martes, 24 de marzo de 2009

Editorial

...................................
con voz propia nº 28 - marzo 2009

revista literaria



....................Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar?
.....................................................................Frida Kahlo




.................Señora de ojos vendados
.................que estás en los tribunales
.................sin ver a los abogados,
.................baja de tus pedestales.
.................Quítate la venda y mira
.................cuánta mentira.
.................
.................Señora de ojos vendados,
.................con la espada y la balanza
.................a los justos humillados
.................no les robes la esperanza.
.................Dales la razón y llora
.................porque ya es hora.

.................María Elena Walsh, Oración a la justicia



Francisco Urondo
Nació en Santa Fe y vivió en Buenos Aires (Argentina), 1930-1976

Benefacción


Piedad para los equivocados, para
los que apuraron el paso y los torpes
de lentitud. Para los que hablaron bajo tortura
o presión de cualquier tipo, para los que supieron
callar a tiempo o no pudieron mover
un dedo; perdón por los desaires con que nos trata
la suerte; por titubeos y balbuceos. Perdón
por el campo que crece en estos espacios de la época
trabajosa, soberbia. Perdón
por dejarse acunar entre huesos
y tierras, sabihondos y suicidas, ardores
y ocasos, imaginaciones perdidas y penumbras.

…………………………………
Tomado de http://www.poemasde.net/

……………………* * *

…………Roberto Santoro
…………
Buenos Aires (Argentina), 1939-1977

…………Cuadro

…………Cada vez que hay un problema
…………el juez levanta el martillo
…………y el país se hunde
…………más adentro.

……………………Del periódico Alberdi (Edición Nº 2650, 20 de abril de 1974)
……………………Tomado de http://www.paginadepoesia.com.ar/

…………* * *

Dardo Dorronzoro
Nació en San Andrés de Giles, se radicó en Luján, provincia de Buenos Aires (Argentina), 1913-1976

Alguna vez


Alguna vez fui alguien que viajó en el fuelle de los trenes,
fui el hombre que había perdido la hora de tus pasos;
alguna vez fue solamente una soledosa tierra de nadie,
dos labios para decir tu nombre en la noche,
dos labios
para besar la boca de tu larga ausencia, pero
mírame ahora, coloca tu mano aquí, donde
están las flores de tus ojos y oirás el paso de tu
amor por mis venas, oirás
tu nombre, la luz
de tu respiración
y este viento
que ahora sacude mi sauce, esta lenta lluvia, este marzo,
esta noche
que pasa
lentamente por
los extramuros de mi sangre sola. No, no me importa,

que tu amor tiene el tamaño de un horizonte,

que tu amor y el mío no caben
en este profundo misterio de la noche.

......Tomado de Isla Negra, editada por Gabriel Impaglione


Santoro, Urondo y Dorronzoro fueron secuestrados en tiempos de la dictadura militar que asoló al país entre 1976 y 1983



.................A dónde van los desaparecidos
.................busca en el agua y en los matorrales
.................y por qué es que se desaparecen
.................por qué no todos somos iguales
.................y cuándo vuelve el desaparecido
.................cada vez que lo trae el pensamiento
.................cómo se le habla al desaparecido
.................con la emoción apretando por dentro
.................oh…

.................Rubén Blades, Desapariciones

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.....................................Edición y dirección: Analía Pascaner
.....................................
San Fernando del Valle de Catamarca
.....................................Catamarca – Argentina
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Alejandro Drewes

-Buenos Aires (Argentina)-

En torno a Karel Kryl: voz desde el exilio

Resuena esa voz, no se extingue en la loca carrera de los años. Pasaron guerras y revoluciones, los tanques de la Historia pasaron y sus garras de acero veloces y ciegas araron de nuevo los campos sembrados.
………………………………………………………………………………………………………
A Karel Kryl, en 1994:

Retumban los ecos desolados de la guitarra bajo rigurosa vigilancia, y la nieve sigue cayendo imparcialmente a derecha e izquierda de los trenes.
Blanco sobre negro, sobre rojo. Navidad de 1944, caminos del invierno a pura sangre y fuego, el futuro a la espalda entrevisto al otro lado del único refugio posible. La gorra de Clementis saludando a la nación inmóvil, vueltas de la Historia y sus grandes pájaros negros.
1968: excepto en Praga, primavera en todas partes. Los carteles de advertencia en cada calle y luego las piedras sin peso rebotando contra el acero de los tanques.
Kundera limpiando ventanas y tú empecinado cantando en medio de las fotos borradas, de las cintas quemadas, de los testamentos traicionados.
En lugares clandestinos tu canto y los ojos cada vez un poco más tristes, recordando otros ojos tal vez y un bosque perdido, un imposible paisaje de Moravia. Es otro el tiempo que te deja en la estación y esas cartas desleídas por el agua. Es otro ese tiempo y ya no vuelve.
Canta, hermano, para siempre canta, para los que ya no pueden escuchar. Por favor, con esa tu única voz, canta, no invites al silencio. No te caigas y canta como siempre, en tu lengua. Pues ya no se habla ruso en los bares y se alza un coro de violines hoy en el metro: la melodía es del mismo corazón de tu gente y tan tuya.
Arduo amanece un pálido hilo de sol entre nubes y borrasca, arduo amanece este día como si Dios mismo lo estuviera pariendo.


Alejandro Drewes

…………* * *

¡Hermanito, cierra la puerta! / Bratrícku, zavírej vrátka!
Karel Kryl, cantautor checo
(Kromeríz, Checoslovaquia, 1944 - Munich, Alemania, 1994)


No llores,
hermanito:
esto no son fantasmas
ya eres grande, muchacho
son sólo soldados
que llegaron en las casitas angulares
de hierro.
Con lágrima sobre párpado
ahora nos miramos uno al otro.

¡Quédate conmigo, hermanito!
Yo me preocupo por ti
en caminos serpenteantes,
hermanito, en tus zapatos pequeñitos.

Coro:
Está lloviendo y ya es oscuridad
Esta noche no será corta.
¡El lobo quiere su chivo, hermanito!

