jueves, 29 de julio de 2010

Maritza Álvarez

-Villa Alemana, Chile-

Botero

Se aleja el botero y su carga preciosa. Las aguas tranquilas respiran de la paz de este hombre, que con su sabiduría y su remo avanza río abajo. Su rostro vívido, dorado por el sol y expresivo como él, manifiesta esa plenitud que sólo es reflejo de una felicidad esquiva pero alcanzable.
Camino por el sendero adjunto. Sospecho sus pensamientos y mi corazón tiembla al sentir las voces que cantan en el agua transparente.
Los árboles tiñen de amarillos y rojos. El otoño les ha hecho el amor. Yo piso algunas hojas caídas. Siento la potencia de esta hora dentro mío.
Pronto llega hasta el lugar que buscaba. Siempre llega. Siempre lo hace.
Justo en una desembocadura, donde se abre la tierra para dar paso al remanso, los brazos hermanos, corrientes de aguas leves, siguen su curso. A otros guiarán. A otros les hablarán. Y sólo ellos entenderán.
Se ha sentado a descansar y contempla el cielo maravillado y sereno. Los arreboles lo sorprenden aún.
Los desafíos son de él.
Las victorias también.


Somos testigos

Dirás que son árboles viejos…que su corteza no permanece. Se caen y doblan de a poco. Se secan al sol en una espera sin sentido, en el ocaso implacable de sus vidas. Podrás pensar que son como hojas que en el otoño amarillan, marchitan y otras cosas que no quiero decir.
Y ellos lo hacen, es cierto, frente a nuestras narices, aventuran la última posibilidad en las postas de los hospitales, donde se están apagando de a cuatro por semana y contando…
En nuestros barrios, solos (qué pocos saludos tienen los viejos!)…
En alguna pieza al fondo, muy al fondo de la casa de sus hijos, duermen sus tristezas, se relegan a la incomprensión, se confinan a la vida sin razón. Hemos internado en el patio trasero a la edad de la supuesta serenidad.
Dirás que la cordura no es precisamente su fiel compañera…que sus historias cansadas y repetidas hasta fastidiar los corazones, ya no puedes ni quieres escuchar…
Sector vejado por nuestra sociedad, casi parias sin derechos, que suplican los pesos de la jubilación, para pasar un día más.
Una espera más, en las postas sucias y miserables de nuestra conciencia de “humanidad”.

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Si estás bueno del estómago, y no te duele ningún costado y puedes andar con tus pies, ninguna otra cosa mejor te podrán añadir todas las riquezas de los reyes.
Quinto Horacio Flaco

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3 comentarios:

  1. Muchas felicitaciones querida Maritza!

    Besos y abrazos!

    Ian.

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  2. Querida Maritza: Ha sido gusto publicar tus prosas reflexivas y sentidas. Muchas gracias.
    Gracias Ian, por pasar por aquí.
    Un saludito cordial
    Analía

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Analía Pascaner