Creo que no hay quien no haya sufrido; unos por contratiempos nimios, otros por verdaderas catástrofes. Ni uno ni otro están en condiciones de conocer el bien y el mal en su verdadera magnitud; aún no ha nacido el hombre más cruel ni el más bondadoso. No es que sea esperanzador, pero si abrimos bien los ojos, al menos podremos ser más eficaces construyendo piras y altares que perduren.
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Creo que no hay quien no haya sufrido; unos por contratiempos nimios, otros por verdaderas catástrofes. Ni uno ni otro están en condiciones de conocer el bien y el mal en su verdadera magnitud; aún no ha nacido el hombre más cruel ni el más bondadoso. No es que sea esperanzador, pero si abrimos bien los ojos, al menos podremos ser más eficaces construyendo piras y altares que perduren.
ResponderEliminarAgradezco tus conceptos, Lúzbel.
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