lunes, 19 de mayo de 2014

Editorial

               revista literaria 

con voz propia nº 59 – mayo 2014


         publicación creada en noviembre de 2006
           distribución y publicación gratuitas

  

Cuando encuentres el camino, otros te encontrarán a ti.
                                                               Lao-Tsé
                                                                   

Y un hombre dijo: “Háblanos del Conocimiento de Sí Mismo”.
Y él respondió, diciendo:
Vuestro corazón conoce en silencio los secretos de los días y de las noches.
Mas vuestros oídos ansían oír lo que vuestro corazón sabe.
Deseáis conocer en palabras aquello que siempre conocisteis en pensamiento.
Deseáis tocar con los dedos el cuerpo desnudo de vuestros sueños.

Y es bueno que así deseéis.
La fuente secreta de vuestra alma necesita brotar y correr murmurando hacia la mar.
Y el tesoro de vuestras profundidades ilimitadas necesita revelarse a vuestros ojos.
Pero no uséis balanzas para pesar vuestros tesoros desconocidos.
Y no procuréis explorar las profundidades de vuestro conocimiento con varas ni con sondas.
Porque vuestro Yo es un mar sin límites y sin medidas.

No digáis: “He encontrado la verdad”, sino más bien: “He encontrado una verdad”.
No digáis: “He encontrado el sendero del alma”, sino más bien: “He encontrado al alma andando por mi sendero”.
Porque el alma camina por todos los senderos.
El alma no marcha en línea recta ni crece como caña.
El alma se despliega como un loto de innumerables pétalos.

Gibrán Khalil Gibrán, de El Profeta


--
Si quieres iluminar el sufrimiento del mundo, elimina todo lo oscuro que hay en ti. En verdad, el mayor regalo que tienes para ofrecer es el de tu propia transformación.
Lao-Tsé
--

Autores publicados

revista literaria con voz propia nº 59

mayo 2014

                  autores publicados en esta edición: 

- Robert Gurney
- Gustavo Tisocco
- Alfredo Luna
- Emilio Núñez Ferreiro
- Sergio Borao Llop
- Raúl Pérez Arias
- Sebastián Zampatti
- José Antonio Roldán
- Marta Zabaleta
- Victoria Asís
- Gonzalo Salesky
- Rodolfo Leiro
- Griselda Goñi
- Betty Badaui
- Osvaldo Hueso
- César Cantoni
- Adriano de San Martín
- Mirta del Carmen Gaziano
- Cristina Villanueva
- Omar Darío Ruiz
- Rachid Boussad
- Martha Valiente
- Miguel Crispín Sotomayor
- Jeremías Vergara
- Marta Díaz Petenatti 
-
- Leonardo Galea Apolo
- Juan Carlos Miranda

--
Información de Concursos en:

             revista literaria con voz propia
             ISSN 2314-0275
             Edición y dirección: Analía Pascaner
             San Fernando del Valle de Catamarca
             Catamarca – Argentina


Robert Gurney

Shaw’s Corner

La paz es indescriptible
como lo es la vista
desde esas sillas
al lado de la puerta
de la casa de Shaw.

Mi hijo estuvo sentado
en una, yo en la otra.

Aspiramos el silencio.

Así nos comunicábamos
mi padre y yo.


La casa de empeño

La belleza tiene una casa de empeño
y acepta solo los corazones de los hombres.
Cuando llega el momento para redimirlos
la tienda ha cerrado.
   Chu Siang (1904-1933)

Fui en busca de la casa de empeños
en Bute Street, Luton,
con la intención de recuperar
el manuscrito
que contenía unos poemas
sobre una aventura sentimental.

Los había dejado allí
hace muchos años.

La calle ya no existía.
En su lugar
han construido una zona comercial
al estilo americano.


La caja

Hay un mercado medieval
en St Albans
los miércoles y los domingos.

Voy allí a buscar libros.

Hoy encontré
Rimbaud Complete 2002
y Dylan Thomas’s Wales,
sin fecha.

Rebuscaba
Carver, Ferlinguetti,
Bukowski, Corso
cuando algo me llamó la atención.

En los costados de una caja
se veían imágenes
de peras y manzanas
y la palabra GAUCHO
repetida muchas veces
y “Kleppe S.A.
Cipolletti, Río Negro”.

Apenas podía creer lo que veía.

“¿Qué le pasa?”,
me preguntó el puestero.

“Tengo un amigo
en Cipolletti”,
le dije.

“Suena a un sitio raro”,
contestó.

“Tengo esa caja
desde hace varios años”,
agregó.

“Debe cuidarla”,
le dije,
“Un día valdrá una fortuna”.


Un pájaro

Un pájaro está muriendo
en la pradera de Pope.

Lo recojo
deseando con toda mi voluntad
que viva.

