viernes, 29 de noviembre de 2013

Analía Pascaner

-Nació en Buenos Aires. Reside en Catamarca, Argentina-


El amor de mi mamá

                 Por los niños que no superaron “la próxima vez”

-Te lo tengo que contar… Disculpá pero te lo tengo que contar…
Hay angustia en la voz masculina. Se interrumpe. Se escuchan murmullos del otro lado de la línea telefónica y de pronto la mujer oye esa voz suave, tierna, amada, esperada:
-Tía, te cuento algo pero no te pongas mal, si? Mamá me empujó por la escalera y…
-Ppero… ¡¿cómo?! ¡qué locura! Ay querido… Pero… ¡¿cómo pudo…?!
Necesita abrazarlo, protegerlo. Desea borrar los mil kilómetros que la separan de ese niño. Necesita envolverlo con su amor, por el niño, por ella misma. Su corazón se detiene en el dolor. Las palabras desaparecen. Una piedra se instala en su abdomen.
-Te… te lastimaste…? Te duele?
¿Cómo preguntar si se lastimó? ¿Acaso importa si siente o no dolor? La mujer se postra y suplica a Dios por alivio para el pequeño, para su alma atormentada y su cuerpito sufriente. ¿Qué señal necesita para cruzar la línea, para interceder, para proteger? Se promete que la próxima vez irá a la policía o al juzgado, o a ambos. Sí… será cuando suceda la próxima vez.
-Un juez de menores te escuchará. Viajo allá y te llevo al Juzgado para que cuentes lo que te ocurre -le explicó la tía dos semanas atrás, cuando comenzó este camino de horror y pidió al pequeño que fuera a vivir con ella. El niño mostró su dolorosa realidad: se siente responsable por sus hermanos menores, prefiere exponer su cuerpo y su alma antes que entregar a sus hermanitos al descontrol materno.
La mujer no tiene fundamentos para rescatarlo. Vive lejos. En su provincia todas las puertas se cierran, algunas ni siquiera se abren. Los menores deben vivir con su madre. No reciben su denuncia porque usted no vive con ellos.
A la mañana siguiente recibe otro llamado del padre adoptivo:
-Te lo tengo que contar… disculpá pero te lo tengo que contar… Hoy mi esposa obligó al nene a prometerle que no regresará de la escuela porque si vuelve a casa lo matará…
-Por favor… hacé algo por favor. No es tu hijo pero debés hacer algo. Si esto les pasara a tus propios hijos realizarías la denuncia y los sacarías de la casa. -Y repitiendo las palabras del día anterior: -Llevalo al hospital, hablá con algún vecino, con la maestra. Por favor reaccioná antes que sea tarde, vos vivís allí, tomá conciencia. Por favor hacé algo… te lo ruego por favor… Yo ya estoy viajando y voy directamente al Juzgado esperando puedas respaldar mi denuncia.
-Y… pero… no sé… es que… ¿sabés…? yo creo que no deberías meterte, yo sólo te cuento para que lo sepas…
Los pensamientos de la mujer se dispersan recordando situaciones referidas por la criatura. Deditos machucados por la puerta. Su ropa cortajeada con tijeras. La hebilla del cinturón estampada en sus brazos. Los padres golpeadores pegan donde no se ve, señora, en esa casa no pasa nada. Rehacer tarea escolar por encontrarla despedazada en la basura. Permanecer de pie en el patio “hasta que el frío te enseñe a respetarme”. Insultos, amenazas. Desprecio, indiferencia. Cargar culpas y miserias ajenas. Parece que hubieran pasado años en esas semanas. La infancia del chiquitín librada a la ira de su madre. Vivir con miedo. ¿Vivir…?
-Sí… voy directamente al Juzgado y también haré la denuncia en la Policía. No importa que esté sola en esto, rescataré a ese niño. El sonido del teléfono la sobresalta. Escucha unos segundos. El móvil cae. La mujer se derrumba. Su mundo se desmorona. Su alma se desgarra.

Los testigos coincidieron. El niño con guardapolvo blanco avanzó hacia la ruta provincial, caminando lenta y pesadamente, sin detenerse, ni siquiera parecía escuchar las advertencias de la gente.
Una joven levantó del suelo un cuaderno escolar y en la última hoja, escrito con roja prolijidad, leyó luego de letras infantiles: ¡Otra vez no has hecho la tarea! Mañana debes venir con tu madre a clase. La muchacha volvió sus ojos al fatídico título: “Dibujar” -y en la línea siguiente- “El amor de mi mamá”. La misma joven se estremeció cuando percibió una dulce sonrisa dando serenidad al rostro de ese angelito. Las autoridades consideraron irrelevante esta información.