¿Cerraste la puerta?
No llores, hermanito, no gastes tus lágrimas
ignora los insultos y ahorra tu energía.
No puedes reprocharme si no vamos hasta allí
Aprende la canción
no es tan difícil.
Apóyate, hermanito.

El camino es fangoso.
Vamos a tropezar
y ya no podemos regresar.
Está lloviendo y ya es oscuro.

Esta noche no será corta.
¡El lobo quiere su chivo, hermanito!

¡Cierra la puerta!

http://www.es.wikipedia.org/wiki/Karel_Kryl
Podés escuchar esta canción en:

http://www.youtube.com/watch?v=DJ4WO7fanT4 con las imágenes de la invasión y ocupación de Praga por los rusos (1968)


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Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear.
Mahatma Gandhi


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Francisco Cenamor

-Leganés, España-

cansancio ajeno

hay cada mañana una mujer maría
que se sienta al borde del abismo de su cama
mira hacia abajo antes de saltar
y duda sin remedio de si irá al trabajo

hay cada tarde un hombre manuel
que se sienta cansado en un banco del gimnasio
mira su peluda barriga que no baja
y piensa en sacar mañana todo su dinero e irse

hay también cada mañana un joven raúl
que coge sus libros para ir al instituto
mira con ojos dormidos el desorden de su mesa
y encuentra el cedé que le gustaría quedarse a escuchar

hay cada atardecer una abuela cipriana
que abandona con paso cansado el cementerio
mira con envidia la tumba del marido
y siente que pronto se liberará de su pesado cuerpo

hay cansancio en estos días extraños
y aunque me levanto de la mesa y lo dejo
me dan ganas de escribir al final del poema
que tal vez sean mis ojos los que se han cansado

…………Del libro Asamblea de palabras (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2007)


generosidad

cómo nos cuesta aún dar un beso
un abrazo o una caricia
nos valoramos tanto como el oro
y egoístas
lo retenemos
como si el cariño se gastase

nuestro cuerpo es nuestro
y a la vez
no nos pertenece
porque nacemos de un acto de creación

malgastemos juntos los besos
los abrazos y las caricias
no dejemos ni un solo momento de ternura
para la tierra que nos habrá de secuestrar
para el aire que llevará nuestras cenizas
demos al otro nuestro cuerpo
como el agua que necesita el sediento

seamos por fin libertad
pues no hay ser más libre
que aquel que se entrega a los demás

…………Del libro Ángeles sin cielo (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2003)


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…porque ya se sabe que amontonados dolores se desgastan entre sí, y el movimiento y el cambio hacen que el alma medio se olvide del cuerpo y de ella misma.
Luis Franco


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David Slodky

-Salta (Argentina)-

Ceremonias


Es terrible, sí, pero siento alivio… Su locura me exasperaba. Lavarse las manos 80 veces por día, levantarse 6 veces cada noche para asegurarse que la puerta esté con llave, sus extrañas ceremonias con los fósforos antes de encender la cocina… ¡Me era insoportable ya! Ayer se fue. Por un mes voy a dar dos vueltas a la silla antes de sentarme, para asegurarme que no vuelva…


El amor y la muerte

-¡No se encariñen tanto con Boby, que después, cuando los perros se mueren, se sufre muchísimo! -dijo la madre a sus pequeños hijos.
-Qué tontería -dijo el de 7 años, mirándola-: es como decirnos que no te queramos a vos, porque algún día te vas a morir.
La madre calló, azorada.
Acarició luego al perro.


La valija

Se fue al atardecer, con el alma en un puño.
Al día siguiente, pasada la noche mitad insomnio y mitad pesadilla, volvió. Temblando, buscó la nota donde seguramente ella le diría que no se la preparó, que no se fuera, que la esperara, que tenían que hablar, que no podían tirar así años de devoción.
Miró absorto su ropa, cuidadosamente doblada en la valija. Se sintió desfallecer. Ella estaría en su trabajo, allí, donde conoció al otro.
Ya sin alma se fue, con la valija en un puño.


Nunca más

Cuando se lo comentó, como al pasar, pudo notar su ligero estremecimiento. Atento, perspicaz, le bastó para confirmar definitivamente sus sospechas. Esa noche, mientras ella dormía, la observó largamente. ¡Con quién estaría soñando, con ese rostro de felicidad! Apretó la almohada contra su rostro. Aguantó las desesperadas sacudidas, las convulsiones, los estertores... ¡Puta de mierda! ¡Nunca más, ni siquiera en sueños!


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Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.
Gabriel García Márquez

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Viviana Walczak

-La Lucila, provincia de Buenos Aires (Argentina)-

……………………A las víctimas del genocidio y a los que aún
……………………transitan por el planeta indiferentes al dolor ajeno.

Escombros

En el llanto del niño
que entre escombros
busca
la materna mano rígida,
soy lágrima impotente
y voz amordazada
en la acústica de un eco,
que sobrevive enlutada.

Debris

In the weeping of a child
among the debris
he is looking for his mother’s
motionless figure.
I am a barren teardrop
and a muffled voice
in the acoustic of an echo,
surviving only by mourning.

Macerie

Nel pianto del bimbo
che fra le macerie,
cerca
la materna mano rigida,
sono lacrima impotente
e voce soffocata
nell’ acustica di un eco,
che luttuosa sopravvive.


……* * *

La sirena de Ulises

Callabas…
tu rostro misterioso
era pálida esfinge.
Sólo el susurro del viento
invadía el sopor del aire.
El deseo silencioso
coronó la noche insomne
y tú, melancólica musa,
entre ardientes abrazos
y proféticos cantos,
desperezabas
del milenario letargo,
sobre la aguzada escollera
de maléficas sirenas.
Embriagadora…
bella noctiluca iridiscente,
cruel e irresistible,
me devorabas…


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Por intentar lo imposible dicen que soy loco. Defenderé mi locura hasta la muerte.
René Favaloro

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María Elena Tolosa

-Villa María, provincia de Córdoba (Argentina)-

IV


Sólo veía el pasto
y las ramas que crecían como niños sanos.
Se levantaba de la mesa,
temblaban los muros con el estruendo,
los cerdos osaban el verde
comiéndose las manos de los niños.
Podaba el laurel
con la gastada piel de sus manos en sangre,
y la envejecida reja se abría
como un útero expulsando vida.
Los domingos se inmolaba
en su sacrílega misa.
Después, apilando ladrillos,
se arreglaba el pelo.
Por la noche el pasto se cubría de rocío.
Nadie lo sabía.