Pero sigue muriendo.


Regalos

Es tu cumpleaños
toma,
es un regalo
de tu padre,
una mandarina,
caramelitos.

Es Navidad,
aquí tienes otro
y otro y otro.

Toma.

No quería regalo alguno,
quería que estuviera mi padre.

Pero no estaba.
Estaba en África e Italia
luchando contra los nazis.

Tal vez por esto
los regalos me entristecen.


Poemas del libro La casa de empeño y otros poemas. Colección Prometeo Desencadenado. Lord Byron Ediciones, 2014


Robert Gurney. St. Albans, Inglaterra


--
La intuición es un don sagrado y la razón es su sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente olvidando el don.
Albert Einstein
--

Gustavo Tisocco

Otras épocas

Amarte hasta que culminen los vientos
desde la raíz/fuego que nos da la tierra
hasta la cima
donde enarbolo tu bandera.

Amarte invierno y verano,
que el sendero sea círculo
donde siempre retorne a vos,
retornes a mí.

Amarte en tus espacios vacíos
y en el tumulto,
en tu valentía y en tus flaquezas,
en el recóndito de tus pasillos.

Amarte desde otras épocas,
sin barreras ni tiempos.
Que el destino sea
tener tus ojos, llevar tu sombra.


Feliz día de la Poesía...

Nadie grita
como grita el poeta.

Gritar como la madre
del ausente,
como la noche
sobre el mendigo,
como un ave rapaz
devorando a la presa
y como la presa
con su voz de muerte.

Gritar de éxtasis,
también de júbilo
como lo hace
el árbol en primavera,
como un niño
si le cortan el cordón,
como un Dios
cuando le mienten.

Si el poeta no es grito
es un famélico fantasma sobremuriendo.


Mar salado

Al final se callaron las voces
y todo fue abismo
                intrépida brisa.

Ellos, los que se fueron,
ahora son los tristes marineros
que vagan por la bruma
               despertando recuerdos.

Ellas abandonaron la música.

El silencio ahora
es un mar salado.


Consigna

Si insistes
entonces habitaremos
todas las encrucijadas.

Será
en el vendaval
que repartiremos las manos,
que cederemos
los ojos, el reptar.

Si así lo quieres
abriremos la puerta
y será la casa
el único refugio,
la última consigna.


Escrache

El gusano se preocupa por su casa,
de los tomates en la puerta
y los huevos en las paredes.
Lee en su ventana la palabra asesino
y le indigna que le ensucien el cristal.

Él tiene un balcón a la calle,
nietos corriendo en su living,
mira televisión,
lee la Biblia, se acuesta temprano.

El gusano ríe,
mientras niños sin nombres
lloran ausencias.



Poemas del libro Desde todos los costados
Textos tomados del blog del autor:


Gustavo Tisocco. Poeta nacido en Corrientes. Reside en Buenos Aires, Argentina


--
Yo nunca seré de piedra.
Gritaré cuando haga falta.
Reiré cuando haga falta.
Cantaré cuando haga falta.
Rafael Alberti
--

Alfredo Luna

un foso palpitante anida al lenguaje

posesiones ya no me quedan:
¿qué puede haber de mí
además del exuberante pan de la miseria?

¿qué hay del amanecer que entraba mansamente
como la esperanza,
cuando la palabra se decía en mí?

nada. un silencio de plomo. un viento fúlgido. 

*  *  * 


arrancar la ceguera con un grito

tengo un sueño hirviendo en la palma de la mano
sucede como viento
y un pálpito oscuro rompe la memoria

apenas alcanzo a nombrarlo
a penas
digo lo imposible de nombrar.

*  *  * 


tu silencio se propaga por mi sangre y quemo

demoradas en mi voz
tus manos oceánicas atraen al olvido
entonces, toda posible curación es equívoca

lo sabes: cualquier gesto es anterior a la palabra
cuando amar es el mandamiento
y el amor, un dios convulso

como tú
las osadas mendigas del amor, mamá,
legan sollozos

como tú
ellas recogen tiernamente lo que deja el tiempo

¿en cada mujer cabe toda el agua del mundo? 

*  *  * 


la noche es un pan duro

desde la noche del dolor yo y nosotros estuvimos ahí
en ese pozo ambulante
desbocado reloj que es tu vientre

ahí, el pulso llega hasta la pleamar de la náusea;
interpela el canto de Dios tu desvelo,
como si Él hubiese hecho algo todos los días

de ese fugaz paraíso
salimos sin pudor, como animales hidrocéfalos,
aprendemos otros nombres,
y las infinitas versiones del error y del castigo. 

