Era de noche, estábamos en un predio al aire libre mi prima, un amigo de ella y yo. Y debíamos llegar a una fiesta que transcurría a unos doscientos metros más allá. En un momento ella acciona algo y comenzamos a elevarnos, sobrevolamos varios metros y descendemos luego en el hall del salón donde se hacía la fiesta. Mesas con manteles y adornos delicados, vajillas elegantes. Muchos invitados. Familiares que me saludaban con alegría. Yo sorprendida por la herramienta tecnológica que había usado mi prima, simplemente con apretar un botón de algún control remoto muy imperceptible, que ni siquiera había visto. Quizá guardado en su cartera. Rara sensación de ese sobrevuelo corporal, sin caminata alguna, solo traslado de cuerpos estáticos. Para descender, recuerdo, me tomaron de la mano y sentí su presión hasta que tocamos suelo. Allí estábamos, listos para disfrutar de mi boda.
Mirna Capetinich
Resistencia, Chaco, Argentina
¡Qué bueno! Un vuelo cortito aunque prometedor de ensueños y alegría. Abrazos múltiples.
ResponderEliminarGracias Lina.
EliminarMi abrazo
Analía
¡Gracias, Lina, por tu lectura e impresión!
EliminarAbrazos para vos también.
Movimiento del recuerdo que espera la boda ausente.
ResponderEliminarMuy buen vuelo.
Gracias por tu lectura, Gloria.
EliminarSaludos
Analía
Gracias, Gloria, por tu impresión. Abrazos.
EliminarMirna