Se desorbitaban los ojos de mi padre.


V

Me acuso piedra muda de formas,
ciega de emociones empujada al vacío.
Siento una cruz hundida
en el pecho muerto.
El horizonte, los árboles, los colores
y esta puñalada que atraviesa mi cuerpo.
Inquieta tanto misterio.
Y sentir un lívido fracaso
transitando mis venas.
Un pensamiento absurdo,
sí.
Y la herida de mi alma.


XIV

Cae la lluvia.
La hamaca se balancea con el viento.
Corren descalzas.
Siempre el mismo reproche:
“Los árboles se aflojan”.
La madera y la soga ya estarán mojadas,
piensan...
cómo pasar una tarde sin el columpio.
Pegadas al vidrio de la ventana
aguardan que amaine la tormenta,
en los charcos,
las gotas perforan los sueños.
Vuelan las manos en busca de la tijera.
Cuando cesa el viento
la casa se llena de muñequitos de papel.

…......…………………Textos enviados por la escritora Alicia Perrig

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Sé que se dice por ahí que la creatividad es femenina y la voluntad masculina, pero me parece que la creatividad de la mujer es porque necesita recrear constantemente lo que el hombre destruye, y en cuanto a la voluntad masculina no la creo posible si no se lo hace todo por una mujer.
Agustín Elías Jijena Sánchez


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Francisco Garzón Céspedes

-Madrid (España)-

El hijo de la cuentera


La cuentera tuvo un hijo. Un momento antes de engendrarlo soñó que despertaba al ser besada por un príncipe. En verdad, el otro necesario para engendrar había sido elegido en amor. Era un mago. No cualquier príncipe, el de la ilusión. En el instante mismo en que el cuerpo de la cuentera se unió a ese otro cuerpo, como si tocados por una varita mágica pudieran fundirse en uno, ella pensó en la mujer verde y en el hombre violeta del cuento tantas veces contado: aquel dragón violeta dejándose ir en aquella cascada de peces verdes. Cuando el hijo nació, era tan pequeño que la cuentera recordó a Pulgarcito, e instintivamente le revisó los pies en busca de las botas de siete leguas. Sintió miedo de los gigantescos ogros que su hijo encontraría a lo largo de la vida. Luego sonrió, porque se dijo, ah, se dijo como Meñique, que “el saber vale más que la fuerza” y ya ella se preocuparía de ese saber. Que si cuentos, que si refranes, que si trabalenguas, que si adivinanzas. Decidió comenzar a enseñarle sin esperar más. Al crecer le tocaría al padre, que le enseñaría a reaparecer intacto después de cada ilusión. Ahora era el turno de la cuentera. Ahora era el turno de los dioses humanos. Y cada día ella contaba a su hijo, aunque todos a su alrededor exclamaban que aún no podía entenderla. Pasados unos meses, cuando su hijo empezó a hablar, las primeras palabras no fueron: “hambre” o “sed” tampoco precisamente “madre” o “padre”, aunque de algún modo esto fue dicho cuando la frase mágica aleteó en los labios y el hijo de la cuentera balbuceó: “Había una vez…”.

…………………………………………Tomado de la Colección Gaviotas de azogue 34


Algo de placer

El tenedor, que no puede evitar que el cuchillo penetre por entre sus dientes, como nunca se da por vencido, gira sobre sí, apresándolo. Algo de placer flota en el aire. Por lo que el tenedor, que no puede evitar que el cuchillo penetre por entre sus dientes, gira sobre sí, apresándolo. Algo de placer flota…


Desde antes se han mirado

El hombre y la mujer caminan en sentidos diferentes y se cruzarán. Desde antes se han mirado y han fingido no haberse visto. Cuando se cruzan, ella con su mano izquierda le roza un muslo. Él con su mano izquierda le roza una cadera. Unos pasos más allá, como si algo hubieran olvidado, giran, se regresan, fingen que nada ha ocurrido. Cuando se cruzan, ella con su mano izquierda le roza una cadera. Él con su mano izquierda le roza un muslo. Unos pasos más allá, como si lo olvidado no importara, giran, se regresan, fingen que nada ha ocurrido. Cuando se cruzan están de nuevo cada uno en la dirección en que caminaban inicialmente. El hombre y la mujer no se miran. Quizás no han fingido. Quizás no se han mirado porque no se han visto. Quizás todos los roces, tan correspondientes, han sido casuales. Casuales.


El francotirador y el aro de bicicleta

El francotirador conocía bien a aquel hombre que tenía en el punto de mira. Habían crecido juntos en la misma calle de polvo de metales. De niños jugaban con un aro de bicicleta sin rayos. Era rueda. Era anillo para una danza de malabarismos. Era saco de tesoros sobre la espalda. El francotirador tenía al hombre en el centro mismo del punto de mira. Insuperable amigo. Tenía que disparar. Inolvidable amigo. Dispararía. El hombre, allá a lo lejos, levantó del suelo un círculo refulgente de metal. Volvió a depositarlo y, de canto, lo echó a rodar en dirección al oculto francotirador. El enigma es: ¿Sonó o no sonó un disparo? Volveré a contarlo porque no seré yo quien asuma la responsabilidad de acabar. El francotirador conocía bien a aquel hombre que tenía en el punto de mira…

......……Los tres últimos textos pertenecen a Gaviotas de azogue 57

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Tales decía que no existía diferencia entre la vida y la muerte.
-¿Por qué no mueres, entonces? -le preguntaron.
-Porque no hay diferencia alguna -repuso.
Diógenes Laercio


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Marta Zabaleta

-Poeta nacida en Santa Fe (Argentina), reside en Londres (Inglaterra)-

Fragmentos sin colorear


La lluvia
insidiosa
interrumpe en el techo
mi sueño mañanero.