*  *  * 


con nosotros, dios tiene mal comportamiento y cae

de esto se duele mi sangre: de no tener una madre audaz;
apenas un animal ciego lamiéndose
que imagina árboles de espuma
olas de montañas en el cielo
y me ve hermoso con lanzas de veneno en la boca

no. tengo una madre fiel a su desdicha, impecable y pulcra;
ángel mustio, se mira en el tiempo que la muerde
y nada le reprocha

hasta el fin de los días seguirán doliéndome en la pena
sus embates de amazona temerosa,
su derroche de lágrimas

como ninguna, alma hostigada por el amor,
tan leal a la soledad, como ninguna

ojalá no gimiera entre el amanecer y el ocaso.
  
*  *  * 


la oscuridad esplende como ráfaga de sol

¿es el amor un abismo que nos mira desde el fondo
de los cándidos días
donde moramos como criaturas inocentes?

¿cómo se ama con este fervor venenoso
que el tiempo vuelve escarcha quebrada,
y nos deja solos?

la noche se desangra en el viento
por eso, no te enamores, madre. ya no.
soy el hijo que nunca termina de ser hijo
y un incendio de voces te nombran. mi pavor te llama.


Poemas del libro palabra matada, presentado en Buenos Aires en mayo 2014


Alfredo Luna. Buenos Aires, Argentina


--
Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos, son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno.
Andrés Castuera-Micher
--

