Paisaje de baldío
Estamos en este raro punto de equilibrio,
como una mata silvestre en un baldío,
bajo el sol, bajo el viento y las lluvias,
y cuando se anuncia un año de langostas;
un año, quién sabe, de meses entrecortados
y de semanas que hacía tiempo no venían.
Pasaron los días, el resabio de los días,
las revoloteadoras polillas y el hedor que
se deslizó lento por debajo de la puerta.
Sufrimos como un remate de algo, una
invasión, un revés del aire, un frío y triste
aturdimiento, que ya dibujan un paisaje
íntimo, un terraplén, un charco, un
cruce, y una melodía que trae nuestras
notas y que quiere decir algo, algo…
Estamos en este raro punto de equilibrio,
como una mata silvestre en un baldío,
bajo el sol, bajo el viento y las lluvias,
y cuando se anuncia un año de langostas;
un año, quién sabe, de meses entrecortados
y de semanas que hacía tiempo no venían.
Pasaron los días, el resabio de los días,
las revoloteadoras polillas y el hedor que
se deslizó lento por debajo de la puerta.
Sufrimos como un remate de algo, una
invasión, un revés del aire, un frío y triste
aturdimiento, que ya dibujan un paisaje
íntimo, un terraplén, un charco, un
cruce, y una melodía que trae nuestras
notas y que quiere decir algo, algo…
Llegan los ceos
Así como un extranjero necio que se
va apropiando
de todo lo que alcanza a ver o a
imaginar,
con esas miradas, entre omnímodas
y lascivas,
y oliendo fuertemente a aire cerrado
y a colonia,
en la mañana entraban a los edificios
y miraban
los altos techos, los portales abiertos,
las alfombras…
Así como un extranjero necio que se
va apropiando
de todo lo que alcanza a ver o a
imaginar,
con esas miradas, entre omnímodas
y lascivas,
y oliendo fuertemente a aire cerrado
y a colonia,
en la mañana entraban a los edificios
y miraban
los altos techos, los portales abiertos,
las alfombras…
Welcome
Los funcionarios nacionales
van a la Embajada
a confesarse, a derramar
cuitas grossas
de familia, furtivamente,
haya sol,
haya granizo, plomo, gas
o nubes
bajas. Van a la Embajada,
Dios,
¡por Dios!, van, van
a la Embajada,
como un agua sucia que
extravió su río,
van historia en remís negro
a la Embajada,
también para este poema
estremecido,
sin tregua ni brillo ni final.
Del poemario
del autor: 23 POEMAS/ La hora de los
zorros, de próxima aparición
Eduardo Dalter
Buenos Aires, Argentina