sábado, 11 de octubre de 2025

Editorial


con voz propia Nº 145 

Revista literaria 

Octubre 2025 

Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 




Cuando ya nada nuevo sorprende, cuando cada paso y gesto nos parece repetido, cerebro y corazón se adormecen en una rutina insípida y hueca. Sin embargo, qué extraordinaria energía nos inunda cuando, por fin, regresa la curiosidad, el afán por saber. 
María Oruña 


25 

Llegó con tres heridas: 
la del amor, 
la de la muerte, 
la de la vida. 

Con tres heridas viene: 
la de la vida, 
la del amor, 
la de la muerte. 

Con tres heridas yo: 
la de la vida, 
la de la muerte, 
la del amor. 


38 

Atraviesa la calle, 
dicen que todo el barrio 
y yo digo que nadie. 
Pero escuchando, ansiando, 
oigo en su mismo centro 
el alma de tus pasos, 
y me parece un sueño 
que, sobre el empedrado, 
alza tu pie su íntimo 
sonido descansado. 

Miguel Hernández 
España, 1910-1942 
De: Cancionero y romancero de ausencias 




Para cuando la razón entiende lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas.
Carlos Ruiz Zafón 



Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275
Propietaria: Analía Pascaner
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



Sólo le quedó una ligerísima tristeza, una melancolía que empañaba levemente todo lo que hacía y vivía. 
Tabea Bach


Autores publicados


Aléjate silenciosamente de la gente que te desgasta. 
Albert Camus 

con voz propia Nº 145 
Revista literaria 
Octubre 2025 

Autores publicados en esta edición

Manuel Serrano 

Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia:
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner

César Bisso

Última huella

¿Es posible ir más allá, 
tocar el vacío después del horizonte? 

Miro hacia atrás. 
Desempolvo la última huella 
que ya no existe. 

Lo deseado es acertijo. 


Oráculo 

Casandra nunca predijo 
que los hombres por venir 
seguirían librando batallas absurdas, 
consumiéndose entre ruinas, 
victoriosos de la peor derrota: 
la ausencia del otro. 


Señales 

¿Puedo padecer el dolor de otros 
o sólo es mi dolor sin otros? 

¿Para qué sirven los estambres 
en una flor marchita? 

¿Alcanza con saciar el hambre 
de la manada? 


Altura 

Nadie conoce la altura de sí mismo. 
La historia es un río oscuro
y sin orillas 
donde flota el luto de los siglos. 

Quiero salir de la tiniebla: 
ser viento 
marea 
espuma 
aguas que nada ocultan. 


Reparo 

La vasta naturaleza 
arropa 
en desmadejado verdor 
una bocanada de aire, 
redonda, enmudecida, 
que tenuemente remedia 
las llagas 
de un tiempo malherido. 


Adagio a la vid

Cuenta un viejo adagio: 
quien maldice la uva 
antes de ser estrujada 
seguramente provendrá 
un vino de excelencia. 

¿De maldecir la tempestad 
calmará algún licor la intuición? 

Cruel desatino de hechicero. 


Mansa valentía 

Sueña 
el guerrero esotérico, 
dispuesto a matar 
o morir 
por un destino borrascoso. 

Ya despierto, 
entre flechas de fuego 
prefiere concebir 
la templanza del agua. 


Poemas pertenecientes al libro del autor: El susurro que tañe. Cartografías Ediciones – Ediciones la yunta, 2025 
César Bisso 
Nació en Santa Fe. Reside en Buenos Aires, Argentina

Verdades hay muchas, mi anfitrión. Cada hombre, cada camino y cada corazón albergan la suya propia.
Juan Gómez-Jurado

María Pugliese


a contrapelo 
cabalgamos llanuras 
desiertos estepas 
cima y sima 
nos elegimos viento 
flameamos entre mástiles 
proas y popas 
enaltecimos al agua 
y aplacamos al polvo 

por las terrazas y los terraplenes 
por los sinuosos senderos de las villas 
a la hora de la siesta 
escandalizamos el meneo de las hamacas 
y los barriletes 
con alas de gaviotas 
y temblor de palomas en celo 

fuimos viento 
herederos
del miedo a las catástrofes 
fuimos giro torbellino ímpetu 
trashumancia 