Emilio Núñez Ferreiro

Pibe del 57

    No sé si a todos les pasará lo mismo, pero cada vez que busco una cosa, encuentro otra. Admiro a esa gente que, a sus papeles los guarda prolijamente en un archivo. Yo soy un desastre: Todo en cajas de zapatos. Por ende, entre tanto papeleo, en busca de una factura, se me aparece algo semejante a uno de esos amigos que ya no extrañamos porque hace muchísimo que no sabemos nada de ellos. Pero esta ahí, enfrente de uno. Entonces, la emoción nos embarga.
    Sí, acabo de encontrar una fotografía que tenía olvidada, y me quedo extasiado, contemplándola un buen rato.    
    La fotografía fue tomada en el año 1957, y luego de casi medio siglo, se presenta ante mí como si tal cosa fuera. Esta foto es una impertinente, hace que sensaciones ambiguas acudan a mi ánimo, pues si bien me alegra reencontrarme con ella, a la vez, siento una congoja inexplicable.
    En ella hay un grupo de niños. Debió ser plasmada en pleno invierno, pues tres de los que están parados, tienen sobre el delantal, el sobretodo puesto. Como nunca pertenecí a la pandilla de los más altos, al instante recordé que tendría que buscarme entre los que están sentados en el suelo.
    Hay uno que entre sus manos sostiene una pequeña pizarra que anuncia “6º Grado A 1957”. Con un pañuelo de papel, limpio los anteojos con insistencia. Luego me los coloco, pongo toda mi atención en ese niño, y descubro que estoy lejos de ser ese. Me angustio; sé que estoy ahí, no me explico por qué dudo, lo recuerdo perfectamente, pero en ese instante, me pasa lo que muchas veces:
    No sé quién soy.
   De pronto, la sonrisa de costado, la cabeza un poco inclinada hacia la derecha, las manos entrelazadas sobre la falda del guardapolvo, y un endemoniado remolino al final de la impecable raya del engominado pelo, me dicen a las claras que acabo de hallarme después de cinco décadas.
    Ahora sí, comienzan a "caerme todas las fichas", (como dicen mis hijos). De los 31 compañeros, hay dos que no tengo idea de cómo se llamaban, pero los apellidos del resto me fluyen a modo de cascada. Y por un momento, hasta me parece escuchar la dulce voz de la señorita Raquel, pasando lista.
    Mi atención vuelve a mí, al niño ese que fui. Él me mira sonriente, y yo, algo emocionado, también le sonrío. Llevo mi índice derecho hasta sus manitos. De pronto, todo lo que esas manos han hecho, se me representan como en cámara ligera. Con el mismo dedo acaricio su boca y como en un acto de reflejo, con el otro índice toco los dientes de hoy y me asombro de que sean aún los mismos.
    Las cejas oscuras contrastan con la claridad del pelo, y como están algo caídas, le dan a mi rostro cierto aire de melancolía. Quizás me hallaba en uno de esos días en que el asma me acosaba. Tal vez, como era la última foto que tendría de la Escuela Primaria, estaba pensando qué sería de mí, en la ignota Secundaria. O divagaba, preguntándome, con qué hilos tejería el destino las vidas de Torrillas, Armengol, Bocca, Pedrito Nefi, el entrañable Manolito Seijo… Y tantos otros…
    A algunos los veo de vez en cuando; dos de ellos a menudo… Los otros: Dios sabrá la suerte que amasó para ellos…
   Ahora llega a mis fosas nasales el penetrante aroma a mandarinas verdes, pequeños frutos que robábamos desde la medianera del fondo de la Escuela. Me parece volver a sentir la emoción de ser yo, en un determinado día, el que tiene la dicha de tocar la campana, anunciando la hora de salida.
    Acerco la fotografía a mi boca y me beso. Me beso con el mismo amor que he besado y beso a mis hijos y a mis nietas, y comienzo a verme empañado. Y el pibe que fui me mira, sonriendo de costado, con la cabeza algo inclinada, indiferente a la emoción del viejo que ya es. Pues ahí, en esa fracción de segundo de aquel día, una cámara lo ha eternizado niño. Vuelvo a quitarme los lentes y con el mismo pañuelo, seco el rostro del que soy ahora.
    Me apabullan los recuerdos. Me parece ver los titulares de los periódicos de ese año. Con letras gigantes anuncian que ha comenzado la locura. Los soviéticos han puesto en órbita a la segunda nave Sputnik. Y a mí, lo único que preocupa es la suerte de la perrita Laika.
    En la fotografía no hay ninguna chica, entonces evoco el contacto sutil que teníamos con ellas, o en los recreos o en las nefastas clases de música. Dos ojos verdes se anteponen a las demás nostalgias: Son los de María de los Ángeles, la que por primera vez, me hizo comprobar lo doloroso que puede ser el amor.
    Vuelvo a encontrarme con mi antigua mirada, la sonrisa, las manos, el jopo. Sonrío. Suspiro hondo. Me muerdo un labio. Pregunto:
    - ¿Vos te imaginabas, pibe, que 30 años después se te manifestaría la pasión por la literatura?
    Me responde que sí; que eso siempre estuvo en él y me recuerda que tanto ayer como hoy, nunca nos gustaron las matemáticas.
    - ¿O no te acordás con qué pasión leía todo lo que llegaba a mis manos? Estas que están entrelazadas, las mismas con las que me acaricias ahora. Sí, arrugadas, con alguna que otras cicatrices, (aunque no tantas como las que guardas en el alma). -Me susurra y me imagino que me guiña un ojo.
    Entonces me las miro, y admito que aún hoy, se emocionan al abrir un libro; digamos de García Márquez, José Saramago, Osvaldo Soriano o Mujica Láinez.
    El yo de ayer percibe mi turbación. Desde ese amarillento cartón, con tantos rostros juveniles impresos, me dice que no tenga miedo. Me persuade a acatar, a resignarme que siempre he de tener alguna nana. Trata de convencerme en que nada nos será fácil, pero que no nos impedirá crecer. Que al final, habremos de convertirnos en un hombre sensible, quizás iluso. Decididamente: Un pertinaz soñador de utopías.
    Intento nutrirme de lo que dice de mí (o sea de nosotros). No tengo más remedio que darle la razón. Pues por un momento, hasta me animo a pensar, (y eso no se lo digo, sería petulancia), que en mí no hay lugar para la traición, la ingratitud y el rencor. Tal vez por ser un tipo sencillo. Acaso algo bueno.
    - Y bastante pelotu… -añade, meneando la cabeza.
    - Pará. -le digo. No te pasés de piola. Después de todo, vos podés ser el que soy yo, y a la vez, no ser el mismo. -Agrego.
    Y desde esa sonrisa canchera, me dice que no me la crea. - Que poco a poco, mientras te olvidaste de mí, la vida se ha encargado de templar algunas cosas que de nosotros no te gustaban. Además, te ha sabido inculcar un poco de paciencia y bastante resignación para soportar lo insoportable.
    - Tenés razón, galleguito. -le respondo. Si yo fuera la maestra, te pondría un 10 en filosofía.
    Y el viejo del 2005, sonríe. Es una sonrisa cargada de emoción. Lo hace de costado, exactamente, como el pibe del 57.


Emilio Núñez Ferreiro. Escritor de Barcelona, España. Reside en San Antonio de Padua, Buenos Aires, Argentina


--
Siempre hay algo en nosotros que no madura con la edad.
Jacques Benigne Bossuet
--

Sergio Borao Llop

El poeta y su sombra

Le vi por los caminos de la vida:
Era la viva imagen de la muerte.

Era el poeta caminando solo
por la orilla de un río.

Resultaba difícil
determinar si era
el poeta o su sombra
eso que derivaba en la corriente;
resultaba difícil
saber cuál de las sombras
era real, cuál era
tan sólo una ilusión.

Y el río nunca cuenta sus secretos.


