viernes, 7 de marzo de 2008

Editorial


...............................Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar?
....................................................................................Frida Kahlo


con voz propia - nº 17 - marzo 2008


La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene. La tropa debe ser tanto más virtuosa y honesta, cuanto es creada para conservar el orden, afianzar el poder de las leyes y dar fuerza al gobierno para ejecutarlas y hacerse respetar de los malvados que serían más insolentes con el mal ejemplo de los militares.
José de San Martín, Cuartel General de Mendoza, 4 de septiembre de 1816.




............................Edición y dirección: Analía Pascaner
............................San Fernando del Valle de Catamarca
............................Catamarca – Argentina



Pese a todo, el hombre tendió siempre a confundir belleza con femineidad. Cierto que hay mujeres tan hermosas que nos cortan un poco la respiración como el ascenso a una cumbre, o elevan nuestro corazón a una altura sagrada. En cualquier caso, el genio les ha rendido tributo siempre. Dante, Leonardo, Goethe, Beethoven, Goya, Mozart, han logrado sus mejores creaciones por el ángel o el demonio de la mujer.
Luis Franco

Francisco Urondo

Amarla es difícil

Es buena, cuando duerme;
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio
que remonta los sueños.

Cuando calla, es buena
y su voz una premonición olvidada y peligrosa
que arruina el silencio.

Cuando grita o llora
o se lamenta o se divierte o se cansa,
nada puede contener
este dolor alegre que envenena
mis sueños y mi soledad.
Por eso es difícil pensar
en ella, en su cara bondadosa;
abandonarse; por eso
es una cobardía retenerla
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.
A veces, cuando lo pienso,
no sé qué hacer con ella,
con este destino luminoso.

Francisco Urondo. Nació en Santa Fe (Argentina) en 1930 y murió en julio de 1976 combatiendo contra un comando del ejército, en tiempos de la dictadura que asoló al país entre 1976 y 1983.

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La libertad no es un bien del hombre, es el hombre mismo.
Luis Franco

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Alejandra Pizarnik

El ausente

I

La sangre quiere sentarse.
Le han robado su razón de amor.
Ausencia desnuda.
Me deliro, me desplumo.
¿Qué diría el mundo si Dios
lo hubiera abandonado así?

II

Sin ti
el sol cae como un muerto abandonado.
Sin ti
me tomo en mis brazos
y me llevo a la vida
a mendigar fervor.

Alejandra Pizarnik. Poeta argentina nacida en Buenos Aires (1936-1972)

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no me despojo de lo que más quiero
sino que lo que quiero se despoja de mí
José María Pallaoro

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Eduardo Galeano

La alambrada

A la medianoche de la noche más helada del año llegó, súbita, violenta, la orden de formar. Aquélla era la noche más helada de ese año y de muchos años, y una niebla enemiga enmascaraba todo.
A los gritos, a los culatazos, los presos fueron puestos de cara contra el cerco de alambre que rodeaba las barracas. Desde las torretas, los reflectores atravesaban la niebla y lentamente recorrían la larga hilera de uniformes grises, manos crispadas y cabezas rapadas a cero.
Darse vuelta estaba prohibido. Los presos escucharon ruidos de botas en carrera y los metálicos sonidos del montaje de las ametralladoras. Después, silencio.
En esos días, había corrido el rumor en la prisión:
-Nos van a matar a todos.
Mario Dufort era uno de esos presos, y estaba sudando hielo. Tenía los brazos abiertos, como todos, con las manos agarrando la alambrada: como él estaba temblando, la alambrada estaba temblando. Tiemblo de frío, se dijo a sí mismo, y se lo repitió; y no se lo creyó.
Y tuvo vergüenza de su miedo. Se sintió abochornado por aquel espectáculo que estaba dando ante sus compañeros. Y soltó las manos.
Pero la alambrada siguió temblando. Sacudida por las manos de todos los demás, la alambrada siguió temblando.
Y entonces, Mario entendió.

