga y serpenteante,
en la cual los verdugos de ayer
señalaron, inquisidoramente,
rotularon, etiquetaron,
discriminaron, condenaron,
a cuasi-niños, a jóvenes, a viejos, a
hombres y mujeres,
que no pensaban como el poder
uniformado de turno.
Esbirros de los poderosos,
Soplones de los mandamás,
Lacayos del latrocinio, la tortura y la muerte
De la soberbia hecha poder.
Nunca dieron la cara,
No tuvieron el coraje,
Urdían sus sucias labores en la impunidad
Del poder omnímodo y en la oscuridad
De sus guaridas planearon
Los dolores y sus saqueos,
la buena fortuna, sus valijas llenas
y su impunidad.
Varios caminan todavía las polvorientas
Calles de aquel Páramo
Rebelde y hasta reparten invitaciones
Con auspicios oficiales.
Por sus caminos hay mucha sangre,
Por sus manos mucha muerte.
No lo olvidaremos nunca.
José Luis Planas Osorio - Cruz del Eje, provincia de Córdoba
http://www.revistadigitalmacedonio.blogspot.com/
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Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan sólo deseos.
Proverbio chino
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lunes, 8 de octubre de 2007
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