                 *   *   * 

a un costado 
sin referentes 
de adelante o atrás 
avanzo hacia un costado?
acompaso un trayecto 
con los que exhiben bajo cielo 
los gestos obscenos de la intimidad? 

abierto y acechante permanece
lo que no se puede cerrar 
-soliloquio entre las multitudes-
a un costado 

cuál es el centro? y el sendero?
cómo retroceder 
con quienes se esconden de la luz 
y tejen caravanas de sombras? 

a un costado y arriba 
la intemperie 
a un costado y abajo 
desidia y abandono 
                       y las alas? 
                       los alientos? 
                       las puertas? 
                       y las llaves? 

el sueño es un costado 
de árbol de edificio
de banco en las estaciones terminales 
           en las anchas esperas de los aeropuertos 
           en los bordes de plaza 
           en los pasillos de los hospitales 
el alimento es un costado de pie o sentado 
el sustento es un costado de desechos
el amor es un costado a solas 
el agua es el bálsamo de todos los costados 
que invade mi costado
y no alcanza 
para aliviar tanto dolor 
de tantos 

              *   *   *  

si no fuera por las aspas del molino 
y la cola de barrilete 
         que exige más y más alturas 
si no fuera por el balanceo de las ramas 
que acunan el regreso de las palomas 
         al nido primogénito 
si no fuera por las hojas secas 
         en círculos a ras del suelo 

si no fuera por el ángel cautivo de la piedra 
y su piadosa vigilia debajo de la lluvia 
ni por la resolana esquiva de las nubes 
ni por las mejillas que en un simple roce 
retoman el diálogo de las pieles 

si no fuera por lo sepultado en la indiferencia 
                        en la mentira
                        en los encierros 
y sus cenizas 

ni por los picos de pájaros que libran semillas 
ni por el cuerpo de la tristeza 
                        trashumante en lágrimas 
si no fuera por estos pies descalzos 
trenzados a mi falda  
ni por el agua en pugna con las olas 
ni por las velas agazapadas a los mástiles 
ni por los foques agazapados a los mástiles 
ni por las veletas hastiadas de horizontes 

del viento 
                    qué sería del viento 


Poemas del libro de la autora: El silencio de los corales. Poemario inédito, 2024 
María Pugliese 
Muñiz, Buenos Aires, Argentina

Lo que está completo no puede comprender a lo que está desgarrado hasta que no esté, también, hecho jirones. 
Jennifer Rosner

Luis Alberto Taborda

Alabanza de la olla 

            para la dueña de la olla 

Alabada sea la olla 
pues en su canto
cabe el de todos nosotros 
en este medio mundo proletario 

Cuando baila en el fuego 
al compás del primer hervor 
su aliento nutricio 
enardece las sangres 

Somos sus hijos 
después de todo somos 
                     sus hijos 
porque ella es la madre 
de la furia del fulgor 
del pescado los tallarines 
el ponche la mazamorra 
o el guiso carrero 

Cuando nos vamos 
/ y no siempre nos vamos 
de la mejor forma o manera / 
qué remota queda la olla 
qué frío es el mundo 
más allá de los elementos 
que la concitan 
Más allá del recinto de la cocina 
donde los astros giran 
alrededor de la receta fragante 

En las manos sabias 
para el aderezo 
en la mirada lacrimógena 
que piensa mitad en la cebolla 
mitad en el hijo que anda lejos 
yo encuentro todos los arcanos 

Celebro poder decir estas cosas
si las callara mi poesía 
no tendría sentido 

Viva la olla de los entremeses! 
La sacrosanta olla de la ropa sucia! 
Viva la olla de mis cuarenta! 
Viva la olla de mis cincuenta! 
Y la que llega sin remilgos
como el perro fiel de la casa 
para que en ella sopemos a la vida 


Syrah 

              para Juan Arturo Barboza 

En la bandera de su sombra 
se cobija un dios aterciopelado y dadivoso. 

