martes, 27 de noviembre de 2012

Irma Droz


-Santa María de Punilla, Córdoba, Argentina-   

Abrazos

(“Me duelen los brazos por no tener a quién abrazar…”)
………………………………………………………………………Irene Donn

Sé que duelen los brazos
vacíos de ternura,
como ramas de un árbol
con nidos que ya fueron…
Amanecer sin trinos…
……………………Crepúsculo en silencio…
No regresa el abrazo
que se fue con el viento
y el otoño se instala
……………………pasivo y permanente…

Sé que duelen los brazos.
Tal vez, es solamente a nivel de corteza;
porque la piel que sufre
……………………es sólo piel-madera
que acusa las heridas
y el castigo del tiempo.
Pero la savia-sangre
……………………que fluye entre las venas,
……………………que averigua rincones
sin saber el color de alegrías o penas,

nos mantendrá despiertos
hasta llegar al día del abrazo infinito…

Sé que duelen los brazos
……………………y seguirán doliendo,
……………………cargados o vacíos.
Porque el amor es eso:
……………………dolor en el silencio,
……………………dolor en el olvido
y dolor en el peso de cargar con los frutos,
que entrelazando abrazos,
……………………nos regaló la Vida.


América Madre

Aquí estabas,
……………………antigua y silenciosa…
Serena en tu selva milenaria.
Fecunda en tus ríos y tu suelo.
Virgen de invasores y de agravios,
preñada de frutos y de pájaros…
Aquí estabas con tus hijos:
……………………unos salvajes, otros mansos.
Salvajes como tus montes,
……………………o mansos como tus pampas;
pero tuyos y morenos, como tu piel,
……………………como tu entraña…
Y llegaron los otros,
……………………los hijos de lejanas madres.
Madres también antiguas,
……………………pero dolidas… despojadas…
Violadas por ambiciones desmedidas.
Y así llegaron ellos,
……………………salvajes y ambiciosos.
Tal vez algunos mansos…, pero pocos.
Aquí estabas, mi América Madre,
……………………silenciosa y dispuesta…
Por eso te arrasaron,
……………………violaron tu entraña.
Y tus hijos morenos murieron o mataron,
…………………… (unos salvajes, otros mansos…)
Por eso me dueles, mi tierra morena
de brazos abiertos, hoy crucificados
en este nuevo Gólgota de la violencia cotidiana,
clamando otra vez al Padre
……………………para decir como entonces:
“¡Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen!”.


Crepúsculo

Te me vas de los ojos…
Te me vas de las manos,
así como el crepúsculo
se resbala en los campos.
Mi pena se va cubriendo
de color anaranjado,
mientras las horas se duermen
en la quietud de los cardos…
El crepúsculo va huyendo
por el borde de los pastos.
Crepúsculo entre las flores
y en los árboles callados;
crepúsculo, que en tu adiós,
llenó el hueco de mis manos…
Mi pena se va cubriendo
de color anaranjado;
las horas ya se han dormido
en la quietud de los cardos.


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Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula.
San Agustín

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