De pronto abrir los ojos

Yo no sé por qué vivo
la vida de este otro
que se parece a mí,
que habla como yo hablo
y ríe como río
pero que no es (¿soy?) yo

si sería tan fácil
saltar, abrir los ojos,
atravesar la línea…
de pronto abrir los ojos
a esa otra realidad
que yo sé que está ahí
pero que no distingo
perdido entre estas calles
que parecen tan sólidas
confinado a estas ropas
cautivo de este cuerpo
que me ahoga y contiene,
anclado
a la expresión idiota de mi rostro
que mira una pantalla
donde bailan las sombras de otras gentes
que,
         lo mismo que yo
tampoco existen.


Rocío

Estrecho manos que se perderán
en las encrucijadas del olvido.

Beso labios efímeros,
destellos en la niebla.

Persigo sombras vagas,
ecos quizá, reflejos.

¿Dónde está el Horizonte
que alguna vez soñamos?

- No hay Horizonte: Sólo
la inasible caricia de la brisa
en su tránsito ciego; solamente
el roce de la vida, insinuado.


Muchos emprendieron este viaje

Muchos emprendieron este viaje
pero llegar
no es sólo una cuestión de fe
o de resistencia,
no es tan sólo el deseo de arribar
o la esperanza ingenua
de un puerto que finalmente nos acoja.

La ruta es muy compleja
y los viajes no son lo que parecen.

Por el camino
vas dejando jirones de tu esencia
y tras unas etapas ya eres otro.

Y comprendes entonces
que ya no sabrás nunca
si vas a terminar lo que empezaste,
no sabrás nunca
si allá en el horizonte existen Ítacas
o fue sólo una ilusión desdibujada
por las certeras llagas
que adornan tu costado.

Pero la fiera voz de tus entrañas
exige un nuevo paso, pues no en vano
hay sangre nómada corriendo por tus venas.


De Por si mañana no amanece
Poemas tomados del blog del autor: http://sergioborao2011.blogspot.com/


Sergio Borao Llop. Zaragoza, España
Ha publicado El alba sin espejos, por el sello eBooks Literatúrame! https://literaturame.net/libro/el-alba-sin-espejos


--
Y no es que existan las casualidades, simplemente cuando alguien busca algo siempre lo encuentra, es el deseo de la persona lo que hace que las cosas sucedan, su necesidad lo lleva a ello.
Hermann Hesse
--


Raúl Pérez Arias

Don Inocencio

Llegó del charco
de agua podrida de pozo
como dice Larralde.
Del peón mal pago
de la changa, el hambre;
mate terere
y una pala
para cavar su soledad.

Llegó como cualquier 
hornero.
Hizo de su vida
una metáfora 
de sol y luna.
Crió hijos, nietos y perros.
Hoy lo asesinó la indiferencia
y está libre. 

*  *  *


Al bajar
cerraduras
relojes de amianto
filo del tren en marcha
paisaje que te aleja
inocencia
camisón
             hastío.
Alguien tocó el timbre
dejó rosas en tu puerta.

*  *  *


Aquella tarde
nunca fue mía
porque hubo golpes
reprimiendo el cansancio
tardío del hambre.
Busqué reposo
en la enagua de tu vientre
pero habías partido
a seguir la lucha
republicana de tus senos.
Y quedé solo
a destiempo
como una contienda
sin palabras.
Cuando volví
yo
apenas si recordaba
quien era
si es que alguien fui
aquella tarde
que nunca fue mía.


Poemas inéditos


Raúl Pérez Arias. Lomas del Mirador, La Matanza, Buenos Aires, Argentina


--
Haz tiempo para todo, y lo que es tuyo vendrá a tus manos en el momento oportuno.
Mahatma Gandhi
--

Sebastián Zampatti

Shhh...apaga esa boca
que ya es la noche.
Tu solo descansa,
relaja los brazos,
estira las piernas
que cuando estés recostada
encenderé la Luna
para que leas
un rato
y después te duermas.


No llovía. Pero la lluvia
no era todo,
tenían
otras cosas:
un par de nubes, las ganas
y en última instancia,
la ducha a seis pasos de la cama.

No llovía. Pero tenían un viento
del norte, cálido,
de esos
que queman las espaldas
desnudas
de los cuerpos desnudos
de los amantes desnudos.

Llovió. Llovió tarde,
cerca
de las tres de la mañana.
Y se levantaron, se vistieron,
y salieron a la calle
a amarse
en un callejón de esos
que a la mayoría los asusta.

Y se amaron. Como dos sedientos
bajo una lluvia fresca a las tres de la mañana.


¿Y el corazón? -preguntas
como si fuera duda que te amara.
¿Y el corazón? -me repito en el silencio…

¿El corazón?
El corazón, un pez en el océano,
un ave una mañana sin viento
sobre el canto de una rama...

¿El corazón? Tendido en una primavera.

El corazón en vuelo permanente,
un sapo alegre entre tus manos,
un hijo nuevo en tu vientre,
el corazón…

¿El corazón? Un grillo cantor,
un tierno corderito en la pradera
en los ojos de una bella pastorcita.

