viernes, 7 de marzo de 2008

Eduardo Galeano

La alambrada

A la medianoche de la noche más helada del año llegó, súbita, violenta, la orden de formar. Aquélla era la noche más helada de ese año y de muchos años, y una niebla enemiga enmascaraba todo.
A los gritos, a los culatazos, los presos fueron puestos de cara contra el cerco de alambre que rodeaba las barracas. Desde las torretas, los reflectores atravesaban la niebla y lentamente recorrían la larga hilera de uniformes grises, manos crispadas y cabezas rapadas a cero.
Darse vuelta estaba prohibido. Los presos escucharon ruidos de botas en carrera y los metálicos sonidos del montaje de las ametralladoras. Después, silencio.
En esos días, había corrido el rumor en la prisión:
-Nos van a matar a todos.
Mario Dufort era uno de esos presos, y estaba sudando hielo. Tenía los brazos abiertos, como todos, con las manos agarrando la alambrada: como él estaba temblando, la alambrada estaba temblando. Tiemblo de frío, se dijo a sí mismo, y se lo repitió; y no se lo creyó.
Y tuvo vergüenza de su miedo. Se sintió abochornado por aquel espectáculo que estaba dando ante sus compañeros. Y soltó las manos.
Pero la alambrada siguió temblando. Sacudida por las manos de todos los demás, la alambrada siguió temblando.
Y entonces, Mario entendió.

De El Libro de los Abrazos

El espejo

Solea el sol y se lleva los restos de sombra que ha dejado la noche.
Los carros de caballos recogen, puerta por puerta, la basura.
En el aire tiende la araña sus hilos de baba.
El Tornillo camina por las calles de Melo. En el pueblo lo tienen por loco.
Él lleva un espejo en la mano y se mira con el ceño fruncido. No quita los ojos del espejo.
-¿Qué hacés, Tornillo?
-Aquí –dice-. Controlando al enemigo.

De Las palabras andantes

Eduardo Galeano - Uruguay

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La guerra internacional entre pueblos americanos no puede ser sino el efecto de una locura criminal, no excusada por motivo alguno, ni por el menor pretexto.
Eduardo Santos


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4 comentarios:

  1. Aunque hubo y existen alambradas y silencios quiero gritar estos versos:


    Quiero...

    Quiero pintar
    flores, pájaros y soles
    donde la muerte planeada ahogó la vida

    Quiero revivir la vida
    donde sembraron muertes..
    donde ahogaron las voces de la liberdad...

    Quiero entonar un himno libre
    desafiando a los rastros amargos
    que en los muros se escondieron....

    Quiero sembrar vida,
    elogiando a la libertad
    humillada por los torturadores.

    Hubo golpes tan fuertes
    al corazón mi patria
    zanjas oscuras de odio
    de espinas y de hiel.

    Quiero hoy derramar
    melodías de paz
    borrando
    los días sangrientos que mancharon
    las páginas sagradas de nuestra historia


    Stella Maris Taboro

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  2. Bello tu canto de esperanza, querida Stella.
    Un cariño
    Analía

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  3. Galeano puede conmigo. Siempre. Después de leerlo, a veces, me da vergúenza, incluso, pensar. Cómo puede ser tan grande.
    Alicia Perrig

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  4. Gracias por tus palabras querida Alicia. También a mí me conmueve siempre Galeano, con su sencillez y profundidad.
    Un cariño
    Analía

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