Al despertar,
moría.

Arribé así a Sarajevo
desconociéndome, como si ya no fuera
de los tíos Jakas
la sobrina del Plata. No bastaron
para tranquilizarme
muchas más horas ni los sueños
que inoportunos
me trajeron
a saludarte. Te encuentro ciega.
Atendida por tu hermana
ya muerta
y la enfermera que excitada me explica
que te han retocado la cara,
(sin querer, la sonrisa)
con el láser a la vista.

Me alarmo y casi me despierto
cuando entra un hombre bello
de pelo largo y perfil de Guevara
que ha venido a ofrecerme un té:
¿con leche?
¿con limón?
¿claro?
¿oscuro?
¿argentino, chileno, danés, o yugoslavo?

No, escocés,
si, gracias, hijo, apenas
un redbush africano
servido en tacita
de té inglés
a media tarde. Dormida
hasta el hartazgo.
me asomo a la ventana, y es de día.

……………………Epping, 19 de enero 2009


Fosas comunes de huesos incontables

me llevaron los pies sin preguntarme
a ese lugar que juntó tu tristeza
y puedo estar contigo acompañada
de muertes mal habidas en madrugada
y apagarme
cada vez que el sol me anuncie que es mañana.

pero mis labios aún murmuran tu nombre
el rocío salpica de gotas por tu rostro y tú sonríes
mientras mi ser se pliega, ciego y mudo, te recuerda
jugando con tu perro esta mañana.


Poema publicado por Diario La Voz del Interior (Córdoba, Argentina) y Lexia (Rosario, Argentina)

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El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan.
Autor desconocido

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Melba Fernández Olivares

-Moa, Holguín (Cuba)-

Yo mujer

Una mujer es un sueño
Una mujer es un nombre
Una mujer es poseía
……………………………… Es luz
………………………………..………Es cantar.
Hay una mujer que no duerme
porque espera algún sueño.
Se sienta en la plaza,
se pinta los labios y aguarda paciente que llegue su amado.

Pero una mujer no es un nombre,
es un grito que lucha su eco

…………………………………………Es reintento
……………………………….. …………………………Es germinal en espera.

Una mujer es el poeta o poetiza que inventa su mundo
Es el desenlace,
……………………….la trama,
………………………………………el inicio
o a la inversa.
Porque no se reúne en un bar,
ni se ensucia la ropa
ni suspira despacio chupando su pipa.

La mujer que te habla
se crea su mundo
se acuña su nombre
Escribe poesía y su luz va guiando su andar.


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¿Cuál era su secreto? ¿Quién amparaba sus aflicciones? ¿De dónde sacaba el talento que la mantenía erguida frente a las peores desgracias? Un día le contó su secreto a una mujer joven cuya pena parecía no tener remedio.
-Hay muchas maneras de dividir a los seres humanos -le dijo-. Yo los divido entre los que se arrugan para arriba y los que se arrugan para abajo, y quiero pertenecer a los primeros. Quiero que mi cara de vieja no sea triste, quiero tener las arrugas de la risa y llevármelas conmigo al otro mundo. Quién sabe lo que habrá que enfrentar allá.
Ángeles Mastretta


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Stella Maris Taboro

-San Jorge, provincia de Santa Fe (Argentina)-

Así somos


Las mujeres somos,
mariposa profunda,
alas del aire y hálito de luz.
Tierra y ángel,
esencia de melodías
con latidos que retumban
hasta en los abismos.
Como se da una flor
en su néctar y color,
así somos.
Lámpara eterna,
hada que sin rimas
conllevan el ritmo
de la magia,
Agua del cielo
con ramas de manos
que amasan sólo amor.
Así somos
capullo intuitivo
que se vuelve poesía,
sensitiva cruzada
de esfuerzos.
Colinas de azucenas cristalinas
gracioso perfume
de campanillas azules,
camino de rocío,
derramando perlas y
brillos sin igual.

¡Así somos!


Desde el brillo de una estrella

……………………………“Desde el brillo de una estrella,
……………………………aún ven espinas, en los rostros de muchos niños”

Un día de marzo sigue colgando
como puñal hiriente en la memoria.
En la pared del recuerdo
pinceladas rojas de sangre.
Un día cualquiera
mucho antes, de ese marzo
un cielo confundido
vio extender
las alas de un cóndor desconocido.
Aturdido el cielo
por esos aleteos de fusiles
sintió que la libertad
quedó con sus alas rotas.
Y el cielo de Rubén, Daniel y Juan,
soltando alboradas de ideales,
arriando en el aire barriletes de ilusiones,
inventando cántaros
para saciar la sed de los pobres,
se hundió en la sombra larga de la muerte.
Llega el viento
trae espejos de su lucha
y los espejos aún reflejan
ilusiones heridas sin cicatrizar.
Ellos que sembraron sueños
más posibles que las utopías,
desde el brillo de una estrella,
aun ven espinas
en los rostros de los niños
tiritando bajo un puente,
barajando en el aire pelotitas,
en cualquier semáforo
de cualquier ciudad.


Rubén, Daniel y Juan fueron jóvenes de la ciudad de San Jorge, desaparecidos entre la época de la triple A y la dictadura militar en la República Argentina.


