Descubrí, amada mía
en el cénit de tu mirada
cómo revolvías mis sueños,
como lotería de amor,
para ver si te tocaba
mi sonrisa que te haría feliz,
mis caricias que te harían
soñar, cantar, bailar, reír,
mis besos plenos de pasión
que te llevarían al premio mayor:
hijos, familia, el amor de Dios.
Feliz construí un castillo,
con el más hermoso jardín,
como el celestial que el padre dios
tiene preparado para recibirnos
cuando llegue la hora desconocida
de nuestro retorno a casa;
lo cubrí de flores y árboles,
con frutos sagrados, cuya savia,
con ingenio la trocamos en vino,
y otros que con su cuerpo
lo trocamos en pan de vida.
Por eso, te reitero amada mía,
mi amor por ti es eterno,
y te cubro de joyas y vestidos
que modelen tu figura corporal,
y cenicientos zapatos que te llevarán
a caminar por el valle de los sueños,
por eso, sólo mírame y regálame
una sonrisa para hacerlo realidad.
23.08.24
La música
Antes, cuando las cítaras
eran acariciadas
como la madre a un hijo,
las notas musicales
acariciaban el cuerpo
de las odaliscas
y éstas impregnaban
ceremonias sagradas
y nos llevaban a conversar
con el padre Dios.
Así era la música,
un deleite para el paladar el alma,
un pan en momentos de aflicción,
un vaso de agua en las sequías,
un beso de mujer enamorada.
Qué pena, la nueva generación,
ahora prefieren más
la sonajera de tarros
y canciones en idiomas
que ni entienden.
Dios, qué fácil es para el mal
envolvernos con su mentira
y llevarnos por el camino del dolor.
¡Qué pena!
No es tu culpa
Ya lo sé, por favor ya no llores,
entiende, no es tu culpa,
en tu malévola construcción
los humanos inteligentes
celebraron tu nacimiento
brindando con champagne
con su socio, la muerte.
Sí, lo sabemos, somos humanos,
traerás muerte y destrucción,
no es tu culpa, créeme,
doblegados por el dios Dinero
no pudimos ni siquiera evaluar
nuestro grado de idiotez.
Estamos como estamos
porque el bueno,
el que tenía que alzar la voz
no fue capaz de protestar
por el atropello a su derecho.
Te llamaron la bomba atómica,
temible por tu poder,
anda, ven, te esperamos,
la corrupción y la frialdad
de los con corazón podrido
te llevan en su idiotez
a nuestra autodestrucción.
Últimos dos poemas, tomados de la web 'Literatura y algo más'
Ricardo Ponce Castillo
Coquimbo, Chile
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