Este vuelo es sin escalas.
Cada naipe es pronunciación del viajero
con la vista esquiva en el pozo,
derivaciones de un suceso
y la reconstrucción de azares.
Este vuelo es sin escalas.
Interrumpir la partida será igual
a una fuga sin clave,
la orfandad sublime,
el ascenso y la caída
- y viceversa.
Interrumpir el juego es lo vano:
comprar títulos de honor,
el reincidente intento de cambiar
de colegio
de ciudad
de cuerpo.
Vértigo uno
Aumento de luz
no es deslumbramiento,
ni reflejo de un espejo contra
el sudor de tu mirada,
sino la jugada del vértigo
ese no creer no puede ser
esa figura
esa reina
sobre la mesa.
En este juego no hay cartas marcadas,
hay un rapto del otro.
El escarabajo con alas monta al elefante,
pronuncia un retroceso engañoso
y después el disparo.
Antes de trasponer el umbral
deberías alisar algún movimiento espontáneo,
llevar el cuerpo como si pudieras,
ejercitar también
una máscara de cera.
Hacer silencio
Si reiteras el gesto, la palabra,
secreto que delata la disparidad,
confesión ese naufragio de ser
la pulsión del encordado
(Ana Foutel cuando juega en el piano
y su silencio es alzar
los brazos en abrazo con el aire)
si volvieras a pronunciar la clave de fa
ausente en este pentagrama
donde vociferan las apuestas
(timbales manos picantes
tres ojos bizcos percusión
la mordedura de tu lengua)
deberás poner sordina,
tapar tu presencia enteramente
debajo aún más de un lienzo,
poner sordina. Hacer silencio.
El aire es el lugar
donde los garabatos de tu mano
escriben la arquitectura de otra ciudad
tan imposible como borgeana.
Poemas tomados del sitio web de la autora, del libro: Heridas de póker. Poesía. Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2012
María Neder
Nació en Buenos Aires. Vive de manera alterna entre Salta y Buenos Aires, Argentina
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