lunes, 26 de abril de 2010

Carlos Benítez Villodres

-Málaga, España-

Cantigas de caminante


…………XIII

Salí de la muchedumbre
con un esfuerzo sin nombre;
dentro de mí estaba el hombre
que sembró mi pesadumbre.
Absorto en tu propia lumbre
de vida que nunca miente,
me abracé gozosamente,
con hermosos balanceos,
al cuerpo de tus deseos
atraído por mi fuente.

…………XIV

Soy tu sol. Tú la ventura
que deleita a mis viñedos,
taladores de los miedos
surgidos de la censura.
Por ello, mi voz madura
con valor se manifiesta,
loando cualquier protesta
del pueblo desamparado
contra quien enloda el prado
con cada inútil respuesta.

…………XV

Me encuentro en el nuevo día,
nacido de la esperanza,
las mieles de tu confianza,
sol para la vida mía.
¡Venus! ¡Venus!, repetía
al sentir los resplandores
de tus encantos cantores
en las venas de mi mundo
que conoce lo profundo
de la risa sin temores.

…………… Del libro Cantigas de caminante
…………… Editorial Granada Club Selección. Granada, España, 2009

…………… * * *

Hoy…, así soy yo

Juego con las palabras. Y mi mente
brumosa es hoy un río sin campanas.
¿Dónde está aquel jardín que tú engalanas?
¿Por qué la mar me baila indiferente?

¿Cuándo me extasiaré con la naciente
luz que me abraza todas las mañanas?
¿Beberé cielo azul de tus fontanas…,
o aquellos lodos de cristal hiriente?

Tal vez golpeen mil veces mi alma
los toros alocados de la vida,
pero ni así enmudecerán mi voz.

Hoy…, sólo soy un ser de un mar sin calma,
cautivo de la noche sumergida
bajo un mundo de código feroz.

…………… Del libro inédito Autobiografía en 7 x 7 sonetos

…………… * * *

Calle solitaria

Nadie viene. Nadie va. Nadie vuelve.
Nadie cuidará tus jazmines y tus cielos.
Nadie entrará en tu casa, ni alimentará
el fuego de tu esperanza ya desesperanzada.
La noche camina a ciegas
por los escalones de tus pulsos,
como un silencio errabundo, melancólico.
Hasta la mar y los ríos que hablan
se han ausentado de tus jardines secos, desesperados,
de tu hogar todo tinieblas y sin movimiento.
Alocadamente se entrecruzan tus guerras,
batalla tras batalla, sobre los campos
del desasosiego que crece y crece
atado a la oscuridad que anida en tu sangre
ansiosa de senderos nuevos y de ese viento
amado que pronuncie tu nombre, que bese
tu cuerpo. Pero nadie viene a ti.
Nadie avanza, nadie retrocede por la calle
solitaria de tu noche sin luna ni estrellas,
en tinieblas alma adentro,
en tinieblas alma afuera. Se te fueron la alegría,
los sueños, la sonrisa por tu calle
solitaria, interminable, brutalmente helada,
como un llanto sin lágrimas, deshabitado.
Se te fueron. Se te fueron. Se te fueron
sin decir una palabra, sin un beso de despedida.
Se te fueron por tu calle solitaria.

………………………… Del libro El jardín habitado
………………………… Editorial Corona del Sur. Málaga, España, 2002

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Feliz quien puede llamar suyo el día en que vive y para sus adentros piensa: mañana Dios dirá, porque ya viví hoy.
John Dryden

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