lunes, 19 de mayo de 2014

Alfredo Luna

un foso palpitante anida al lenguaje

posesiones ya no me quedan:
¿qué puede haber de mí
además del exuberante pan de la miseria?

¿qué hay del amanecer que entraba mansamente
como la esperanza,
cuando la palabra se decía en mí?

nada. un silencio de plomo. un viento fúlgido. 

*  *  * 


arrancar la ceguera con un grito

tengo un sueño hirviendo en la palma de la mano
sucede como viento
y un pálpito oscuro rompe la memoria

apenas alcanzo a nombrarlo
a penas
digo lo imposible de nombrar.

*  *  * 


tu silencio se propaga por mi sangre y quemo

demoradas en mi voz
tus manos oceánicas atraen al olvido
entonces, toda posible curación es equívoca

lo sabes: cualquier gesto es anterior a la palabra
cuando amar es el mandamiento
y el amor, un dios convulso

como tú
las osadas mendigas del amor, mamá,
legan sollozos

como tú
ellas recogen tiernamente lo que deja el tiempo

¿en cada mujer cabe toda el agua del mundo? 

*  *  * 


la noche es un pan duro

desde la noche del dolor yo y nosotros estuvimos ahí
en ese pozo ambulante
desbocado reloj que es tu vientre

ahí, el pulso llega hasta la pleamar de la náusea;
interpela el canto de Dios tu desvelo,
como si Él hubiese hecho algo todos los días

de ese fugaz paraíso
salimos sin pudor, como animales hidrocéfalos,
aprendemos otros nombres,
y las infinitas versiones del error y del castigo. 

*  *  * 


con nosotros, dios tiene mal comportamiento y cae

de esto se duele mi sangre: de no tener una madre audaz;
apenas un animal ciego lamiéndose
que imagina árboles de espuma
olas de montañas en el cielo
y me ve hermoso con lanzas de veneno en la boca

no. tengo una madre fiel a su desdicha, impecable y pulcra;
ángel mustio, se mira en el tiempo que la muerde
y nada le reprocha

hasta el fin de los días seguirán doliéndome en la pena
sus embates de amazona temerosa,
su derroche de lágrimas

como ninguna, alma hostigada por el amor,
tan leal a la soledad, como ninguna

ojalá no gimiera entre el amanecer y el ocaso.
  
*  *  * 


la oscuridad esplende como ráfaga de sol

¿es el amor un abismo que nos mira desde el fondo
de los cándidos días
donde moramos como criaturas inocentes?

¿cómo se ama con este fervor venenoso
que el tiempo vuelve escarcha quebrada,
y nos deja solos?

la noche se desangra en el viento
por eso, no te enamores, madre. ya no.
soy el hijo que nunca termina de ser hijo
y un incendio de voces te nombran. mi pavor te llama.


Poemas del libro palabra matada, presentado en Buenos Aires en mayo 2014


Alfredo Luna. Buenos Aires, Argentina


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Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos, son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno.
Andrés Castuera-Micher
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2 comentarios:

  1. Excelente Alfredo. Como siempre. Un abrazo desde Tinogasta
    (Estuvimos hablando de vos con Juanita Acosta hace un par de días. Y nos atrajo a ambos el título de tu libro, La palabra matada, tan cargado de presagios en relación al centro mismo de nuestro oficio y de nuestras vidas).

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    Respuestas
    1. Gracias por tus conceptos y tu lectura, mi querido Luis.
      Coincido, es sumamente atrayente el título; un libro anterior se llama "la mirada sonora". Son títulos que te alertan en cierto modo.
      Un abrazo y mi cariño para vos y toda tu familia, que estés muy bien y tengas días plenos de alegrías
      Analía

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