-Buenos Aires, Argentina-
Hacia el viernes
Me desprendo de los días inflexibles hacia el más tibio. Lo
busco con curiosidad desplazada. Lo toco para verlo. Recorro el almanaque, lo
miro rápido, el tiempo de ver, de haberlo visto, lo adivino fascinante,
insaciable. Otras veces el camino va en sentido contrario. Es contradictorio
como el deseo: en el momento en que el viernes empieza a acercarse, he
atravesado el desierto, ya no sufro.
Sí, llega el viernes y el sol incendia el horizonte y muere;
el cielo tiende al azul de la noche, y lo puedo adivinar sin quemarme los ojos.
El recuerdo
Estábamos los de siempre en el bar de la esquina. A punto de
ser padre les pregunté:
-¿Alguno de ustedes presenció un parto?
- Hace más de veinte años, en mi taxi, cuando llevaba a una
maestrita al hospital de Morón. - José aprovechó para relatarnos la historia de
marras con lujo de detalles. - Elsa era una muchacha muy valiente, ayudó en su
parto, me asombró su entereza, la preocupación y el amor que demostró por su
hijo a pesar del sufrimiento y su escasa salud.
- ¿Por qué suponés que estaba enferma? - pregunté
- Falleció poco después abrazada a su bebé. - me respondió
“Gracias - pensé - por recordarme así a mi madre”.
Permanecimos en silencio, cada uno quedó anclado en algún
momento del relato hasta que el patrón declinó las luces y apuramos el último
café.
Mi espejo
Cuando pequeña me regalaron un espejo con un marco antiguo,
una obra de arte; se dio entre nosotros un lazo muy especial. Si algo me ocurre
mi espejo lo siente. Lo descubrí desde el principio. Yo tropezaba, y en él veía
lágrimas. Me caía por las escaleras, él reflejaba en mi cuerpito, moretones y
heridas. Al llegar a la adolescencia, mi primer noviazgo fue pobre, mi espejo
lo reflejó; para consolarme yo apoyaba mis labios en su cristal y lo entibiaba,
presa del deseo él se empañaba. Fue en esos momentos que mostró un rostro
asustado. Un día, especialmente triste, decidí suicidarme. Él lo comprendió, y
con voz temblorosa me preguntó: “¿Cómo piensas hacerlo?”. Acaricié el marco y
antes de que pudiera reflejarme y liberarse, lo tiré por la ventana.
Apuntes de un fracaso
Y sí, ahí solía estar el señor López, sentado frente a mi
escritorio; el saco en el perchero y las mangas de la camisa lenta y
prolijamente llevadas hasta el codo: un hombre opaco bajo todas luces. Ayer él
vigiló el reloj de la pared hasta que llegó la hora; ninguno de nosotros
adivinó siquiera los oscuros callejones de su mente.
Me parece verlo con el maletín, sale del casino prisionero
de la fatalidad; no siente la mordedura del viento helado, no siente nada; no
sabe hacia dónde se dirige, tampoco le importa; y sí, el señor López, por todo
eso y por algo más con el saco en el perchero y las mangas de la camisa lenta y
prolijamente llevadas hasta el codo había resuelto precipitar el derrumbe,
porque él no cree que es posible reclamar un poco de justicia, ganar el curso
del destino, terminó con su vida un viernes 13.
El retrato
Me sorprende descubrirlo en esa fotografía; detrás de ese
cristal. Lo he perdido y lo recupero aquí, en su retrato; la mano apoyada en el
mentón, la sonrisa perdida en la distancia, la mirada enigmática.
Si, es él, una foto reciente digo, por el corte del cabello
y el abrigo que delata el frío de este otoño de hojas que se amontonan en
bultos marrones y amarillos.
Noto que el cielo resplandece, cobija a los niños en la
plaza aunque esta mañana repicaron los tacos de sus botas en el canto rodado
del sendero cuando apresurada furiosa la cólera galopó en su corazón.
***********************************************
Evitad las decisiones desesperadas; pasará el día más
tenebroso si tenéis valor para vivir hasta el día siguiente.
William Cowper
Que buenos relatos. Me gustan y también me inspiran. Saludos desde el alma Ada.
ResponderEliminarMario Abeijón
Gracias por tus palabras, Mario, por tu lectura.
EliminarUn saludito cordial
Analía
Reflexiones, que nos dejan mucho para pensar...
ResponderEliminar"Sí, llega el viernes y el sol incendia el horizonte y muere; el cielo tiende al azul de la noche, y lo puedo adivinar sin quemarme los ojos." Felicitaciones...
Gracias por tu lectura, querida Graciela
EliminarRecibí un abrazo
Analía
Estos relatos aún en su brevedad tienen fuerza de atracción, gracias, Analía, por compartirlos.
ResponderEliminarBetty
Gracias por tus conceptos, querida Betty.
EliminarUn abrazo
Analía
Cuentos breves muy bien escritos.
ResponderEliminarFelicito a la autora.
Gracias por tu lectura
EliminarSaludos
Analía