lunes, 11 de agosto de 2008

Julio Carabelli

Regreso sin gloria

Voy al bar de la esquina como todas las mañanas olvidando que el gallego no abre los domingos y menos si juega River.
Por costumbre empujo la puerta y ésta, para mi sorpresa, cede y me permite pasar entre sillas patas para arriba, elementos de limpieza abandonados y un montón de vidrios rotos que pudieron ser vasos, muchos vasos. Me detengo, ante tantos vidrios rotos me detengo porque de pronto siento que estoy ingresando en un campo en el que se libró una feroz batalla. Veo las botas de un cuerpo tendido y me acerco dejando de lado mi bayoneta y mis prevenciones creyendo que al gallego lo alcanzó la tropa de Rosas sedienta de unitarios, pero no, no es él sino un gaucho que pudo haber sido federal o indeciso, cosa que, con toda esa sangre fuera de lugar, ya no tiene importancia.
Bayoneta en ristre, arremeto contra las mesas y contra todo lo que me impide llegar a mi caballo cuidando, eso sí, de no manchar con sangre mis zapatos.
Vuelvo a casa.
La tropa de Rosas arroja al piso los vasos vacíos y se marcha dejando un hombre apuñalado cuyas botas están a metros de la puerta por la cual acabo de salir, para volver a sentarme frente al televisor junto a mi mujercita, siempre atenta a la pureza de la alfombra.

Cuento publicado en Revista de Cultura Ñ (Buenos Aires)

Julio Carabelli – Buenos Aires-Tucumán, Argentina

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Yo aro en mis lienzos como ellos en sus campos.
Vincent van Gogh

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