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Quiero pintar flores, pájaros y soles donde la muerte planeada ahogó la vida.
Quiero revivir la vida donde sembraron muertes, donde ahogaron las voces de la libertad.
Stella Maris Taboro


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Delfina Acosta

-Paraguay-

Adiós definitivo a las cartas

Yo recuerdo las cartas de antes, como muchos lectores las recordarán, pues las hacían, con su puño y letra. A veces, después de quince días de espera, llegaba el cartero y traía los mensajes tan aguardados.
Rompíamos el sobre rápidamente, partiendo los rostros de los héroes de las estampillas.
Buscábamos las letras queridas.
Y los párrafos decían que la comida no estaba a tono con el gusto, que se tenía nostalgia del Paraguay, y que ya no se veía la hora de estar de regreso, con los pies en la casa.
Con los amigos de Europa se mantenía una correspondencia irregular, que se volvía penosa, por supuesto, pues la duda se hacía silenciosamente presente entre carta y carta.
Y nos contaban nuestros amigos del extranjero que tenían deseos de conocer este país donde la gente era naturalmente amable y sencilla.
Luego estaban esas otras cartas, las misivas amorosas, apasionadas, donde el amor fluía por todas las letras y hacía nerviosas algunas palabras que entonces salían mal escritas.
Había que tachar términos, escribir encima de las frases, echar mano a una flecha para orientar al destinatario sobre la intención completa de la expresión.
“Llegué a extrañarte mucho por estos días. Desde el lunes no ha parado de llover. A la lluvia se sumó que estoy casi sin dinero y ni siquiera puedo salir. Me dices en tu última carta, que me llegó hace ocho días, que también me extrañas. Sé que yo te extraño más. Por aquí, mamá y papá están bien de salud y de ánimo; sólo tía Guadalupe es la que sigue con sus problemas pulmonares. No quiere dejar de fumar…”
Y así se deslizaban aquellas epístolas, con letras cursivas, y algún que otro arreglo vistoso de flores y corazones atravesados por flechas al término de la escritura.
Extraño esas cartas. También siento nostalgia por las visitas a la dirección del correo.
Ahora todo ha cambiado: ya tienes a tu alcance el orkut y el e-mail. Donde dice asunto puedes poner cualquier palabra que te venga en mente como “dinero”.
Los mensajes son rápidos, expeditivos, habiendo tantas cosas que decirse.
“Cuando tenga más tiempo te escribo más largo”, te dicen los amigos que viven al otro lado del mar. Pero esa es una promesa ejemplar que nunca se cumple. Jamás hay tiempo.
La redacción ha perdido su estilo. No hay lugar para la melancolía ni para las añoranzas. Todo gira en torno a una existencia que la tecnología ordena y desordena periódicamente.
“Gracias por tus líneas. Eres muy amable”, te contesta alguien a través de un mensaje electrónico.
Y luego nada.
Nos sentimos informados y casi a tono con lo que pasa en el resto del mundo; eso es cierto. Pero aquellas cartas que venían a nosotros desde un lugar remoto del mundo, o desde un lugar no tan remoto, y que movilizaban nuestros nervios y nuestras esperanzas en torno a un sentimiento, y que guardábamos en un cajón de cartón, se han muerto.
Ya no hay redactores para ellas.
Ya no hay lectores, tampoco.
Ya no hay quienes escriban las líneas fantasiosas, conspiradoras y amables para un papel de rayas que el tiempo volverá amarillo.


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Cuando el género humano es herido por una grave locura colectiva, por el hecho de ser común y universal no es advertida ni recibida como locura.
Giovanni Papini


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Sergio Borao Llop

-Zaragoza (España)-

La raíz de tu tristeza


No sé de qué raíz envenenada
ha crecido en tu pecho la tristeza.

¿Cómo fue que germinó esa mala hierba?
¿Qué ponzoñosos elixires la nutrieron?

Dicen que se cruzó en tus calles la desdicha,
que envenenó tu sangre una ráfaga de olvido,
que ojos como serpientes estrangularon la cordura
dejando apenas una sombra en tus zapatos.

Que alguien ejecutó de golpe tu sonrisa.

¿Qué oscuros resplandores te cegaron?
¿Qué huestes de la sombra te prendieron?

Sabemos que hubo noches que te vieron
danzar bajo la luna sin disfraces
ni oropeles ni alhajas ni armaduras,
mas hoy la luna se ocultó en un rincón del universo
y tus voces nocturnas se pierden en el eco
con un deje de otoños prematuros.

Por arduos laberintos vas buscando la muerte
mas no hay un solo manantial que te emborrache.
Tan sólo ese veneno que arraigó entre tus venas
apagando tu risa, decorando de arrugas
tu rostro y tus silencios, enterrando
de golpe entre las flores tu palabra.


Si algún día recobro la cordura

Si algún día recobro la cordura
viviré como todos, reiré sin mesura,
quemaré con esmero los poemas
que en olvidadas tardes como ésta
compuse con la fiebre del que explora
vírgenes territorios inviolados.

Si algún día recobro la cordura
sonreiré al limpiar la sangre del cuchillo
con el que degollé la fe de un inocente;
saludaré con efusión a los sicarios
del señor de la sombra, y a sus perros
ofreceré los huesos de mis víctimas.

Si algún día recobro la cordura
vestiré los disfraces que las horas
fueron almacenando en el armario
donde mora el hedor de mis cadáveres,
donde la única certeza es el olvido.

Intercambiaré las máscaras de fiesta,
maquillaré las cuencas de mis ojos,
revestiré mis dedos con anillos
y en el podrido espejo de mi rostro
pondré una flor que disimule las ausencias.

Si algún día recobro la cordura
me olvidaré de ti, de aquellos meses
que alimentaron mi esperanza, de aquel día
que me abracé a tu cuerpo, de aquel otro
en que las playas de Donosti nos miraron
pasear unidos al amparo de la luna;
me olvidaré si es que recobro la cordura
de las semanas de felicidad y de la noche,
de la maldita noche,
que una sola palabra me abismó en las tinieblas.


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Habrá ojos que han llorado
pero no como los míos.
Porque mis ojos nacieron
para dar agua a los ríos.
Arturo Franco, Folklore de Catamarca

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Marta Aída Montaldo

-Costa Atlántica de la provincia de Buenos Aires (Argentina)-

Mujer
Espacio y tiempo

4
Sobre este piso de piedra gris,
mil veces he taconeado,
mil veces he gritado,
mil veces me he salvado.
Sobre este piso de piedra gris
de esta mi plaza compostelana.
Hoy lloro y grito.
Hoy lloro y clamo.
Mi hombre, mi vida
está sobre este estrado,
en su cuello, la horca;
en su mano, mi alma.
No sé cómo salvarlo
……………………………… de esta mala jugada,
……………………………… de esta torpe maraña y abrazarlo con calma.
Todos piden su vida
Y yo, sola, gritando,
siempre sola,
……………………siempre extraña.


