sábado, 15 de abril de 2017

Editorial


revista literaria con voz propia nº 74

                  abril 2017


                          publicación creada en noviembre de 2006
                             distribución y publicación gratuitas
                                ISSN 2314-0275




Salí de mi hogar para adentrarme en un mundo de espanto y caos. En la calle me aturdieron el sonido de las sirenas y los gritos desgarrantes. Por las calles circulaban en forma desordenada ambulancias, coches de policía y otros vehículos, algunos con lanchas a remolque. Unas personas corrían atropellando y pidiendo ayuda, otras permanecían quietas gritando nombres. Familias abrazadas sin saber adónde ir. Hombres encaramados en los techos de sus viviendas. Y la ciudad en tinieblas bajo una lluvia torrencial.
Analía Pascaner
Fragmento de Todo sucedió tan rápido, relato incluido en esta revista literaria, mayo 2013




Empezar de nuevo...

Yo le tenía miedo a la oscuridad,
hasta que las noches se hicieron largas y sin luz.
Yo no resistía el frío fácilmente,
hasta que aprendí a subsistir en ese estado.
Yo le tenía miedo a los muertos,
hasta que tuve que dormir en el cementerio.
Más aún, yo le tenía miedo al espanto,
hasta que tuve que dormir en el crematorio.
Yo sentía rechazo por los rosarinos y por los porteños,
hasta que me dieron abrigo y alimento.
Yo sentía rechazo por los judíos,
hasta que les dieron medicamentos a mis hijos.
Yo lucía vanidoso mi pullover nuevo,
hasta que se lo di a un niño con hipotermia.
Yo elegía cuidadosamente mi comida,
hasta que tuve hambre.
Yo desconfiaba de la tez cobriza,
hasta que un brazo fuerte me sacó del agua.
Yo creía haber visto muchas cosas,
hasta que vi a mi pueblo deambulando sin rumbo por las calles.
Yo no quería al perro de mi vecino,
hasta que aquella noche lo sentí llorar hasta ahogarse.
Yo no me acordaba de los ancianos,
hasta que tuve que participar en los rescates.
Yo no sabía cocinar,
hasta que tuve frente a mí una olla con arroz y niños con hambre.
Yo creía que mi casa era más importante que las otras,
hasta que todas quedaron cubiertas por las aguas.
Yo estaba orgulloso de mi nombre y apellido,
hasta que todos nos transformamos en seres anónimos.
Yo casi no escuchaba radio,
hasta que fue la que mantuvo viva mi energía.
Yo criticaba a los bulliciosos estudiantes,
hasta que de a cientos me tendieron sus manos solidarias.
Yo estaba bastante seguro de cómo serían mis próximos años,
pero ahora ya no tanto.
Yo vivía en una comunidad con una clase política,
pero ahora espero que se la haya llevado la corriente.
Yo no recordaba el nombre de todas las provincias,
pero ahora las tengo a todas en mi corazón.
Yo no tenía buena memoria,
tal vez por eso ahora no recuerde a todos,
pero tendré igual lo que me queda de vida para agradecer a todos.
Yo no te conocía,
ahora eres mi hermano.
Teníamos un río,
ahora somos parte de él.
Es la mañana.
Ya salió el sol y no hace tanto frío.
Gracias a Díos.
Vamos a empezar de nuevo.
 
Carlos Guillermo Garibay
Santa Fe, Mayo 2, 2003
  


Me parecía incomprensible que hubiera de permitírseme llevar una vida tan feliz, al mismo tiempo que veía, a mi alrededor, a personas que luchaban con la penuria y el sufrimiento.
Albert Schweitzer


  
             revista literaria con voz propia
             Inscripción Registro: ISSN 2314-0275
             Edición y dirección: Analía Pascaner
             San Fernando del Valle de Catamarca
             Catamarca – Argentina


  
Y yo siempre he pensado que las palabras más sencillas deben ser más que suficientes. Con decir lo que está pasando a cualquiera se le tendría que romper el corazón.
Bertolt Brecht

Autores publicados


revista literaria con voz propia nº 74

    abril 2017
                    
          autores publicados en esta edición: 

Luis Edgardo Soulé


No culpen al agua.
Sólo busca el cauce hasta el mar   lejano.

        Si nada se opone
               será siempre lluvia
                                       será siempre río.

Julia Burguener


Sólo un ruego

Gris el cielo.
Llovizna aún sobre la tierra ya inundada.
Barro y agua corretean
por las calles intransitables de mi pueblo,
se adueñan de los ranchos
que pretenden resistir a tanto embate.

Norberto Pannone


Los condenados

   Acurrucados, temerosos, alertas. Todos estaban aguardando la macabra hora de su trágico final.

Gustavo Córdoba


Y, yo me iré

Y yo me iré y estaré sin estar
En mis libros, en mi cuarto vacío, mi cuaderno
De versos,
Y alguna vez, algún invierno
Tal vez en el recuerdo…

Sebastián Zampatti


Ni una paloma dejó el huracán
que arrasó los campos
hace una semana
todo se lo ha llevado
-horrible cliché-
el viento

¿A dónde? ¿Quién puede saberlo?

Manuel Canet


1.
Es completamente falso que una poesía pueda detener el tiempo. Una pintura, una cantata, una novela.

Cris Fernández


Atardecer

Vibra tu nombre
sobre mi sombra alerta.
El viento bordonea
entre las piedras.
En la grave dulzura
del invierno
busco tu abrazo, tu risa,
tu tibieza.

María Montserrat Bertrán


5.

Viajecito flor!

bien íntimo…

Itinerario:

descender con ropa ligera a los infiernos,

Eduardo Coiro


El ángel de la reparación

Otra vez pensé en el ángel de la reparación.
Quizá sea un mito, sólo un mito necesario. Pero dicen que cada tanto en la vida de cada cual alguien llega a reparar o intentar reparar.

Daniel Gorosito


Soledad otoñal

Llora la tarde en su grisura,
la melancolía otoñal
vive entre hojas oxidadas
y árboles de brazos pelados.

Ricardo Ponce Castillo


Sueños = Amor

Felices las afortunadas
que consiguieron al hombre
que les entregó todo su amor
para ser feliz; porque aún hay desafortunadas
que todavía deben convivir
con el cobarde que las golpea.

Abel Granda


El viaje

Quería dejar el oasis, pero los vientos del oeste no aconsejaban ninguna travesía; en las noches, miraba el fuego como único entretenimiento, intentando ver una señal que me guiara, o diera sosiego a esos días cuando sientes que es la hora de partir, pero nada perece presagiar que allí donde vayas, podrás escapar de esa angustia difusa que te impulsa al viaje, o haya un cielo protector sobre tu cabeza. Los vientos del desierto son devastadores, y es una suerte que no haya nada que puedan arrasar, porque su furia incontenible, lacera la parte expuesta de la piel, y puede llevarse, aún más lejos, los montes azules que a veces se ven hacia el norte. 

Virginia Isabel Berra


Ahora

Llámame.
Con el amanecer las nomeolvides 
Se despiertan…

Ezequiel Cámara


Visitando la facultad…

sólo se oía el ruido del viento
y el caer de la lluvia…
¡El edificio estaba a oscuras!
Presencia humana
no había alguna.