¿El corazón? Un niño saliendo de la escuela.


Quédate. Déjale el río
a los peces que lo nuestro es defendernos
de este abrir temprano de las oficinas
y este saludo a la bandera en los colegios de pago.

Esquivemos el juramento sucio de querernos
que a estas horas y por todos lados
va tocando las bocas de los matrimonios felices
convirtiendo los besos en las sobras de una cena familiar.

La prisa es la costumbre de los que no aman
y en los jardines, ya las hormigas salen por migajas
de hojas pero mi hambre
no se acaba en el café del desayuno
ni mi sed es de agua ni mis ansias de pan.


Si hoy pudieras
ver la tierra
desde el espacio
estoy seguro que verías
por todas partes llamas
resistiendo al viento
inquietas por seguir ardiendo.



Sebastián Zampatti. Tandil, Buenos Aires, Argentina


--
Sólo aquéllos que se arriesgan a ir demasiado lejos pueden descubrir hasta dónde se puede llegar.
T. S. Eliot
--

José Antonio Roldán

II.- Etapa rosa a topitos lila
Comenzando por el principio…de lo que me acuerdo

   Entre las muestras más peculiares de su extraño carácter destacaba, sin duda, la obsesión que sentía hacia el mundo. Claro que especificando un poco diré que lo que verdaderamente temía era encontrarse solo en el inmenso orbe terrestre, y a veces hasta humano. Y es que si nos paramos a pensar sentirse así debe ser tremendamente horrible, porque estar solo en mitad de la nada tiene que ser hasta gratificante…pero estar solo en medio del todo sencillamente es pasar a ser lo más insignificante de la existencia. Aunque en este caso, bajo mi opinión de experto, todo es posible. Estamos ante un sujeto impredecible. Todo un rompecabezas humano, no sólo por la complejidad de su personalidad, sino porque literalmente cuando sentía pánico se pegaba cabezazos contra lo primero que estuviera a su lado. Aún me duele la cabeza cada vez que recuerdo sus visitas a mi consulta. No sé cómo pero siempre se ponía histérico justo cuando estaba enfrente mío, por lo que me era difícil librarme de un cabezazo en toda regla. Menos mal que uno es ingenioso y a la tercera sesión asistí con un casco de fútbol americano puesto. Bueno también me puse el uniforme completo de los Miami Dolphins, porque nunca me gusta vestir desconjuntado y de paso rendía homenaje al mejor quarterback de la historia, Dan Marino. Lo de llevar puestos los leotardos a lo Anna Pavlova es otra historia que no viene al caso.
  Volviendo a mi paciente, éste tenía un gusto tétrico por pasar horas y horas muertas en estrambóticos picnic en el cementerio que se alzaba en lo alto de la colina. Un lugar idóneo para sentirse vivo, lo que le llevó a comprarse un pisito muy cómodo a las afueras de la ciudad desde donde poder divisar el camposanto. Siempre había tenido la sensación, quizás el presentimiento, que llegaría tarde a su propio entierro, aunque desde que se trasladó a su dulce hogar ese sentimiento había ido disminuyéndose, quizás por la atrayente fragancia de los crisantemos que adornaban algunas tumbas o porque su última morada estaba a un tiro de piedra, literalmente hablando, de su vivienda.
  Cuando alguna vez se me ha ocurrido preguntarle sobre esa mortuoria afición siempre me ha respondido con una calma extraordinaria, como si fuese lo más normal ir de camping con la familia, tanto la viva como la que dejó su terrenal transitar, previsiblemente para pasar a un estadio mejor. Sus palabras eran exactamente: “aquí se respira el aire más puro de toda la zona”, me susurraba entre suspiros y acercándoseme demasiado a mis pabellones auditivos. “¿Aire puro?”, me solía yo decir para mis adentros. “¡Pero si lo que huele es más bien comparable con un hedor putrefacto revenido!”, respondía yo mentalmente para no inquietar al egregio ego de mi curioso acompañante. Tan apestosos eran los efluvios que emanaba aquella tierra que cuando iba a visitarlo me llevaba una petaca llena del mejor whisky escocés para olerla de vez en cuando y aislarme del hedor ambiental, bueno también me tomaba un sorbito para reponerme del mal cuerpo que se me ponía. Sin embargo, recuerdo aquellas tardes con alegría, y no sé porqué, siempre terminaba cantando una melodía que mezclaba el My Way de Frank Sinatra, cantos gregorianos y la Macarena de Los del Río. Al final tuve que dejar de cantar, porque al sepulturero de turno no le hacía mucha gracia que me pusiera a bailar la conga con los familiares del entierro que se celebraba en aquellos momentos…¡aguafiestas! Siempre hay algún cafre dispuesto a estropear momentos inolvidables, aunque últimamente para mí casi todos son así…básicamente porque no me acuerdo de casi ninguno.
  A pesar de todo lo dicho aún al día de hoy sigo viendo a mi amigo. Sí, mi amigo, y mucho que me costó alcanzar aquellos lazos de afecto con aquel engendro. No es fácil hacer de un autista introvertido un hombre de masas en sólo unos meses. El hecho de que yo sea un prestigioso psicólogo no había sido un factor decisivo para lograr mi acercamiento a Vladimir, que hasta en su nombre nos evoca caracteres tenebrosos y terroríficos. Por cierto que no difieren en demasía de los de este pequeño ser humano, por clasificarlo dentro de algún género dentro del reino animal. Una “cosa” de apenas 1’39 metros, pelo negruzco y lacio en todo el cuerpo, ojos leoninos y dientes odontológicamente perfectos, de hecho me solía retocar el peinado mirándome en aquellos blanquísimos incisivos.


