-Poeta de Mocoretá,
Corrientes. Reside en Buenos Aires, Argentina-
Le arrancaron la flor
antes que sea capullo,
mucho antes de ser perfume, mucho antes.
Esa mujer deshabitada
lleva una foto en el pecho,
un rostro, un niño gritando
sobre su sombra herida.
Esa mujer delgadita y pequeña
es nube tenaz sobre el desierto,
brillante luz sobre la bruma.
A Susana Trimarco y a
las Madres del Dolor
A ella le dijeron que NUNCA MÁS,
que empezaban ahora a florecer los jazmines
que el invierno ya no,
nunca más los silencios, las esperas,
las noticias en los diarios.
A esa mujer le dijeron que NUNCA MÁS,
que ahora los pájaros eran libres
que solo había ventanas abiertas,
nunca panfletos con nuevos rostros,
nuevos gritos, nuevas mentiras.
A todas ellas le dijeron que ya no,
pero caminan con sus úteros quebrados
y le sangran lágrimas y les brota rabia,
la esperanza apenas es en ellas un hilito frágil,
enorme lamento, desesperación.
A todas ellas le dijeron que ya no,
pero los hombres miran de nuevo a otro lado,
hablan en secreto, se disfrazan.
Como en aquel nefasto tiempo,
la justicia es una esfera de cristal
que arrojamos al fuego.
que empezaban ahora a florecer los jazmines
que el invierno ya no,
nunca más los silencios, las esperas,
las noticias en los diarios.
A esa mujer le dijeron que NUNCA MÁS,
que ahora los pájaros eran libres
que solo había ventanas abiertas,
nunca panfletos con nuevos rostros,
nuevos gritos, nuevas mentiras.
A todas ellas le dijeron que ya no,
pero caminan con sus úteros quebrados
y le sangran lágrimas y les brota rabia,
la esperanza apenas es en ellas un hilito frágil,
enorme lamento, desesperación.
A todas ellas le dijeron que ya no,
pero los hombres miran de nuevo a otro lado,
hablan en secreto, se disfrazan.
Como en aquel nefasto tiempo,
la justicia es una esfera de cristal
que arrojamos al fuego.
Sauce
Me reconocerás cuando llegue
vestido de viento.
Te percatarás que era quien rezaba en tus atardeceres
en tu arroyo color tierra
en la moldura precisa con que hilvanamos el recuerdo.
Dejarás que me siente ahí
donde crepita el fuego
y se escuchan todavía los eternos cristales
amparados por la lluvia.
Me reconocerás después de tanto tiempo
cuando cruje este cuerpo sediento que ahora llevo
estas madrugadas
este deseo de reposar hasta el cansancio.
Yo he venido hasta aquí
buscando tu reflejo
ya no tengo las viejas canciones
ni el pelo rubio, los ojos nuevos
pero me habita un corazón de gorrión
y el descubrimiento de una tierra nueva pintada de
cielo.
Recuerda que amaba el viento
y de él me visto
para que al verme seas sauce
acariciando mi río.
Mi abuela era feliz y hablaba con Dios.
Decía que él habitaba en su patio.
Pero desde aquella tarde
no le dirigió la palabra,
nunca entendió eso de arrebatarle al hijo.
Enmudeció
mucho antes de cruzar a la otra orilla.
Poemas pertenecientes
al libro Terrestre.
Textos tomados del
blog del autor: http://poemasdegustavotisocco.blogspot.com
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El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad.
Ludwig van Beethoven
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Muy buena y original selección de los poemas de Gustavo.
ResponderEliminarAbrazos a los dos
Marta Zabaleta
Gracias por tu lectura, mi querida Marta.
EliminarUn abrazo apretado, si?
Analía
Gracias Any querida amiga, prometo en estos días pasar y comentar a mis colegas, abrazotes Gus.
ResponderEliminarGracias a vos, mi querido Gusti, siempre es un gusto compartir tus poemas, sos un ser humano generoso, noble, atento, sensible, sos buena gente ;-)
EliminarUn abrazo apretado y mis buenos deseos cada día
Analía