Quise encontrar a alguien
para aligerar mi carga.
La calle me rodeó de gólgotas.
Vi al ciego que mendiga
en el portal de la iglesia.
Al diariero entibiando sus pies
con noticias urdidas.
Al que husmea en los tachos de basura.
A esa mujer triste de la plaza
observando a los niños ajenos…
Iba como todos los días,
con mi cruz a cuestas.
Al pasar frente a un espejo,
mi imagen ya no reflejaba
ni la cruz, ni el calvario.
Fugacidad
Tus versos
vuelven a mis oídos
como una guitarra
templada en el viento.
Un rumor
transmutado en palabras
echó a volar las penas
extraviándolas en el aire.
Al invadir mis sentidos
fue una telaraña
que atrapó mi alma.
Esa voz grave,
incendiándolo todo
controla mi vigilia.
La ausencia de tus palabras
ha dejado vacía la casa.
Pecado
Quise ser roble
de manos extendidas,
desafiar al viento en el desierto.
Me derribó su fuerza.
Intenté ser oasis
en medio de la tierra,
saciar la sed de tantos peregrinos.
El sol agrietó mi sangre.
Anduve por ríos y por mares
en busca de la playa redentora,
donde Alguien me perdone
este pecado de soberbia.
Llegué demasiado tarde,
el Sudario ya no estaba.
Stella Maris Dodd
Gaiman, Chubut, Argentina
Es un verdadero placer encontrar a una amiga cuyos versos me erizan la piel. Un lujo leerte. Abrazo desde Valencia. María Cristina Berçaitz
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristina, y me alegro por este reencuentro.
EliminarMi abrazo