Las iglesias hablan de la salvación,
y la gente reza y pide cosas en silencio, como los peces.
Carlos Varela
Alguna vez fui un pez
Un goldfish que se paseó ufano por el riachuelo
Alguna vez fui un pez que se apareó en la orilla
Allí donde el agua es apacible copulé con tantas hembras que perdí la cuenta
Y nadé contra la dócil corriente o me dejé llevar por ella
Un día un chico se detuvo a admirar mi belleza (eso creí)
Me tomó entre sus manos y me llevó
Una pecera con luz artificial, agua clorada y guijarros falsos se volvió mi casa
Él lo dispuso de ese modo
Y me dio de comer (cuando quiso) pero la porción era inaceptable
Y sentí celos de un ave que cantó desde una rama, más allá de la ventana
Allí donde no existen ni el agua clorada, ni las imitaciones de roca,
ni los vidrios que delimitan fronteras
Entonces golpeé mi rostro y mi cuerpo contra el cristal en demasía
Muchas veces, muchísimas, tantas
Pero nada.
Alguna vez fui un espléndido pez que nadó contracorriente
Hoy han roto mis aletas y han lesionado mi cola
Mi cuerpo sin fuerzas yace sobre el fondo pero aún respiro y sueño
Sueño aunque dicen que los peces no deben soñar (ni opinar, obviamente)
Sueño con irme lejos de esta isla acuario
Pero él insiste en retenerme
Tal parece que goza a costa de mi desdicha
Y quizá, por mi desprecio, rara vez me ofrece una ración de alimento para peces.
Maikel Sofiel Ramírez Cruz
Las Tunas, Cuba
Muchas gracias.
ResponderEliminarUn gusto publicar tu poema, Maikel. Gracias a ti.
EliminarMi abrazo