Su piel tiene reminiscencias
de la fragancia de la noche 
en que Cristo lo probó por última vez. 

Nosotros lo resucitamos ahora 
como sedientos apóstoles bebedores 
que pretenden elevar un cauce 
-entre la razón y el delirio- 
para la eterna victoria del hombre y del cosmos. 


Luis Alberto Taborda 
Tinogasta, Catamarca, Argentina 

Yo sabía que los años, buenos o malos, nunca regresan. Simplemente pasan. 
César Vidal

Manuel Serrano

Día de verano 

-Voy sacando el coche. 
-Bájate algo. 
-Ahora. 
-Siempre ahora. 
-No tardes. 
Marisa recogió la nevera con el postre que había preparado su marido. A su suegra le encantaba el flan de huevo que hacía su “nene”. A ella le daba asco. Ya tenía la esterilla de la playa, las toallas y los potingues para el sol. No podía faltar el aftersun, o como se escriba… las chanclas, las putas chanclas para no clavarse los pedruscos de la mierda del campo. “La casita de campo”, decía su suegra. Una finca con una casa hecha de retazos, una balsa de riego y millones de moscas. Ella le llamaba “Villa Flay”. 
-Ringo. Ven. -Y apareció el chucho. Un perro mestizo que su marido decía “de pura raza estrit dog”. Bastante viejo. Cada flatulencia del animal destrozaba el olfato. Y si lo soltaba en el coche… 
Parecía un estibador cuando salió del ascensor con el perro y todos los trastos. 
Por fin llegó a la salida del garaje. Dejó las cosas en el suelo y el perro empezó a ladrar. Quizá esperaba que saliera su dueño. 
Pasaron diez minutos sin que apareciera. Diez minutos interminables a pleno sol. Le llamó al móvil y le saltó la vocecita con “…no se encuentra disponible…”. Recordó que dentro no había cobertura. El sol estaba alto y hacía muchísimo calor. Una mosca se le posó en la nariz y la espantó de un manotazo. El perro, aburrido soltó una meada olorosa a sus pies. 
Cuando llevaba media hora de espera, sin poder moverse, ya harta de la situación, se colgó el bolso con su toalla, ató el perro a la nevera, paró un taxi y se fue a la playa. 
-Otro día iremos a ver a tu madre, querido -le dijo sin palabras mientras el perro ladraba con furia al quedarse solo y ella apagaba el móvil. 


Manuel Serrano 
Valencia, España

Todo había empezado a cambiar. Y todo cambio interior modifica sus exteriores. 
Cristina Fallarás

Xenia Mora Rucabado

Verso jardinero 

Porqué me adornas y me nombras 
Con el prodigio de tu verso jardinero, 
Con paisajes de barcos y sueños inconclusos 
Lluvias de alamedas y silencios de escarcha. 
Decime el porqué de tu intención escondida 
Al contornear la palabra cuando el sol está en reposo, 
Si inventas aromas de tinta a distancia 
difuminas nostalgia de noches solitarias. 

Acaso escuchas mis latidos y pausas 
Con mirar húmedo de gotas cristalinas 
Esta noche en plenitud me deshojaré cual rosa 
Con el frío del desdén seré herida. 

No me has reconocido todavía … 
Ah no me prives del sol de tu mirada 
Toma mi mano y no la sueltes 
Me conocen todas las canciones de la lluvia, 
No me dejes palidecer como la luna. 

                                                    18-09-2023 

Cruz 

Cuando las acequias 
engullen la palabra 
sus bocas hambrientas 
no calman 
las milenarias ausencias 
que hacen llorar los charcos. 
Llevo una cruz oculta 
desafiando un paradigma 
con mi bandera al viento. 
Ahora son muchos 
y abren heridas en mis ideas 
y sangra incertidumbre. 
Tengo un poema escondido 
aúllan los pájaros, 
las bestias cantan 
mis pesadillas. 
Patean mi herida 
con sonrisas de afecto. 
Y salpican esquirlas 
en mis ojos de sueños. 
En un descuido 
partieron mi vida. 
Soy la subversiva. 


