lunes, 19 de septiembre de 2011

Emilio Yaggi

-Escritor de Santa Fe. Reside en Catamarca, Argentina-

La colorada de las vaquitas de San Antonio

-Se largó a llover más fuerte y yo, sin paraguas… ¡a correr! Mejor me saco todo esto y lo guardo en el bolso, porque si no, al diablo las hermosas vaquitas de San Antonio de mis auriculares…¡epa!, casi me caigo; estas corridas ya no son para mí. Es que estoy cansada, muy cansada; pasé la noche sin dormir. ¡Aj! no quiero ni acordarme.
-Hola, ¿hay alguien en casa? ¡arriba dormilones! Alberto, bebé… ¡aquí están!
-Hola Cris, estás mojada y pálida…
-¿Cómo se portó mi preciosura?
-Bien, durmió toda la noche. Sólo se despertó una vez a la hora que le correspondía tomar la mamadera. No dejó ni una gota.
-¿Y vos? ¿cómo estás? ¿descansaste?
-Mal, vos sabés que estoy mal. No soporto todo lo que nos está pasando…
-Yo tampoco, me asquea, pero qué otra salida tenemos… ¿qué otra salida rápida tenemos? ¿qué otra cosa podemos hacer? A varias personas les pedí que si sabían de algún laburito para mí me avisaran, así dejo esta basura… ¿qué otra cosa podemos hacer?
-Esa es la eterna pregunta. Anoche mandé mi currículum a un par de lugares, vamos a ver qué pasa. También me ofrecí para cortar el césped en la casa linda de la avenida y tengo que ir el martes; algo es algo, ¿no? Se te desarmó una trencita, Colorada…
-Qué querés, con tanto trajín; cinco tipos… ¡asquerosos!, ¡repugnantes!...Tengo que bañarme lo antes posible… ¡qué asco! Necesito purificarme, estar limpia para abrazar a mi angelito y a vos, pero cuando esté limpia…
-Andá Cris, hay agua calentita. ¿Te preparo algo para comer o tomamos mates?
-Tomemos mates…ya vuelvo.
-¡País de porquería! ¡País de porquería! ¡Que a los cuarenta años un hombre ya no sirva para trabajar! ¿Y los estudios, la experiencia? ¿No sirven para nada? No sé si en todos lados será igual; sí, los tiempos son así, pero qué me importa, el jodido soy yo y mi familia. Quedás enganchado con deudas y si no pagás te embargan todo o te quitan lo que con tanto esfuerzo habías logrado… ¡maldición!, ¡recontra maldición!...
-Alberto, ¡qué pasa? ¿Estás gritando o es la tele? Me pareció escuchar unos golpes…
-No pasa nada mujer, es la tele, bañate tranquila…después se preguntan por qué los hombres viven menos que las mujeres, o por qué hay más suicidios entre los hombres que entre las mujeres…qué otra salida hay…es que vas cayendo en un pozo, un pozo negro; un torbellino que te hace girar y girar y perder la noción del entorno y se te pegotea el desprecio propio, ya no ves nada, todo está muy oscuro, se pierden los valores, te vas hundiendo, te traga la ciénaga…
-Alberto, me alcanzás la toalla por favor.
-Si Colorada, ya te la llevo; acá está; ya está el mate listo…
-Enseguida estoy con vos y con mi corazoncito.
-…y pasás a ser un cero a la izquierda, un don nadie, nada; se te cierran todas las puertas, no se te ocurre nada y llegás a esto…
-Listo, aquí estoy, dame a mi niño, mi dulce, mi ilusión, y dame un beso. Por favor secate esas lágrimas, no hagas más difícil mi situación. Esto no va a durar toda la vida; creo que en poco tiempo podré dejarlo y trataremos de olvidar. Trataremos.
-Sos tan buena Colorada, no merecés lo que estás pasando…
-Nadie lo merece, vos tampoco. Dame un mate.
-Sí.
-¡Hola mi bebé! ¡Aquí está tu mamá! ¡Qué precioso estás! ¿Así que te portás bien, dormís toda la noche y tomás la mamadera entera? ¡Mi amor! Espero que nunca te enteres de lo que estoy haciendo, pero aunque lo que hago no sea lo mejor, también lo hago por vos mi vida, por vos.
-Ahora no llores vos; valés oro Colorada, y yo soy una basura.
-¡No vuelvas a repetir eso! La vida ya te dará y nos dará una nueva oportunidad. Te amo. Abrazame.
-Valés oro, de verdad…ya vamos a salir de ésta…
-¡Claro que sí!


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Se cree en la sangre que corre, y se duda de las lágrimas.
Alfred de Musset

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