viernes, 4 de abril de 2014

Hugo Donvito

Diez centavos

-La pérdida de su vista es irremediable, lo único que puedo hacer por usted y solamente por un tiempo limitado es recetarle anteojos como para que pueda ir por la calle sin llevarse a nadie por delante.
En la mitad de mi vida salgo del oftalmólogo desanimado, desalentado, desmoralizado, desahuciado y todos los des imaginables, deambulo por la ciudad sin ningún des a mi favor. Miro gente que pronto no veré, absorbo los productos de las vidrieras para archivarlos en la memoria. De pronto veo que en una galería de arte se exhiben pinturas en miniatura, asombrado por lo que se puede pintar en la cara de una moneda de un centavo entro a satisfacer la curiosidad, quizás por única vez. Una de las cincuenta obras realizadas en la cara de una moneda de diez centavos me remonta a mi pueblo natal, apenas si alcanzo a ver un paisaje de campo en su círculo de diez y ocho milímetros de diámetro, veo un extenso llano, sembradíos, alambradas, montes y animales pastando. En primer plano un carro cargado con gallinas en jaulones camino a la tranquera. Sobre uno de los postes de la tranquera se ve nítido un nido de hornero con su parejita y la cría. El gaucho que conduce el carro de boina y pañuelo al cuello sostiene las riendas, y aunque está de espaldas el artista tuvo la habilidad de hacer girar el pie para que se le vea una alpargata desflecada, con barro seco en los costados y el dedo gordo asomado por un agujero y su uña ligeramente larga. El carro va por un sendero costeado de sauces, a lo lejos, más allá de la tranquera, un rancho de adobe y junco blanqueado a la cal, a un costado el aljibe y a la sombra de un ombú el horno de barro y una paisana con un pañuelo rojo con flores blancas y amarillas le cubre el cabello entrecano, con la pala de madera saca el pan, uno es de centeno, hasta me parece oler la masa crocante, además, al borde del horno hay tres figazas con semillas de sésamo como las que mi madre solía amasar, una pareja de zorzales picotean las migas que cayeron al suelo, y adentro del rancho un cincuentón sentado en una banqueta de paja estira el brazo derecho tratando de focalizar su mirada con presbicia en la receta de un oculista.


Hugo Donvito. La Reja, Moreno, Buenos Aires, Argentina


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Justifica tus limitaciones y te quedarás con ellas.
Richard Bach
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