Infinito 

Espejos infinitos
reflejan una constelación 
de miradas que hablan. 

Alfombramos el cielo 
de pétalos de versos, 
entre silencios y brisas 
que van y vienen. 

Nos vestimos de luces 
que iluminan mi universo de ti 
Quedan musicales ecos 
de venas que arden. 

La médula lunar del tiempo 
deja los sueños acurrucados 
que titilan y perfuman el infinito. 


Poema visceral 

Desde adentro 
miran mis ojos 
en derrame visceral. 

Día tras día 
golpeo puertas 
busco manos 
encuentro garras 
que lucran con mi sangre. 

Suplico, aúllo, rasguño 
siento paredes de acero. 

Mi voz maniatada 
cae al eco del abismo. 

Cuando retiran
el respirador de la esperanza 
tapian puertas y ventanas. 

Y sólo muros de azulejos
gritan dolor a nadie
y brazos extendidos 
imploran a fantasmas 
con delantales ensangrentados. 


Poemas tomados del blog de la autora 
Xenia Mora Rucabado 
Mendoza, Argentina 

La vida no merece que uno se preocupe tanto. 
Marie Curie

Jorge Curinao

Abandono 

Un perro 
cruza el puente 
a las tres de la mañana. 
El último gesto de la noche pide huesos. 


Bajo nieve 

Un rumor de pasos, sólo voces reunidas en la lluvia. 
Galope inmóvil que aún retumba 
como sombra de los días por venir. 


Cruz del sur 

Entro en mi cama 
como quien espera 
ser rescatado de este mundo. 


Fotografía 

Río 
que te vuelves mar 
devuélveme el silencio. 

Lo triste de mi vida 
es demasiado para tanta vida. 


Dos primeros poemas pertenecen al libro del autor: Plegarias del humo (2009). Los otros poemas, tomados del blog del autor. 
Jorge Curinao 
Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina 

El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo. 
Fénelon

María Neder

Fuga 

Este vuelo es sin escalas. 
Cada naipe es pronunciación del viajero
con la vista esquiva en el pozo, 
derivaciones de un suceso 
y la reconstrucción de azares. 

Este vuelo es sin escalas. 
Interrumpir la partida será igual 
a una fuga sin clave, 
la orfandad sublime, 
el ascenso y la caída 
                              - y viceversa. 

Interrumpir el juego es lo vano: 
comprar títulos de honor, 
el reincidente intento de cambiar 
de colegio 
de ciudad 
de cuerpo. 


Vértigo uno 

Aumento de luz 
no es deslumbramiento, 
ni reflejo de un espejo contra 
el sudor de tu mirada, 
sino la jugada del vértigo 
ese no creer no puede ser 
esa figura esa reina 
sobre la mesa. 

En este juego no hay cartas marcadas, 
hay un rapto del otro. 
El escarabajo con alas monta al elefante, 
pronuncia un retroceso engañoso 
y después el disparo. 

Antes de trasponer el umbral 
deberías alisar algún movimiento espontáneo,
llevar el cuerpo como si pudieras, 
ejercitar también 
una máscara de cera. 


Hacer silencio 

Si reiteras el gesto, la palabra, 
secreto que delata la disparidad, 
confesión        ese naufragio de ser 
la pulsión del encordado 
             (Ana Foutel cuando juega en el piano 
              y su silencio es alzar 
              los brazos en abrazo con el aire) 

si volvieras a pronunciar la clave de fa 
ausente en este pentagrama 
donde vociferan las apuestas 
           (timbales manos picantes 
            tres ojos bizcos percusión 
            la mordedura de tu lengua) 

deberás poner sordina, 
tapar tu presencia enteramente 
debajo aún más de un lienzo, 
poner sordina. Hacer silencio. 