8
Y el sentirse así:
irremediablemente sudamericana
india pura –de la India y sus dones–
extranjera con aires de latina
……………………………y sueños de germana complica, salva, trepa en ilusiones,
sacude las fibras,
……………………………las enreda
y surge la complicada mujer de hoy
profesional y mujer
……………………………… artista y madre en el día y la noche,
luchando y resistiendo.
Y junta semillas
………………………………y machaca piedras
……………………………y goza la vida
…………………………y lucha por su hombre
………………………y escribe poemas
……………………y narra novedades
…………………y sigue soñando.
Porque vive y conduce
…………………………………la vida de los hombres vislumbra su futuro
y se siente contenta
………………………………de compartir el mundo
Desde siempre.


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Más vale sufrir una injusticia que cometerla. (Por no escapar de su condena a muerte a través de una injusticia).
Sócrates

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Luis Benítez

-Buenos Aires (Argentina)-

Séptimo Piso: Leonard Barryman


Vine de Minnesota con mi título y mis libros
A conquistar las universidades del Este,
A imponerme a los deseos del mundo
Demostrando que en un mismo tiempo
Viven Epicuro y Alcestes, Jorge Washington y Lincoln.
Creí que todo era posible en base a una férrea voluntad,
Como me enseñaron la iglesia metodista,
Mis otras lecturas y mi abuelo que era capaz,
A sus ochenta y un años, de doblar una herradura
Con la fuerza de sus dedos vueltos rojos y blancos.
Agonizo en una burocracia que ya tenía otros gustos,
Y mi clase está compuesta por muchachos burlones,
Que no saben ni estiman lo que representó Napoleón.
Cada noche, temo a los drogadictos al bajar del autobús
Y me escurro entre las sombras, una sombra yo mismo,
Creyendo que en mi oscuro centro aún brilla
Algún canon, que soy esa leve luz complacida de sí misma,
Aunque todo demuestre que la nieve la cubrió
Y el calor la derritió. Soy el que soy, repito
Al dejar el ascensor y desde el fondo de la penumbra
Que envuelve los pasillos mi vida entera se ríe
Y me arroja cada palabra que dije como un escupitajo.
Cuando cierro la puerta, esa risa persiste.

…………………………Del libro Manhattan Song, editado en Perú, en 2007


Por quitarle a la muerte su soberbia

Un amor absoluto, para el que no existe
primero ni último, golpea sobre el mundo:
en el más humilde y en el más soberbio
canta la canción del hombre.

Bajo las máscaras vacías e intermedias
un amor absoluto, para el que no existe
primero ni último, resuena escondido,
más allá de los gritos
y la apretada melodía de la desesperación.

Aún más allá. Es el eje íntimo y viviente
el que canta, el que musita las palabras
como un talismán sonoro,
una pedrada en la frente
de los desmoronados mundos.

Un amor absoluto,
para el que no existe
primero ni último,
anima estos silencios,
estas ficciones que tan sólo intento
por quitarle a la muerte su soberbia.

………………………………Del libro Guerra, epitafios y conversaciones (1989)

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Existir es una costumbre que no desespero de adquirir. Imitaré a los otros, a los astutos que lo han logrado, a los tránsfugas de la lucidez, saquearé sus secretos y hasta sus esperanzas, feliz de poder aferrarme con ellos a las indignidades que conducen a la vida.
Émile Cioran

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Emilio Núñez Ferreiro

-San Antonio de Padua, provincia de Buenos Aires (Argentina)-

Regando metáforas

Estoy regando. Hace más de dos meses que el servicio meteorológico, cada tanto, anuncia lluvia; pero parece que la naturaleza se ha empeñado en hacer oídos sordos a esos pronósticos. Entonces harto ya de contemplar la tierra agrietada, las plantas pidiendo clemencia y el pasto más amarillo que un chino con tiricia, decido agarrar la manguera y suplir en parte lo que la lluvia se niega.
Planta por planta, no es tan difícil; creo saber la cantidad de agua que cada una necesita para sobrevivir hasta que, en el caso que no caiga ni una gota del cielo, yo tenga, de nuevo, tiempo y ganas para volver a hacer lo mismo.
Desde la base del pino, la sequedad ha logrado que la tierra, desde las grietas que se abrieron, clame por un poco de agua. Decido ensopar esas hendiduras a baldazos que extraigo de la piscina. Mientras eso ocurre, la manguera empapa el potus.
Es increíble el idioma mudo del follaje, en vez de ponerse rojo de ira como hacemos los humanos, la fronda se amarillea. Y es esa la denuncia que hace para que yo esté ahora, sentado en una silla de plástico, regando todo lo mejor que puedo.
Y digo que lo hago sentado, pues estar parado tres horas como un tarado con la manguera en la mano, implica que además de aburrirme, el dolor de cintura que me aqueja se convierte en intolerable. Y luego, para paliar las consecuencias, sin duda tendré que tomar un medicamento que, como la mayoría, a uno lo mejora de lo que sufre, pero le perjudica otro órgano que supuestamente funcionaba bien. En definitiva: así sentado, más que un tipo regando, debo parecer un espectador pensativo que olvidó dejar la manguera en su lugar.
Lo que me resulta insoportablemente tedioso (aunque reconozco que es necesario), es regar el pasto. Incluso, mientras lo mojo, me digo: “Pensar que te estoy haciendo crecer para luego tenerte que cortar”. Pero como descargo, tengo que aclarar que trescientos metros cuadrados que tiene mi parque no son pocos. Y lo que más aburrido me resulta, es que tengo que concentrarme cómo ir regando todo eso prolijamente, sin obviar ningún espacio, para así, ilusionarme en que, gracias a mi experiencia regadora, esa pastura que se ve tan amarilla y en sitios rala, a partir de unos días comience a notarse, comience a mostrarse, poco a poco, en distintas tonalidades verdosas.
De pronto, se me ocurre imaginarme que todo ese césped es una página en blanco, sobre la cual debo escribir una historia que no sé cómo empezar y mucho menos acabar. Y ya, el chorro que expulsa la manguera en ese momento, es el compendio de letras que conforman las palabras que, de a poco, se convierten en la primera frase que la lapicera de goma que pende de mi mano ya está escribiendo.
Y brota, brota la historia. Emerge como el agua clara y fresca que ahora acerco a la sequedad de mi boca, o quizás a la ansiedad que me agobia por seguir escribiendo este texto en ese imaginativo folio. En esa amarillenta página, llena de sed de verbos, de sintaxis, pronombres y metáforas. Y no puedo parar; las ideas me fluyen como el abecedario que brota del extremo de la manguera.
Me sobreviene el temor de quedarme sin agua. Entonces abandono por un momento la lapicera, o la manguera (a estas alturas ya no sé el elemento que dejo sobre el pasto), y corro a encender el compresor; no sea cosa que me quede sin tinta, justo ahora que vengo con vientos literarios soplando de cola.
Ya el sol se acaba de suicidar en el horizonte y en el fondo del parque, el sensor que tiene la farola ha encendido la lámpara; mas no me importa no ver los renglones que hasta hace un rato imaginaba.
Ahora, como ya me queda poco, voy ideando el final que este relato merece. Remate que tal vez no es el ideal para este texto…
… Aunque en este instante, se me acaba de ocurrir una metáfora que redondea un poco este cuento. Historia reciente como el crepúsculo de esta tarde; con la frescura del rocío que cae sobre la humedad de las recientes metáforas.

