En esta playa mágica
Ya desde el primer instante
Mis ojos se sosegaron
Favorecidos del destino
Que con su jugueteo celeste
Grababa dentro de mí
La llama refrescante
De un mundo de indecible resplandor.
Y al cavar en la arena rubísima
Con el cuerpo tostado por el sol
Una cara blanca comida de sal
Me sonrió de repente
Las paletadas de sudor que había vertido
Me recompensaron con generosidad.
Y un poco más allá las gaviotas
Abandonadas a su despreocupación
Aleteando sobre los vellones blanquísimos
De las olas
Trazaban con esmero como pintores admirables
Con sus graznidos
La rara belleza artística del paisaje.
Así también ahora
Al abrir la mirada al infinito
En la azulísima bóveda del cielo
Que lleva el amarillo dorado del sol
Clavado en el pecho
Caen desde el árbol de mi alma
Como hojas verdes
Un lago lleno de sentimientos transparentes.
Padre me escuchas
Padre me escuchas
Te has ido
Y ha oscurecido el cielo
Las gigantescas nubes
Arrastran sus pasos
Llorando
Los pájaros no vuelan
Se han escondido en los bosques
Y las espesuras
El sol cansado
Se ha inclinado en su almohada
El mar negro
Y hosco
Ha desechado
Su sobriedad
Los montes sombríos
Se han cubierto con una manta
De nieve
Los campos tristes
Están muertos
Como cementerios
Abandonados
Los ríos crecidos
Se han vuelto blancos de rabia
Los lagos se han congelado
Como la sonrisa en los labios.
Padre me escuchas
Te has ido
Y la ciudad se ha vuelto gris
Los tejados exhalan
Humos negros
Los balcones gotean
Amargas lágrimas
En las aceras resbaladizas
Las calles desiertas
Entregadas
A su desesperación
Los castañeros en las esquinas
Afligidos
Se calientan sus manos
Las estatuas de las plazas
Desnudas
Tiemblan del frío
Los jardines melancólicos
Con árboles azotados por el viento
Que se inclinan
En el cielo negruzco.
Padre me escuchas
Te has ido
Y en el pecho del dolor
Picotea sin cesar
El buitre.
Textos del libro del autor: Poemas de fuego. Casa Editorial Punto Rojo Libros, 2018
Isidoros Karderinis
Atenas, Grecia
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