El aire es el lugar 
donde los garabatos de tu mano 
escriben la arquitectura de otra ciudad 
tan imposible como borgeana.


Poemas tomados del sitio web de la autora, del libro: Heridas de póker. Poesía. Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2012 
María Neder 
Nació en Buenos Aires. Vive de manera alterna entre Salta y Buenos Aires, Argentina

Se quedó con todo el tiempo para sí mismo.
Luis Sepúlveda

Ronald Bonilla Carvajal

Hablando del pecado 

Mi pecado es haber nacido indefenso. 

Y haber proferido un grito de libertad 
cuando me alzaron del tobillo. 

Mi pecado es y será 
amar siempre 
de casi toda forma posible tu mirada, 
quizás porque condensa 
la beatitud de todos los pecados. 

Poema del libro del autor: Herida de agua, de pronta publicación en Editorial de la Universidad Nacional. Poema finalista al VII Premio Iberoamericano Pilar Fernández Labrador de Salamanca, España 


Otoñero 

Ya no quiero ser más otoño, 
año a año, 
más otoño, 
no más hojas desprendidas de mi alero 
al camino, 
del camino a la pendiente,
adonde bajan hojarascas al río 
de la muerte. 
Ya no quiero ser más otoño 
y que el viento remueva mis alas 
en las sombrillas tristes del recuerdo. 
Solo un transeúnte lento
en pos de las esquinas de los versos. 
Solo un andariego roto 
velando por los sueños de la alforja. 
Solo un álabe cansino 
regresando a la puerta de tus besos. 
Solo eso, 
en este otoño. 

Nota del autor: Improvisación para el otoño desde mi estación de lluvias 


Improvisación virtual 

y es que de pronto dejo 
esta carne esta sangre en el tintero de siempre
estos huesos almacenados en la locura 
de un desván 
pulso teclas y teclas 
y me diluyo en la noche 
soy un poeta más en el silencio 
y me acompañan miles de versos entusiastas
al otro lado del espacio 
donde el aire es solo la quiniela 
de saberse compartido
sombras y sombras         fotografías
que nos develan sin importar la edad 
y de pronto es virtual la noche que silba 
detrás de la ventana 
y se deshace la planta que dejaste
en la maceta de tu cuarto de huéspedes 
donde al fin he viajado con mi sed de quimeras 
con libros nuevos y un teclado caprichoso 
sin abanico sin vino 
mientras la montaña afuera también desaparece 
y solo deja un murmullo virtual 
de azahares 
que a veces me golpea la puerta 
pero no: 
es tu voz que me llama
a compartir la alcoba principal 
que se hace niebla 
como todo lo que imaginamos 
entre versos. 

Nota del autor: Improvisación para los poetas virtuales. Sin puntuación sin mayúsculas solo dos puntos solos entre la pantalla que también se diluye 
23-10-2015 


Últimos dos poemas tomados de La revista CR 
Ronald Bonilla Carvajal 
San José de Costa Rica

No puedes evitar que la vida te hiera, pero puedes llevar tus heridas con orgullo. 
Mikel Santiago