Fragmento del libro Diario de un psicólogo. “Desde que fui hasta que dejé de serlo”. Ediciones Karussell, 2014.


José Antonio Roldán. Escritor nacido en Barcelona, España


--
No puede el hombre sentirse a gusto sin su propia aprobación.
Mark Twain
--

Marta Zabaleta

Laberinto

La noche está callada.
Los trenes ya no ruedan.
Solo el zumbido de la carretera orbital
rompe el silencio.

Mientras sueño
con un turbante de rosas
duermo
en un nido de abejas.

¿Qué será la reina? ¿una espina?
¿un soplo del destino?
¿una venganza? O apenas
el roce de tu ausencia.
  
Cerca de carretera de circunvalación de Londres, M25, 15 de octubre 2012


Robles y nogales

Me astillé los dedos
recogiendo del viento
las semillas que
caían de esa rama.

No sabía que
vueltas árboles
volverían a cobijarme.

Por eso en tu silencio
junto al fuego escucho
coro de pájaros.

29 de septiembre 2012


Mis versos

han recorrido caminos
que espacian la memoria
de porvenires fallidos
sin viento fresco en la proa.

se entumecen
en mis huesos
y en mis manos duras
hablan
punto y seguido
recuerdos
silenciados por mi boca.
Se van
como burros a la noria.

9 de julio abroad, una argentina de afuera


Rilke anotado

El día me deja encapuchada en la desesperanza, una aleta de pescado me cierra la garganta, no halada, pasa el ave y la mastica. Entera.

Es el viejo regurgitar de las pestañas, la imagen del becerro que nada: en el ventarrón de proa va su mirada.

No porque sea el mío día del repudio a la tortura, ni tampoco,
porque se borren de mis lágrimas
los matices del rojo: existe
este absoluto cansancio del no ser

que revienta en espumas
salivándose.

¿Será el tiempo
una naranja parida en la batalla?

Que se me escapa, que se ya yendo, que
se ha ido, con su sonido falso, el día de mi nombre,

Mi pensamiento va contigo, te estrecha fuerte, ten
millones de cantares y ninguna muerte. Mi última estela
es el cormorán asido de mis alas. 

        26 de junio 2007


Poemas tomados del blog de la autora: http://martazabaleta.blogspot.com/


Marta Zabaleta. Nació en Santa Fe, Argentina. Reside en Londres, Inglaterra


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Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una lucha constante.
George Orwell
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Victoria Asís

Lúdico 

Quise abrir mi ventana y escribirte;
más la puerta de acceso se negó a recibirme.
Supe que mi universo virtual
no tenía señal.

Ideando mil maneras, recurrí a las barras
de inicio, el sistema operativo 
no respondía.

La comunicación con mi ordenador
era nula, 
como pasa a veces entre los dos.

Procesé recuerdos, aromas comunes,
de café, cigarrillos y aquellos que iniciaron
la espera oliendo a olvidos a distancias tan largas
tan nuestras. . .

Ya sin memoria minimizo esta quimera
puedo restaurar mis heridas
incluso olvidarme de ellas, 
vaciarlas en la papelera.


Aridez

Todo su ser es un desierto
brutal en el todo
y la realidad.

Sin la presencia amada ha desaparecido 
la luz los sonidos;

Un gris húmedo y extraño
invade el entorno
la melancolía se apodera de su estar. . .

El vuelo de los cormoranes
es la única señal de vida, de cordura.
Se rompieron los lazos y los ritos

No más esperas. . .
La incertidumbre gozosa la deja sin sueños
sólo la tarde y los silencios la acompañan.


Ayer

Me camina por dentro un paraíso de otoño,
se deshojan mis ramas, se resquebraja la rosa 
que entonces dejaba su fragancia.