De El Libro de los Abrazos

El espejo

Solea el sol y se lleva los restos de sombra que ha dejado la noche.
Los carros de caballos recogen, puerta por puerta, la basura.
En el aire tiende la araña sus hilos de baba.
El Tornillo camina por las calles de Melo. En el pueblo lo tienen por loco.
Él lleva un espejo en la mano y se mira con el ceño fruncido. No quita los ojos del espejo.
-¿Qué hacés, Tornillo?
-Aquí –dice-. Controlando al enemigo.

De Las palabras andantes

Eduardo Galeano - Uruguay

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La guerra internacional entre pueblos americanos no puede ser sino el efecto de una locura criminal, no excusada por motivo alguno, ni por el menor pretexto.
Eduardo Santos


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Gabriela Mistral

Vergüenza

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano…

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura!

Gabriela Mistral. Chile, 1889 – Nueva York, 1957

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Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.
Alfonsina Storni

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Mario Benedetti

Persecuta

Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir despavorido. Las botas de sus perseguidores sonaban y resonaban sobre las hojas secas. Las omnipotentes zancadas se acercaban a un ritmo enloquecido y enloquecedor.
Hasta no hace mucho, siempre que entraba en una pesadilla, su salvación había consistido en despertar, pero a esta altura los perseguidores habían aprendido esa estratagema y ya no se dejaban sorprender.
Sin embargo esta vez volvió a sorprenderlos. Precisamente en el instante en que los sabuesos creyeron que iba a despertar, él, sencillamente, soñó que se dormía.

De Despistes y Franquezas

Mario Benedetti - Uruguay


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Desconfío de la incomunicabilidad; es la fuente de toda violencia.
Jean Paul Sartre


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Eduardo Dalter

Destinos
(Casi una poética)

……………………Tu destino te sorprenderá
…………….…….cada momento.
……………………WILLIAM BLAKE
……………………A José Antonio Cedrón y
……………………a José Emilio Tallarico

Desde qué orilla abrir, cerrar
……….los ojos;
desde cuál punto de qué orilla.
……….Cada orilla,
cada punto de orilla adelanta,
……….en su cielo
y horizonte, una respuesta
……….diferente
que supone cada palabra que
……….se imagine
o que se diga. Todo camino
……….comienza
a abrirse según donde decida
……….afirmar
uno los pies y hacia dónde
……….apunte
uno su historia y su mirada.
……….Uno eligió
--o eligió por uno el fuerte
……….viento--
cada segundo, cada
……….rumbo,
cada sendero ahondado o
……….vasto
y nada puede salvarse en
……….un cruce
ni en un momento solo que
……….se abra.
La suerte, o mala suerte,
……….siempre
estuvo despierta y estuvo
……….echada
como una apacible leona
……….al pie del árbol.

7 de septiembre, 2006

Eduardo Dalter – Buenos Aires


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La sola idea de que una cosa cruel puede ser útil, es ya de por sí inmoral.
Marco Tulio Cicerón

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David Slodky

1976

Su esposa y su bebé habían partido hacia lugares más cobijantes y seguros. El hambre, el frío, el miedo, eran su única compañía. Fue quemando meticulosamente, día tras día, los papeles, los libros, las banderas: junto con volantes, con documentos comprometedores, con emblemas de lucha, quemaba libros, esos amados textos que había estudiado con fruición, descubriendo -con esa sensación de escamas que le caían de los ojos- profundas realidades, ocultas detrás de lo aparente.
Controlaba que el humo no fuera demasiado espeso, para confundirlo a esa hora con la humareda de un próximo asado, lo que hacía más lenta pero más segura la quematina. Mientras iba redescubriendo las líneas que el fuego resaltaba primero y hacía desaparecer después, en volutas azules y carbonadas, una angustia asfixiante lo oprimía, mezclada con vergüenza, con lástima de sí mismo, con dolor por su país.
Una noche, despertó sobresaltado: el rugido de un motor frente a su casa, la potente luz de los faros filtrándose por las cerradas hendijas de la persiana que daba a la calle, lo aterrorizó. Levantó mínimamente la cortina para espiar por los intersticios, desde la oscuridad de su cuarto hacia afuera: un auto que bien podía ser un Ford Falcon, atravesado en la calle, apuntaba sus faros cegantes hacia su casa. Desesperado, corrió hacia el baño y mientras rompía los papeles celosamente guardados para arrojarlos por el inodoro, temblaba. Sintió luego el motor que se alejaba, entre juveniles gritos borrachines. Suspiró, secándose el sudor.
Cuando pudo dormirse nuevamente, soñó que una jauría de perros lo atacaba. Se defendía con desesperación, los filosos colmillos desgarraban su cuerpo, laceraban las manos con las que pretendía protegerse. Soñó entonces que estaba soñando, que la terrífica jauría era sólo un sueño, que él estaba durmiendo en el cuarto de su infancia, y que al lado dormía su madre; pudo sentir su respiración, rozar el brazo terso al que se aferraba cuando le permitían dormir en la cama grande, percibir el olor suave que emanaba el dulce cuerpo materno. Nada podría pasarle. Ahora durmió con placidez, la respiración acompasada. Se dijo entre sueños -sin sorprenderse que dejaba de ser niño- que mañana terminaría la tarea. Podría entonces viajar, reencontrarse con su mujer, con su bebé, con la vida.
Los furiosos golpes en la puerta lo despertaron.