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Denme veneno para morir o sueños para vivir.
Gunnar Ekelöf

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Rodolfo Leiro

-Buenos Aires (Argentina)-

El petizo


Que leyenda el petizo Biscarreta,
hoy un mito su estampa de cafiolo,
jetra claro, lengue, lompa, polo
de javie profesión de proxeneta.

Sin embargo fue piola y su pebeta
enroló las pasiones de un pipiolo,
y una noche cualquiera, alma de trolo,
lo junó, en pleno centro, a Biscarreta.

Le disparó en el pecho, vil ofensa,
sin dejarle un respiro a la defensa
de un macho que cayó sin una queja.

Yo estuve en el velorio, concurrido,
de un cafiolo acaso bien querido.
De adiós, el beso tierno de su vieja.

………Poema en lenguaje popular lunfardo, del libro En lunfa (agosto 2008)


Forma

No fui apóstol, señor, yo no lo he sido
mas tampoco un osado traficante,
si mi grito, tal vez, fue desafiante
para urgir el parpar de tu latido,

pude ver más allá de mi gemido
mas atrás del discurso delirante
pude obviar aquel síntoma insultante
y acopiar mi ración de lo vivido,

ya en el tramo que rota sin sentido,
en el paso postrer, en que ya herido
busco el foso final que me contenga,

miro el largo camino recorrido,
donde acaso mi soplo, conmovido,
tendrá forma del libro que se ofrenda.

………………………………………………….23 de diciembre de 2008

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En plena moda del desencanto, cuando el desencanto se ha convertido en artículo de consumo masivo y universal, seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano.
Eduardo Galeano


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Ormando Aníbal

-Bell Ville, provincia de Córdoba (Argentina)-

Reflejo del Ctalamochita *

Me estás mirando y no ves
tu rostro reflejado en el mío,
mi tez oscura no deja advertir siquiera,
de qué color son tus ojos
o tan largos tus cabellos.

Yo no nací aquí
turbio como me ves,
ni es una sinfonía
el murmullo de mis aguas,
es una voz que clama
ante tantas heridas que tus manos,
producen en mi alma.

En la montaña, soy vertiente cristalina
nacido desde adentro,
de esa tierra tuya y mía.
Viajo entre saltos y rodeos
acariciando piedras, musgos y playas
oxigenando mis entrañas
para dar vida a tu vida.

Yo no invadí tu entorno
fueron los tuyos
que inundaron mis orillas.
No dejes que tus errores
y los pecados de tantos hombres
tiñan así mi cuerpo.

Tócame, rompe con tus manos
el sereno estado de mi cuerpo,
y una sensación de frescura
correrá en tus adentros, aprecia mis sentimientos
esencia inmortal de esta existencia.

Quiero correr al mar
para fundirme en ella
y que el sol me eleve al cielo
para que un día cualquiera
me transforme en lágrimas
que rieguen este suelo.

Tal vez el destino urdiera en ti otra conciencia
y cuando te acerques a mí
en cualquier parte del camino,
esta vez pudiera ser reflejo de tu alma.

……………………* Ctalamochita es el Río Tercero (Córdoba)


Nota del escritor: En 1984, la Legislatura Provincial (…) sancionaba una ley que ordenaba que, desde entonces, en todos los mapas cordobeses y en la enseñanza escolar se debía agregar al nombre de los cinco principales ríos de esta provincia el que le habrían dado los aborígenes. (…) el río Tercero empezó a ser llamado oficialmente también como Ctalamochita (…).


Sentimientos

Solo late este corazón
ya no palpita
resignado pareciera a este destino
que deja en una espera infinita
fragmentada la ilusión de que volvieras.

Humedeciendo los ojos
como un cristal que la lluvia lo golpea,
son borrosas las imágenes afuera
como claros lo recuerdos que te ciegan

La llama encendida que tuviera
no dispersa calor entre mis manos
aunque recorra espacios a mi lado
ya no encuentro la fe que la encendía

La mente a mi razón no la cobija
y en mil pedazos los recuerdos desmoronan
esta historia que de paso la escribieras
arrobando mis sentidos de ventura.

Cada uno sabe cómo duele
a sus adentros la pasión que lo consume
impotente, sumiso a la locura,
me queda sobrellevar esta existencia.

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Pero las grandes desgracias deben contarse en pocas palabras para no revivirlas en el recuerdo.
Luis Franco, del cuento Isidro Sanduay


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Rosa Beatriz Valdez

-Catamarca (Argentina)-

El alfarero

Dejó lo que estaba haciendo y se secó el sudor de la frente con la manga de la camisa. Había trabajado sin descanso para terminar su obra pero no estaba satisfecho. La observó desde distintos ángulos mientras pensaba: ¿qué le falta para ser perfecta?
Se inclinó sobre la estatua y –acercando sus labios a la boca de arcilla- con un soplo divino le dio vida.