                                                                 Otoño 2013

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Muévete y el camino aparecerá.
Proverbio Zen
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16 comentarios:

  1. Doloroso, real, terrible. La violencia impuesta a los niños de muchos lugares, los adultos que no hacen nada para ampararlos, las instituciones... Doloroso y cotidiano, Gracias Any por esta gotita para tomar conciencia. Un abrazo Gus.

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  2. Aterradoras escenas que atraviesan el límite de lo razonable. Abrazos.

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  3. Estas historias que lamentablemente se repiten y nos sentimos impotentes por lo que pasa.
    Gracias por tu aporte desde la literatura.
    Un abrazo
    Betty

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  4. Querida Analìa: un cuento necesario, verdadero , del dolor que sufren en silencio muchos niños golpeados y maltratados (además de los que son alquilados a organizaciones que los obligan a mendigar o a prostituirse, como se ve en el tren en la provincia de Buenos Aires)Un beso grande, y gracias por este cuento Irene Marks

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  5. Rosita Escalada Salvo1 de diciembre de 2013, 19:45

    Tu cuento "El amor de mi madre", me pareció terrible!!! Será porque cerramos los ojos -o miramos para otro lado- ante estas realidades cotidianas que nos dejan impotentes. Saludos desde un domingo muy lluvioso. Con afecto,
    Rosita Escalada Salvo

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  6. Excelente tu cuento. Lástima que deba reflejar una dolorosa realidad, que muchos prefieren ignorar.
    Cris Pampa

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  7. Pero ¡qué triste tu cuento! Supongo que se trata de una madre esquizofrénica, unica explicación, porque en sus crisis agreden siempre a los que más quieren, según me comenta una amiga que tiene ese problema con un nieto (de más de veinte años. el agresivo es él, preferentemente con ella ) ay, leeremos algo más alegre...
    Un fuerte abrazo
    Telma Vaernet

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  8. Queridos Gustavo, Marta, Betty, Irene, Rosita, Cris, Telma:
    Muchas gracias por su lectura y sus conceptos, gracias por su tiempo para leer mi cuento. Aprecio sus palabras. Ojalá sepamos y podamos observar las situaciones cotidianas con otra mirada
    Reciban mi cariño y mis deseos de días bendecidos
    Analía

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  9. Analía:
    dolorosa realidad que puede suceder en cualquier lugar, y esa estupidez del no te metás, o lo dejo para la próxima...Abrazos
    Rosa Lía

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    1. Gracias por tu lectura, querida Rosa Lía.
      Un saudo cordial
      Analía

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  10. Terrible, Analía, y desgraciadamente, puede ser tan real. El maltrato infantil es una lacra que no logra ser superada, tal como todo lo que se deriva de la violencia, pero, lógico!, cuando se trata de niños nos duele el alma.

    Muy logrado tu relato, logra conmover.
    Un agrado volver a leerte.

    Abrazos "manchaditos" desde Chile.

    Amanda.

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    1. Muchas gracias por tu lectura, querida Amanda. Muy agradecida por tus conceptos pues tienes autoridad ya que has escrito importantes cuentos-denuncias respecto al abuso, la violencia.
      MI abrazo, mi cariño y mis deseos de días plenos de recompensas y satisfacciones por tus tareas cotidianas. Que el próximo sea un año venturoso
      Con afecto
      Analía

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  11. Elena Isabel Garritani26 de marzo de 2015, 17:02

    Es un buen cuento. Estremecedor pero creíble.El final es maravilloso (desde la forma que está narrado)

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    1. Muchas gracias por tus conceptos y por tu tiempo para leer mi cuento, querida Elena.
      Coincido, es una historia tristemente creíble.
      Saluditos, que estés muy bien
      Analía

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  12. Muy buenos tus cuentos. Lográs el clima.
    Gracias por tu revista.
    Saludos desde S. C. de Bariloche
    Norma Dus - http://deluruguay.blogspot.com

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    1. Muchas gracias por tus conceptos, Norma, y por tu tiempo para leerme.
      Saludos cordiales, buena semana
      Analía

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Analía Pascaner