El nacimiento de un poema
En dirección opuesta a lo que los dogmas literarios ordenan
-llevar instrumentos de cirugía al quirófano de la poesía-
Yo voy a otro lugar, más parecido a un infierno que a una clínica
donde el silencio no es salud sino muerte
saco mis instrumentos: martillos cinceles barretas detonadores
me sumerjo en el útero de las palabras
ahí donde nadie se atreve, porque entrar
es irse un poco de este mundo
actúo rápido para impedir que muera el poema
sacarlo a la luz
esperando que cuando apoyes la cabeza en la almohada
esas palabras, ahora vivas, griten algo dentro tuyo.
Vladimir, el astronauta que la historia prefirió olvidar
Cuando bajó Neil Armstrong a la luna
yo ya lo estaba esperando impaciente, con los tragos
y la comida que había preparado mamá
también llevaba en la valija
un suéter por si refrescaba, una camisa de vestir
por si filmaban
y un poco de dinero para que la llame
para que avise cómo había llegado, cómo había sido el viaje
éramos muy amigos
nos habíamos conocido en el Italpark
creo que ahí despertó su vocación de astronauta
y mi pasión por los laberintos
así que cuando las cámaras no enfocaron
charlamos un rato de nuestras cosas
como en los viejos tiempos
luego recogimos los envases, las bolsitas de aceitunas
y nos despedimos
a Neil le gustaba escribir y era un poco bohemio
teníamos planes fantásticos
entre ellos en el lado oscuro de la luna
en una parcela no muy grande
construir una cabaña con un jardín
al cual podrían venir nuestros amigos y quedarse cuanto quieran
pero luego el mundo cambió demasiado
nuestra idea no avanzó, nunca habrá poetas en la luna
ni podrás venir a nuestro jardín a escribir
ni a mirar la tierra.
Será por eso que Neil se hundió en el alcohol
y a mí no me gusta mirar el cielo.
El espejo de Sara
Tenía ocho o nueve años, pero ya era un racionalista
será por eso que cuando rompí el espejo de mamá
escuché sus insultos riéndome
más aún cuando habló de los malos presagios
de los siete años de desgracias
en casa, las cosas siempre andaban mal
desde que recuerde, sin necesidad que se rompiera nada
me hizo reír todo el día
a los pocos días pasó lo de papá
luego, mi hermana Valeria falleció en Londres,
en un atentado del IRA
Patty desapareció en los 70’s
a Jaime lo electrocutó la licuadora
y Fabio partió rápido por una inocente picadura de avispa
pensé que era solo una mala racha, que todo terminaría pronto
pero luego cayeron otros:
la tía Irma en un choque
al tío León se lo cargó la triple A
mi primo Iván murió en Moscú
mamá dice que fue una pulmonía
pero sé que fue el cuchillo de un marido excesivamente celoso
un insensible y egoísta
y así el paso del tiempo se llevó al resto de la familia
claro, que de este suceso pasaron más de cincuenta años
solo un tonto pensaría en él
ayer fue su cumpleaños noventa y tres
realmente la pasamos fantástico
preparó una torta exquisita
tan simple y cariñosa como siempre
la vida fue cruel con ella
como si un experimento del mal
hubiese caído sobre su persona
y pensé que no mereció quedarse tan sola.
Creo que la sorprendí, no fue fácil conseguir un espejo igual
tendrías que haberle visto la cara cuando se me cayó.
Una visión en altamar
Un catálogo extraño, artificios no-poéticos
una visión apasionada
el salto del mito al logos
y ahora un puente al misterio
al principio era el verbo
pero hoy no, hoy detuvimos el proceso
el desierto, el silencio quieto
la civilización de sabios consejeros
de una teología más oscura que nos dice: estás loco
este estúpido problema llegó demasiado lejos
pondrán un hiper en el monte de los olivos
un drugstore metafísico, capillas de evasión
grilletes en mis pies para vender cómics
serigrafías acuarelas poetas envasados
latitas con pedacitos de Kafka o de Rimbaud.
Serán baratas, salvo que quieras un frasco de Dios para coleccionar.
Del libro del autor: Margot, la prostituta que leyó a Bakunin y otros poemas. Prólogo de Sergio Rigazio. Colección Poesía Mayor. Leviatán, 2019
Andrés Bohoslavsky
Argentina