Gajes del oficio

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía hace mucho tiempo un hombre que era el hazmerreír del pueblo. Desde niño su padre le había enseñado los secretos del oficio, pero el “ponja” nunca pudo borrar del mapa –con jabones ni solventes- el nombre de ese lugar que era una afrenta para su cargo de “Tintorero Mayor del Reino”.

Insomnio

La barca era un potro encabritado en el mar turbulento. El capitán no podía dormir y decidió contar ovejitas. No le dio resultado. “¿Y si pruebo con otro animal?”.
Se pasó toda la noche contando monos, palomas, gacelas, leo-pardos… que saltaban el cerco de dos en dos. Se durmió al amanecer, justo cuando les tocaba el turno a los elefantes. ¡Ay, pobre Noé, no se despertó jamás, murió aplastado!

El avaro

El enamorado, tomándole las manos a su amada, exclama: “¡Tu piel es de nácar, tu pelo de oro, tus ojos de esmeraldas, tu boca de rubí, tus dientes son blancas perlas…! ¡Ay, amada mía, eres mi joya más preciada y no quiero que nadie arrebate mi tesoro!”.
Ella niega con la cabeza y sus bucles rubios se agitan levemente. El enamorado la contempla un instante extasiado y la vuelve a guardar en la caja fuerte empotrada en la pared del escritorio.

…..Este último texto fue tomado del libro Monoambientes (noviembre 2008)

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El grado de ignorancia propia que admite un docente es un buen indicador de su eficacia pedagógica.
Luis Taborda

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Susana Máspoli

-Capital Federal (Argentina)-

No sé


No sé si esta lluvia de verano,
en cada ciudad que amo
sea un rincón oculto
me resisto a partir, revestida de sombra
respirando el aceite de un recuerdo,
sacando lágrima a lágrima,
los temores de unos labios,
el sabor de lo dulce y salvaje,
el crujido del cuchillo, su dolor de acero,
el lado más claro y oscuro del amor.


En voz baja

Querer
cuando las esperanzas están rotas
tiene más sentido
que en los tiempos cálidos
es sentir y hacer sentir
en voz baja, en los silencios.

Querer
no es para borrar nada
es hablar de mil formas
del amor, de los sentimientos
tranquiliza, relaja
hace surgir la sonrisa

es para armar un
ramo de margaritas
encontrar miradas nuevas

un te quiero muy sentido
es para sembrar esperanzas.

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Comienza tu día con una sonrisa, verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo.
Libertad (personaje de Quino)

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Martha Valiente

-Nacida en Uruguay, reside en Buenos Aires (Argentina)-

Un hombre vivo es tentador…


Chocolate en rama
Licor de menta
Viento del norte
………………………Un hombre vivo es riesgo
Y es vibrato al borde del abismo

Ruptura
……………Grieta para filtrar historias

De suspiros
De miedo
De sollozo
De insomnio

………………Grito alado

Un hombre vivo
quiere decir un hombre entero

para verme otra vez

……………Y quién podrá encontrarme
más acá de este mapa ficticio
de este paisaje adulterado
de mi cuerpo

………………………Quién
Adivinará esta sed
Este mimo agarrotado

El fervor de dar de mí
lo poco que poseo
……………con mayúsculas

Un hombre es un grito alado

Sólo tentación de redimirme
en la nostalgia

………………de antiguos sudores.

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Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero. Ata duro a este hombre: no le atarás el alma.
Miguel Hernández


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Carlos Trinelli

-Buenos Aires (Argentina)-

Último día

Cuando me fui parecía dormida y estaba muerta. Yo la maté.
La noche anterior me había acostado al lado de ella como en los últimos veinticinco años y todavía dormía hasta que el frío inevitable de la muerte me despertó.
El día anterior había sido el último. Lo intuí cuando me fui al trabajo y lo supe al regresar a casa. En el instante en que abrí la puerta y la vi, sentada en el sillón frente al televisor. Me dijo: -Hola, con la voz ronca y sin mirarme. Yo sí lo hice. Estaba envuelta en una voluta de humo y el resplandor acerado de la televisión le iluminaba la resaca colgada de los ojos, los pelos revueltos y achatados en la nuca por la marca de la almohada. Se cubría con un batón floreado parecido al cotín del sillón y todo semejaba una sola pieza. Una mujer con un sillón. Un sillón con una mujer.
-Andá a comprarte algo si querés comer, dijo su ronquera. Yo me agregué, por poco al unísono, -y traeme un vino.
Porque le hacía caso no podía quejarme del sino de las cosas. Fui y vine. La novela concluía y enseguida las noticias.
-Abrime el vino y traémelo.
Lo hice.
-Alcanzame el vaso, dijo y señaló el piso con un dedo amarillo de nicotina.
Cociné en silencio un revuelto de huevo con arvejas. Le pregunté si quería comer y me respondió lo de siempre. Me lo serví y extendí el diario.
Un programa cómico acompañaba su risa cascada. Lavé el plato, la sartén y el vaso. Saqué la basura y regresé al diario. Ella apagó el televisor y arrastró los pies para el baño. Luego recortó su figura en el quicio de la puerta y ordenó: -Traeme un té a la cama.
Puse la pava, preparé la taza y machaqué las píldoras. Dos cucharas colmadas de azúcar, el saquito y se lo llevé. Ahora miraba una película sentada en la cama. Deposité la taza en la mesa de noche, ella le agregó cogñac, bebió un sorbo largo y ruidoso. Enseguida tomó su píldora. Yo retiré los ceniceros colmados de colillas y pulvericé desodorante en el living y en el baño. Cuando fui al dormitorio roncaba con respiración pesada. Apagué la TV, retiré la taza vacía y el cenicero.
Cuando me acosté recordé que, en la mañana de ese último día cuando me fui parecía muerta y estaba dormida.

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Todavía no se han levantado las vallas que le digan a la iniciativa y al talento de un hombre: De aquí no pasarás.
Ludwig van Beethoven


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