jueves, 5 de julio de 2007

Alejandro Schmidt

Necesidad

llega la locura a casa
se pone a coser
a cantar

a mediodía, mi chiquito
le ofrece vino
pescado

mi traje sastre
tu vestido
son para la tarde

la demencia cuidará la casa
los juguetes

para ser felices
-dice, caminando por la plaza,
desnuda entre los árboles-
sólo es necesario:

no sentirse lo más importante del mundo.


Escombros

al ver los escombros
se baja del carro
golpea la puerta
y pregunta
si los puede llevar

un hombre gordo
en malla
le dice que sí
que se los lleve nomás
y el hombre
se alegra

con la pala
raspa el pavimento
mientras el sol
da mucho cielo

un montón de ramas
y una hormiga colorada
quedan contra la vereda

eso no le sirvió
piensa el gordo

entonces descubre
urgentes aporías
sobre la percepción
la utilidad
y la muerte

luego
nuevamente lo ocupa
la construcción de su destino:
paciencia y palabras


Esquina del universo

para plantar un fresno
hicieron un pozo
en la esquina donde está mi casa

pasaron las nubes del verano
los rastros de mayo
y el pozo fue cubriéndose
de sustancias innobles

plástico, grandes huesos
un poco de cemento, latas

estas noches
en que no duermo
oigo
murmullos terribles
silencio, insectos
salir del pozo hacia otra negritud

quizás
esta sea la esquina del universo
y el hueco llegue
hasta el ojo de fuego
de la Tierra

acaso
los muchachos regresando del baile
la vecina y sus bolsas
los obreros en su veloz agobio
arrojen también allí
un azar de reconcentrada materia espiritual

y permanezca yo
insomne todavía
entre una calle y otra del universo

oyendo secretos ruidos
y
los rápidos pasos del amanecer.


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La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristezas que cabe en unas cuantas líneas, pero a veces, así, como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de ese hombre es una luz deslumbrante.
Haroldo Conti

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1 comentario:

  1. Todo lo cotidiano está en la belleza de la palabra escrita.
    Víctor Hugo Tissera

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