Perla Chirino


La nostalgia se mueve como mariposa entre las flores. Ella navega por lugares color sepia y de mucho verde, rojos, amarillos, violetas… son los colores de las flores. También por rostros, palabras, gestos, voces, susurros. Amados en otros tiempos y en el presente también, ya que jamás fueron borrados de su memoria. 
Están ahí, perdurando, se visten de todos los colores del arco iris, porque así los vivió, de colores. Fue blanca la camisa que lucía en ese baile de carnaval. Verdes sus ojos pícaros, graciosas sus mentirillas esparcidas en una conversación casi amarilla. Dulces sus besos azules, tiernas sus caricias color piel. Y todo él, como un colibrí que se tiñe de azul, de verde, de rojo, de amarillo… para conquistar, cortejar, mientras el insecto que vuela alrededor de ellos, se asienta en la memoria para afirmar que el amor nace y está ahí, dónde, cuándo y cómo quiere. Se ancló a su vida y quedará prendido a sus sueños de todos colores… como la mariposa. 
Delira con el vuelo circular de esa candelilla un poco azul, casi verde, casi roja… que le trae melodías en corcheas, fusas y blancas para hacerla bailar. Gira con los valses vieneses, con los boleros de paso corto y abrazo de sentirse uno… ¡Así los bailó antaño! Tenían el brillo de los fuegos artificiales de la Navidad, color plata como la luna y dorado como el sol. Fue hasta la orilla del río y lo sintió llorar en sus plafplaf al chocar con las piedras… El río, color azucena, cálido y musical la invitó a bañarse en él… Ella accedió y con su corta estatura se recostó en el agua mansa. Luego el río le susurró un secreto: “Él volverá, está volviendo… prepara tus brazos para abrazarlo en azul, prepara tus labios para besarlo en color miel… Prepara tus manos para darle caricias color rosa… que él nunca tuvo esos colores ni a nadie que lo ame así”. 
Ella se quedó esperando mucho tiempo… hasta que llegó la mariposa casi azul, casi verde, casi violeta y remontándola en su vuelo la llevó tan lejos que otra vez el río se puso a llorar. 


Perla Chirino 
La Rioja, Argentina

Diferencias… eternas diferencias planeadas por Dios para una sola familia, para que siempre haya color; angustia, quizá, pero color en el día gris. 
E. M. Forster

Alicia Balista

Con ojos doloridos 
“Cuando me 
 van quedando espacios 
zarpo por un 
 océano que dibujo en 
el cuarto” 
Mae Roque 

Enredada por viscosos pensamientos
trato de asirme a tu dulce locura 

mis manos resbalan por tus olas uniformes 
caigo en el vacío de la razón 

ambas miradas atrapadas en grises nubes 
             (agobia el silencio) 

los espacios emigran del cuarto 
la fría mañana persigue lágrimas 

transita el amor por esquinas de ausentes espacios 
           -ambiciona paraíso- 

rasguña   paredes   techos 
          busca la inmensidad perdida 

se precipita al abismo azul  
         -océano dibujado- 

zarpa mi barco de estrellas  
         (tejen anhelado camino) 

el alba revolotea  

        te espero 

              con ojos doloridos hasta el infinito 

2do. Premio X Concurso de Poesías y II de Cuentos Cortos “Carlos Castellán” 2006. Resolución Nº 657/06 - Consejo Deliberante Mercedes – Corrientes, Argentina 


Anclado reclamo 
“son más tristes 
 los muelles cuando 
atracan” 
Pablo Neruda 

La casa   madera y hojalata  cimbrea 
           su cíclope ventana 
                 desgarra cortinas

jirones vuelan trepan naufragan 
           sobre remolinos de arena 

zozobran olas contra los muelles 
        espumas de pañuelos atracan 
               -infinitas veces- 

tejen redes secretas 
              -de otras vidas- 

emergen esperanzas de sueños primitivos 
            -breves mensajeras- 

amanece el dolor de los siglos 
           -sobre océanos de hombres- 
sin voces   sin palabras   sin silencios 

se despierta la casa 
           delicioso aroma salino 
     -inmóvil  silenciosa  complacida  resignada- 

como anclada a la espera 
           reclama agobiado dolor

       ¿en qué ola sin nombre navega este poema? 