Ya no se detienen sus manos en la aldaba
y con el silencio de las horas muertas
llegará el olvido.

Sin poder gritar; mi voz por nombrarte se estrella
como escarcha formando tu sombra,
el miedo crece en mi entorno y me deja al borde
de mi propio abismo. . .


Victoria Asís. Nació en Entre Ríos. Reside en Magdalena, Buenos Aires, Argentina


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La paradoja del amor es ser uno mismo sin dejar de ser dos.
Erich Fromm
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Gonzalo Salesky

Recuerda el viento*

¿Estás soñando
en la misma dirección que va tu alma?
¿Adónde vas?
¿Tan lejos que tu piel te desconoce?
Sales al patio,
ves tu reflejo,
miras la sombra de la luna y te preguntas.
¿Sabes quién eres al fin?
¿Se te ha hecho tarde?
¿Tanto te alejaste de tus sueños?
Pronto saldrá el sol
y el mundo será el mismo para todos.
Pero no para ti.

¿Crees en lo mismo de siempre?
¿Dudas de todo y de todos, hasta de ti?
Recuerda el tiempo
en que fue tuya la aldea,
tuyo el camino de lágrimas.
Cuando el miedo era a lo desconocido,
a los fantasmas del fracaso,
al dolor.
Recuerda el viento que te cobijó
cuando no te habías traicionado.
Cuando la luna era esperanza;
el día, un abrazo
y el silencio, una buena compañía.


*Segundo Premio en Poesía en el Concurso “SADE Joven 2013” (Sociedad Argentina de Escritores, Córdoba)


El astronauta*

Tal vez si pudiera escribir algo bueno, estaría en otro lugar. Con un gran escritorio de madera. De roble, quizá de ébano. Un jarrón caro, lleno de flores regaladas por alguien a quien le importe de verdad. Una ventana abierta. Un jardín. Y un camino de piedras que me lleve a la entrada. Una cerca de madera, pintada de blanco.
Tal vez si fuera claro en lo que siento, podría tener algo mejor de las personas que me rodean. Un oído atento. Una sonrisa. Un grupo de amigos en el que no me sienta extraño. Un buen chiste, de vez en cuando una fina ironía.
Bebo un trago directamente desde la botella. Vuelvo a esconderla entre mi ropa. Paso las hojas hacia atrás. Y releo. Trato de descubrir nuevos sentidos en el papel, en lo que escribo con lápiz. En las frases que sueño. En los textos amargos de cada madrugada.
Creo que es cierto lo que siempre escuché. No se puede sacar nada de adentro si el corazón no sufre. Si el alma no trata de escaparse a otro rincón. Si no busca un refugio, una coraza donde no se sienta sola, lastimada o herida por el mundo más cercano.
Cambio de postura. Mi silla es pequeña, como todo lo demás. Hace que mi espalda duela a la altura del estómago. He pedido una más cómoda, pero no creo que la consigan. No les interesa cómo me encuentro, no les interesa nada de mí. De lo que tengo, nada les sirve. Ni les alcanza, ni les basta.
Trato de no fumar para no llamar la atención ni despertar a nadie. Pero moriría de placer si tuviera un cigarrillo entre mis labios. Sí, el humo me llenaba. Me podía. Sé que es una forma más de contaminar mis sentidos, de apabullarlos. De llenarme de veneno y forzarme a devolver algo mejor.
Igual que muchas otras veces, sonrío. Solo, como un loco. Cuando imagino que mi vida sería igual de vana y patética si me encontrara en una nave espacial, volando durante años hacia un lugar desconocido. Repitiendo cada día los mismos procedimientos con muy pocas variantes. Sabiendo que nada de lo que haga hoy, el mes que viene o dentro de cinco años, puede cambiar mi rumbo o mi destino. Mirando siempre el mismo paisaje por la escotilla, si es que así se llama la pequeña abertura donde se puede ver el espacio exterior. Tampoco llevaría la cuenta de las horas que vivo. Ni me importaría saber si existe algo más allá del almanaque o los relojes. Daría lo mismo.
Mis compañeros siguen siendo el lápiz y el papel. Mi aliada, la botella. Por mucho tiempo más.
La reja vuelve a cerrarse y como cada noche, los guardias apagan la luz. Dejo de imaginar mi viaje intergaláctico y me recuesto, boca arriba.
Beso la foto en la pared. Y les pido a todos mis dioses que me ayuden a recordar cómo es la libertad. Aunque sea en mis sueños.


*Primer Premio en Narrativa en el Concurso “SADE Joven 2013” (Sociedad Argentina de Escritores, Córdoba)


Gonzalo Salesky. Córdoba, Argentina


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La vida es como montar en bicicleta: si quieres mantener el equilibrio, tienes que seguir avanzando.
Albert Einstein
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