lunes, 22 de abril de 2024

María José Calatayud Ponce de León

Olor de otoño 

Es tan solo el otoño que amanece 
con pasos de penumbra sin malicia 
y ya lo sabe el árbol. 

Los días se acortan de sus luces, 
mientras la noche enfría oscuridades 
y las estrellas lagrimean escarcha 
sobre la tierra desnuda bajo el cielo. 

Se respira un aire dulce de color a leña, 
presagio de cocinas encendidas, 
de roperos abiertos buscando abrigos 
y a paraguas dejados en la entrada 
de las casas que ya cerraron puertas. 

El parque dormirá bajo la nieve 
un sueño de blancura sin pisadas. 
Y al calor de un rayo despistado 
de un sol que a duras penas se descubre 
los viejos calentarán sus años, 
sentados en el banco de la memoria. 

Trae el otoño un golpe de amarillos 
y un baile de campanas disonantes 
que desnuda las hojas de los álamos 
en el paseo que perfila el río. 

Solamente se despereza un pequeño latido 
tímidamente otoñal y ya lo sabe el aire, 
que abanica la calidez de los atardeceres 
en esa luz que se acorta lentamente. 

Y el amor se abrigará entre las sábanas, 
olorosas de besos y membrillos. 


El círculo 

Esa calle de curso sin sentido 
y en su negrura ajena, 
hoy respira el olor de tantas noches 
a los sudores que desprende el frío. 
Mientras se mece vacilante una farola 
en el círculo del redondo 
diámetro de su luz. 

Un eco se repite 
monótono y opaco, 
como una voz cansada de golpear 
en la misma pared una y otra vez. 
Conozco esos acentos que me llegan 
y hoy rebotan inertes hasta el fondo 
donde enterré ya todos los sonidos 
que no pudieron llegar a ser. 

Y en el centro de todo lo que oculto,
amordazo recuerdos que me hieren 
y ya no queda nada. 
Ni siquiera el vacío 
que apareció después de tanto llanto. 

Y regreso a la noche, 
menos sombría que mi propia oscuridad 
y busco no perderme 
para poder volver al círculo de luz 
de una farola. 


Tempestad 

Soy como la tormenta 
que corona el tiempo 
sobre una nube llena de invisibles espacios,
con un centro en el fondo muy oscuro 
y ciego de relámpagos.

O soy, tal vez, en la noche una lágrima 
enmarcada de gris por los luceros, 
junto a una sombra que refleja el eco 
de una pasión perdida. 
Y ya no sé por qué despierto hoy 
con este llanto guardado en mis entrañas.

Las tormentas son aves pasajeras 
que nunca hicieron nido 
y siguieron su busca en las alturas 
de esa teja partida 
donde dejar el agua
de su vagar errante. 

Por eso es que la lluvia 
me grita lo que olvido. 
Me dice que recuerde tantos nidos sin plumas, 
tantas casas sin techos, 
tantas mesas sin tener ni un mantel 
para enjugar la queja 
de los platos vacíos. 
Mis brazos se extienden 
y quisieran ser como gotas 
del agua que fecunda los desiertos
y cruzando los dedos 
bajo esta tormenta redentora, 
suplicar un perdón. 


Poemas del libro de la autora: Yo soy de tierra, presentado el pasado 16 de abril en el Centro Cultural Español de Costa Rica. Editorial Letra Maya 2023 

María José Calatayud Ponce de León 
Costa Rica

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