1er. Premio Año 2009, SADE Sec. Surbonaerense Delegación San Vicente. Buenos Aires, Argentina 


Alicia Balista 
Villa Adelina, Buenos Aires, Argentina 

Cuando una persona no siente interés por nada, es difícil ofrecerle un poco de luz. 
María Oruña

Leo Lobos

Buscando luces en la ciudad luz 

A Paz Carvajal y a la tan necesaria Paz para este mundo y el otro 

Busca que busca 
la luz de la palabra cruzando 
ríos y lagos 
mares y montañas internándose en 
ciudades laberintos actuales bosques
sumergidos desde Santiago a Boston desde 
Nueva York a París, París, París y en este 
bosque blanco que, otra cosa, la misma cosa 
la veo parada ahí 
en la calle 
pensando quizás en el eco 
de las aguas entre la multitud y los autos veloces 
buscando la luz, buscando las luces de una piel 
que nadie podrá herir 
mientras perdidos transeúntes 
le preguntan 
por dónde 
por qué camino 
por qué lugar 
se entra se sale del espejo 
donde a ratos logran escuchar a un triste Lewis Carroll 
llorar por una niña llamada Alicia 
atrapada por 
él 
en 
una 
historia 
paradojal 

   Marnay-sur-Seine, Francia, 2002 


Tres mujeres, un piano, un gato y una tormenta 

Es difícil ser un pájaro 
y volar contra la tormenta sobre 
la cicatriz de la Tierra 
mejor es como un gato estar 
siempre atento a las brasas
cerca de la chimenea
y escuchar 
siempre atento escuchar 
a tres lenguas diferentes hablar 
un idioma a la vez fascinante
a la vez misterioso y conocido 
oír e ir en su música
en sus luces y propias 
y universales sombras 
fotografiar 
por tan solo un segundo 
fotografiar con la mirada sus perfiles 
de ser posible 
flotar 
dentro 
de la sala 
como 
un pájaro 
en
la 
tormenta 


Poemas de: Nieve y otros poemas, libro en el cual el autor reúne una selección de textos escritos en diez años 
Leo Lobos 
Santiago, Chile 

Uno no puede pasarse la vida luchando contra el resto del mundo; no hay amor que aguante eso. 
Anne Jacobs

Santiago Risso

Evolución 

todas las páginas 
de mi destino 
fueron dibujadas 
en los cómics rupestres 
que observo 
en el libro de historia 
natural 
la edición es de 1967 
año que me recuerda 
mi primer llanto 
y aquellas páginas 
amarillentas
ahora 
me dicen 
como un llanto raudo 
y cíclico 
que mi destino 
reposa en el azul 
cobijo 
de un siguiente llanto 
esta vez seco 
y de páginas 
pulverizadas


Inestabilidad 

todo lo que toco 
en la vida 
está en constante nacimiento 
o fenece 
al levantarse 
insurrecto el sol 
derritiendo 
el calor de la hoguera 
me sujeto a tierra 
y las erosiones
difuminadas 
son usuales parroquianas 
en la guantera 
del Timón 
de mi existencia


Interrogante antropológica 
A Dalter, 
Mi Poeta del Gran Buenos Aires. 
¿De qué es capaz el hombre? 
Interrogante antropológica que se plantea Kundera 

Preocupación cíclica que suda la rosa 

Una vez más el trigo sacude su piel dorada 
El arco-iris tornasol entorna su mirada azul
¿Y qué ve? 
Interrogante antropológica que se plantea Kundera 
¿De qué es capaz el hombre? 

Una vez rosa]     [Una vez más, rosa el hombre 
¿De qué es capaz el hombre? 
Una          vez             más 


Último poema, del libro del autor: Cuesta. Lima, 1999 
Poemas tomados de la página http://www.antoniomiranda.com.br/ 
Santiago Risso 
Lima, Perú

El interés es algo circunstancial. Lo que interesa en un tiempo deja de interesar en otro. 
Esteban Navarro

