Emboscada
En cuanto la vi, supe que estaba muerta.
Cuando nuestros ojos se cruzaron sentí un extraño escalofrío pero sacudí mi temor y avancé entre el gentío.
Era imposible que ella supiera de mí.
Caminó hacia la estación de trenes y sentí que el momento había llegado. Apreté el cuchillo y apuré la marcha. Cruzó el molinete del otro lado de los rieles y se perdió en la esquina. Corrí.
Al doblar la esquina me detuve con sorpresa y terror. Con una sonrisa sardónica y una luz cruel en la mirada me observaba por encima del caño de la pistola.
Cuando comenzó a mover el dedo en el gatillo supe que mi corazonada era cierta.
Yo ya estaba muerta.
Magia
“Ahora sacaré un conejo” dijo el mago tocando la galera con su varita mágica pero no salió ninguno. Como quería saber lo que ocurría se metió dentro de ella. Desde aquel día, un conejo recorre el mundo sacando magos de una galera.
Nocturno de pasión
El dramaturgo sonríe. La mirada verde y chispeante de la pelirroja lo ha seguido durante toda la actuación y él intuye la invitación que es tan vieja como el mundo.
Sospecha que su desfachatada elegancia ha hecho lo suyo. Es audaz y se sabe atractivo.
Camina hacia su camarín divertido y ansioso. Tiene la certeza de que en un rato ella gemirá en sus brazos.
Despierta atormentado por un frío espantoso. Algo lacera sus entrañas. Las sábanas están viscosas. Prende la luz y las ve teñidas de rojo.
Imagina el último acto de alguna de sus tragedias.
La pelirroja ya no está en escena.
Brujas
Era tarde cuando encontré a Leticia. Es una buena mujer pero no me simpatiza demasiado. Las personas que hablan de más me ponen de mal humor. Con infinita paciencia soporté durante un rato su interminable lista de desdichas. Me parecieron de lo más intrascendentes. Le pedí que se apurara pues temía llegar tarde a una reunión con mis colegas pero eso no le hizo mella. Siguió su perorata hasta que me sacó de las casillas con su afirmación de que las culpables de todos sus males son las brujas. “Seguramente alguien me hizo un trabajito” dijo convencida. “Voy a consultar con un parapsicólogo que me recomendaron”. La miré de tal modo que ella se asustó. “¿No crees en las brujas?” preguntó. No le respondí. Ella insistió de manera descarada. “¿Crees o no?”. Me vi obligada a contestarle “Según la sabiduría popular, que las hay, las hay”. Ella se puso a reír. Logré zafar y fui corriendo a mi casa, me cambié de vestido, busqué mi sombrero y me dirigí a la pieza trasera. Saqué mi escoba y fui a reunirme con mis colegas que charlaban animadamente en la copa de los álamos.
Microrrelatos tomados del blog del escritor, pertenecientes al libro “Tío Elías y otros cuentos” (2006), seleccionado para el Concurso Literario Nacional del CFI del año 2004
Antonio Cruz – Santiago del Estero
http://antoniocruz-poetaynarrador.blogspot.com/
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Vivimos en una época peligrosa. El hombre domina la naturaleza antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo.
Albert Schweitzer
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miércoles, 11 de junio de 2008
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Fantásticos. "Brujas" es una verdadera perlita. Gracias
ResponderEliminarAlicia Perrig
Gracias Alicia, buenos microrrelatos, buen giro final tiene Brujas.
ResponderEliminarUn abrazo
Analía