David Slodky - Salta

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Sólo hay una manera de poner término al mal, y es el devolver bien por mal.
León Tolstoi

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Carlos Carbone

Cerrando el círculo

Todos partimos de algún lado
a desandar los sombríos
……………………………….rincones
oliendo a destierro
con la camisa cansada
nos duelen los relámpagos
…………………………….en los ojos
y el amanecer queda lejos
y el camino emociona
y las penumbras se estiran
……………………como sueños.

En el andar hay risas
y hay sangre
y hay hombres de manos
…………………..sospechosas
y huellas profundas
……………………en la piel
y sollozos de pájaros
y calles de luna abismal
y de un espanto sucio
……………………en el olvido.

Todos partimos de algún lado
con el íntimo deseo
de cerrar el círculo
que ha llenado nuestro corazón
de palabras.

Ahora

Ahora
que mi cuerpo
está desnudo de tus manos.

Ahora
que mis ojos
no ven el deseo que lleva
………………………………el viento.

Ahora
que mis besos
despedazan el tiempo
…………………….a empujones.

Ahora
sin sosiego
mi corazón distraído
……………………no canta.

Delgados vientos

Delgados vientos de la desesperación
pasan
y llevan a los rincones
los últimos despojos
…………………………………….de mí.

El aire de la siesta
trae lejanas voces
y no hay caballo veloz
ni pasado capaz
de tolerar la abierta
……………………llama de la tarde.

Voy con el dorado rostro
……………………donde el otoño
se oxida
buscando una única
…………y solitaria ternura.

Tal vez lo mejor sea
…………desandar el agua
porque el sucio olvido
……………………………….espanta.

Carlos Norberto Carbone – Buenos Aires.

Editor de La Bodega del Diablo: http://www.redeco.com.ar/

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¿Qué sería, pues, de nosotros, sin la ayuda de lo que no existe?
Paul Valery (tomado de La buhardilla)


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Ricardo Rubio

Carta desde el día

Tengo para contarte
la trémula luz de las mañanas,
el incierto destino que amenaza la sequía
y el raro azul de los ocasos.

Tengo que hablarte algo más de los desiertos,
algunas palabras que en silencio reclamen
en los lánguidos ojos de agua
aquellas sombras que ocultan.
Unas pocas letras que enarbolen la locura.

Tengo que contarte de las especies,
de los rincones del temor y de los miedos;
y nombrar un poco más a los olvidos,
a los tiempos y a los espacios,
y al origen del mundo.

Tengo la obligación
de atravesar la espesura de los designios
e inventarme un nuevo reloj sin números.

Tengo para decirte algo más todavía:
y es este centavo de misterio,
esta luz de fuego,
un alud.

Los mudos rescoldos

Cada día caminamos
el resto de la tarde por primera vez.
A tientas la mano revisa la oscuridad:
hay brasas en las cenizas
y miradas que se callan hasta el frío.

