martes, 3 de mayo de 2022

Eduardo Dalter

La realidad me escribe 

Hay poemas, Lubio, que es mejor no escribirlos; 
sería como deslizar la lapicera sobre algo ya escrito 
y cuyos signos se fueron arraigando en los años, 
no con vocales, consonantes, sino con aires, voces…; 
estaríamos haciendo una copia, o un intento 
de copia, que nunca podría ser sino un agregado.
La realidad también escribe sus poemas en nosotros
hondamente, como si fuéramos una pizarra o un papel 
repleto de caminos y muelles que se fueron dibujando. 
A menudo, sobre todo cuando me detengo en los tiempos 
(o en sus momentos más vívidos, o entrañables), 
yo los leo y releo, no sin emoción y no sin sorpresa. 


Tesoro caribe 

Güiria, La Salina, Punta Brava, Irapa, 
hundieron en mí un tesoro, que no lo van a encontrar. 
Un tesoro indecible, extraño, o a medio entender. 
Con sus costas, sus bananos y sus aromas de caoba, 
que circulan por las calles donde los libaneses 
tienen sus negocios de quincalla y baratijas. 
Sí, casi sin advertirlo, mientras venía por la calle Vigirima, 
o avanzaba en dirección de la camaronera o del puerto, 
mi vida quedó tocada, habitada, desde aquellos días
en que escuchaba los braceos y bramidos del mar 
desde la cama, con una joven mujer, en aquella lejana
sala, con algún grillo desvelado siempre cerca. 
Como les decía, Güiria, La Salina, Punta Brava, Irapa, 
por si alguna tarde me quedo sin memoria, sin suerte o dormido. 


Macuro 
Poema de las voces 

Si fuego, viento, piedra, 
         odio, amor o agua 
devastaran estas calles, 
desde las costas hasta la última 
          iguana, 
de nada serviría. 
Cada roca, cada hoja, 
          cada luz 
volverían a su sitio,
como ha sido desde siempre. 
          Y ésa es nuestra gloria, 
también nuestra condena. 


Frutas y caracoles 

El cortinado de su sala tenía diminutos 
caracoles de tonos beiges y rojizos, 
calados en un extremo y cosidos, que 
al llegar ella resonaban cual maracas; 

tenía la piel entrañable e indecible, como 
una única fruta del Caribe, que anuncia 
el horario oportuno para que los aires 
den lugar al frenesí ciego y los perfumes; 

la tarde entonces, casi noche, era 
una frágil envoltura que todo lo contenía 
sin quebrarse, y todo, todo lo diario y 
farragoso o pesado, cesaba de existir, 

a la altura de su lengua, que obraba 
como una llave manejada con destreza 
desbordada en el intrincado momento 
en que se debe exigir a pleno para ser; 

su balcón daba hacia la avenida, con 
las costas arboladas divisándose apenas 
entre nieblas; y todo aquello además 
cuyo aroma será de necesaria escritura,

aunque difícil, algo lejano, o imposible…

                                                                    Maracaibo, 1982 


Del poemario del autor: Semeruco. De Güiria a Maracaibo 
Eduardo Dalter 
Buenos Aires, Argentina 

4 comentarios:

  1. La realidad nos escribe a todos desde que aprendió a escribir; y desde que nosotros aprendimos a escribir, sin darnos cuenta, rememoramos sus sentencias.
    "Nihil novum sul sole", escribió, pero todo aquello que nos agita, no puede evitar ser exterior; ¡qué más da sino es la primera!; la primavera se repite y siempre es un hermoso y renovado poema. Gracias señor Dalter, me han transportado sus poesías.

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  2. Gracias por sus palabras, Luzbel. Va mi más cordial saludo. 🌿 Eduardo Dalter

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  3. En la espléndida escritura de Eduardo Dalter siempre nos sorprende su forma de decir, sus imágenes tan vívidas y esos giros inesperados que estimulan nuestra imaginación. Abrazos, Analía. Todo mi afecto, Eduardo.

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  4. Lina, Lúzbel:
    Muchas gracias por vuestra lectura.
    Cordiales saludos

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