Norma Dus

Fernandito 

El día era gris, lloviznaba y el viento azotaba los árboles. La gente caminaba apurada y encapuchada en sus preocupaciones. Nadie lo veía, nadie lo percibía. 
Él se acurrucaba en el escalón de un viejo portón en desuso. Con sus ropas gastadas y mínimas, trataba de guarecerse. La barba mal recortada y el pelo apenas rasurado daban el aspecto de un cuidado exiguo. Sentado abrazando a sus piernas, cubría sus manos deformadas, laceradas. 
Me acerqué sigiloso, para conversar. En realidad para tratar de ayudarlo, viendo que su mirada era perdida y sombría, pero no agresiva, solo temerosa. 
-¿Cómo te llamás? 
Me miró asustado y balbuceó algo que no entendí. 
-¿Cómo te llamás, amigo? 
-Fernandito -dijo, mirando por el rabillo del ojo. 
-¿De dónde sos? 
-De Canela -receloso, trató de decir en voz muy baja. 
Su fonética, mezcla de brasilero y español, era poco entendible. Tenía un acento que dejaba deducir que era extranjero. 
-Quiero ayudarte -le dije con pausa y demostrándole confianza. 
Tímido me extendió una mano, de dedos en gancho y con señales de golpes. Una sonrisa ínfima se deslizó en sus labios agrietados. Seguramente pensó que le daría unas monedas o algo para comer. 
Tuve dudas, después de mi acercamiento, sobre qué hacer con ese ser indefenso, aterido y maltratado. Pensé en llevarlo a la Policía Federal, pero ellos solo lo arrestarían. Pensé en Defensa Civil, pero ellos lo pondrían en un refugio para los sin techo. No era la solución que yo pretendía. 
Mientras, en nuestro diálogo, ya más fluido y seguro, me aclaró que era argentino. No recordaba su apellido ni su edad. Solamente que se llamaba Fernando. No tenía identificación alguna y no sabía cómo había llegado a Brasil. 
De pronto tuve una intuición, llevarlo al Consulado. Suponía que allí se encargarían con responsabilidad, de averiguar quién era y qué hacía en esas circunstancias. 
Igualmente, caminaríamos hasta la Policía del Estado Civil. Sin documentos ni individualización alguna, fuimos hasta la calle Freixas 455. Procuraría que le dieran un baño y ropa limpia. Él estuvo de acuerdo. Con dificultad, se incorporó y tembloroso comenzó a dar sus pasos. 
Quien nos recibió comenzó a interrogarnos. Nos dio las indicaciones del caso. Me informó que hasta entonces era un NN… Fernando quedaría allí para una investigación más profunda. Debí ir a buscarlo a la mañana siguiente. 
¡Cuál no sería mi sorpresa, cuando supe que había una historia inconclusa! 
Fernando tenía 29 años. Su legajo había sido abierto hacía 14 años atrás, en la lejana ciudad de Chos Malal (En lengua mapuche: Corral Amarillo), en la Patagonia argentina. Y esa causa permanecía en custodia, sin solución. 
Aquel día Fernando jugaba al fútbol en un potrero del barrio. Tres personas miraban a través del alambrado. En un momento, una de ellas llamó “al rubiecito de pelos enrulados”. 
Con preguntas sobre el partido y las reglas del juego, llevaron a Fernando hasta el portón de entrada. Sin dar tiempo a resistirse lo abrazaron y subieron a la combi estacionada, pero con el motor encendido. 
El revuelo fue infernal y el momento ínfimo. No hubo lugar a reacción y Fernando se perdía en el final de la avenida y del tiempo. 
En esos años se supo de varias desapariciones en la zona. Robo de niñas para la prostitución, se buscaban niños bien alimentados para el tráfico de órganos, preadolescentes para el trabajo esclavo. Se investigaban los cafetales colombianos, los algodonales en el Chaco, los prostíbulos en Bolivia y en Paraguay, las cosechas de plátanos y abacaxis* en Brasil. 
Y hasta allá había llegado Fernandito… Años de insolación y sed. Espaldas encorvadas, manos heridas y deformadas por cachos y espinas. Picaduras de arañas habían dejado sus secuelas… 

*Abacaxis: nombre que se le da al ananá en Brasil. 

Del libro de la autora: El camino de libra 
Norma Dus
Poeta de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina 


El tiempo pasa más lento para los que padecen, y la angustia y el sufrimiento marcan la piel con signos definitivos. 
Eduardo Saccheri