-Buenos Aires, Argentina-
.………..Poemas de un mapa alucinado
Valucchia
Las mujeres se desnudaban a mi paso.
Los árboles mostraban su corteza más amable.
Los colibríes y las flores volaban a mi encuentro.
Los médicos me revisaban por control remoto.
Los catedráticos preparaban un discurso.
Los gobernantes acariciaban la llave de la ciudad antes de dármela.
Los ladrones preparaban la estrategia que les permitiera rapiñarme algo.
Los criminales se regodeaban de sólo pensar en lo trágica que sería mi muerte.
Los comerciantes se aprestaban a querer venderme desde el mejor calzoncillo al mejor nicho.
Los hombres comunes me miraban con la desconfianza que despiertan aquéllos que son supuestamente importantes.
Sólo a una mujer no le hizo falta desnudarse y, en cambio, me defendió de las otras mujeres, los árboles, los colibríes, las flores, los médicos, los catedráticos, los gobernantes, los ladrones, los criminales, los comerciantes y los hombres comunes.
Sólo una.
Yackpetl
Las mujeres de Latgatl tienen ojos muy grandes
pero miradas pequeñas,
en cambio las mujeres de la aldea vecina
y que se llama Moreuetl tienen ojos muy pequeños
y miradas más pequeñas todavía.
Tal vez por eso,
cuando llegué a Yackpetl, dos kilómetros más al sur,
después de cruzar el bosque,
me sorprendió la mirada enorme de sus mujeres.
Hubo una que, al mirarme,
me hizo sentir nuevamente niño
cuando, en los alrededores del jardín,
jugábamos a la mancha, a las estatuas, a la rayuela.
Sin embargo, no me enamoré de ella
sino de su hermana
que, al girar sus ojos hacia mí,
me devolvió a la época
en que habitaba el vientre de mi madre
presintiendo lunas en ese recinto cálido.
Pero mi amor naufragó rápidamente en el lago
porque ella estaba enamorada de un granadero
al que miraba constantemente a tal punto que si yo quería
que ella me mirara tenía que pedir audiencia
y me fui quedando sin fuerzas
hasta que comprendí que mi amor no tenía futuro.
Ahora estoy unido a una mujer cuya mirada es tan enorme
que me retrotrae a vidas anteriores,
tan anteriores que no sé si naceré algún día
para estar de nuevo en Yackpetl.
Sólo me resta decir
que el papiro en el que estoy escribiendo
no es de buena calidad
pero, al menos,
no contamina el río.
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Cuando no comprendemos una cosa, es preciso declararla absurda o superior a nuestra inteligencia, y generalmente, se adopta la primera determinación.
Concepción Arenal
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miércoles, 21 de octubre de 2009
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Los poemas que he leido de éste escritor me parecen exquisitos.
ResponderEliminarSon un verdadero placer estético.
Gracias por éste regalo.
Olga Ravelli
Qué decirte Jorge que me encantas (tus poemas je je claro)
ResponderEliminarUn abrazo gus.
el afecto
ResponderEliminary la palabra
gracias Jorge
un abrazo
alba
el afecto
ResponderEliminary la palabra
gracias Jorge
un abrazo
alba
Jorge: Ha sido un verdadero placer leer estos poemas.Saludos Irene Marks
ResponderEliminarQuerido Jorge, leerte me procura olvidar momentáneamente mis cansancios mentales, para transitar ese mundo de palabras tapizado de buen humos e imaginación fascinante.
ResponderEliminarQue te llegue mi afecto
Betty
Queridos Olga, Gus, Alba, Irene y Betty:
ResponderEliminarMuchas gracias por sus apreciaciones respecto a estas ciudades inventadas de Jorge (cómo él mismo las definió).
Un abrazo y mi cariño para todos.
Analía
Tiene un estilo tan propio este poeta que no necesita firmar sus obras. Dice verdades sin solemnidad, y el humor lo une a una gran expresión estética.
ResponderEliminarUna fiesta leerte, Jorge.
MARITA RAGOZZA
Aprecio tus palabras, querida Marita, muchas gracias.
ResponderEliminarUn saludo cordial
Analía