Ciegos para todo, los dedos
rebaten las páginas del tiempo
y los dobleces laceran la alegría.
Los árboles soñados son apenas
un abuso del horizonte.

Aún abriendo los ojos
caminamos para el asombro:
los caminos son tantos,
las calles tan angostas,
las casas tan pequeñas.

Memoria

Aún en el instante de mayor luz
se acuna en la médula
el temblor del primer grito
y el silencio posterior y repetido.

El recuerdo es una fiera inestable
que odia el presente,
deliberadamente evita la magia del brote,
los corredores con plantas
y el remanso.

La evocación
es el momento más largo del universo,
pretérito inmóvil del dolor.

Larga es la espera de un cuerpo
en este siglo al que atormenta la sombra.

De Simulación de la rosa, Ed. La Luna Que, Buenos Aires, 1998

Ricardo Rubio – Buenos Aires
http://www.ricardorubio.s5.com
http://www.revistasliterariasyculturales.com/

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Quienquiera que cultive la fantasía en el arte está un poco loco. Su problema estriba en hacer interesante esa locura.
François Truffaut

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David Lagmanovich

Caminatas

Tal como se lo había recomendado el médico, salía a caminar todas las mañanas e iba aumentando la distancia recorrida. Primero cuatro cuadras, luego seis, ocho, un kilómetro, uno y medio, dos, tres. Había pasado de los seis kilómetros diarios cuando un día salió para su caminata, feliz con su flamante traje deportivo y las nuevas zapatillas aeróbicas, y no regresó. Entre sus pertenencias encontraron un mapa caminero de América del Sur.

La flor

La niña se inclinó sobre la flor, apenas visible sobre el rojo profundo de la tierra. La acarició con infinita ternura y la besó con levedad de brisa. Después volvió a montar en el camello y siguió su camino. Ahora sabía que el oasis estaba cerca.

Ágrafo

En mi ciudad nadie ignora que no sé escribir. Ahora me han premiado como el mejor escritor inédito de la comarca. Pero si acepto el premio debo enviar una carta de agradecimiento, y no encuentro a nadie dispuesto a escribirla por mí.

Estrella fugaz

El adolescente -17 años- estaba reclinado sobre la baranda de la terraza. Era una magnífica noche estrellada. Bob (así se llamaba) vio de pronto que una estrella fugaz cruzaba el azul oscurísimo del firmamento. Antes de que la aparición cayera en el horizonte formuló su deseo: «Amor», dijo en voz muy baja. Ignoraba que cuando el amor llegara a su puerta pasaría también como una estrella fugaz.

En el muro

En lo alto del muro sintió, por primera vez en mucho tiempo, el fresco aire de la libertad. Paradójicamente, la noche se le aparecía como una imagen luminosa. Se detuvo un instante a llenar sus pulmones con ese aire que le auguraba una nueva vida. Desde su caseta, el guardia lo abatió con un solo disparo.

Microrrelatos del libro Menos de 100, Editorial Martín, Colección La Pecera, Mar del Plata (Buenos Aires) agosto 2007

David Lagmanovich - Tucumán

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Es cosa fácil ser bueno; lo difícil es ser justo.
Victor Hugo (en Los miserables)

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Cecilia Glanzmann

Persistir

He de persistir
como el faro aquel de nuestras costas
enhiesto, solitario,
arrullado por las tempestades
y los soles.

He de persistir
con mi valija de gnomos
guardianes desde siempre de mis sueños
los sueños que caminan y caminan
con los haceres que me dicta el alma
cotidianos
y que son los que me susurra
el ser.

He de persistir
con la soledad acompañada
…………………………que agradezco
con el acompañar a la soledad de los otros
con la pura soledad que me conversa
y me encuentra, bien adentro

he de persistir
aunque me canse
en este acelerado desasirse de los lazos
desasirse de los nudos
de los enredos promiscuos del apego.

He de persistir
contigo, hermano, en este tiempo.

Juglares del Silencio

.....…………A los habitantes de los pueblos originarios y a los inmigrantes,
…............…………………………………………….……en el sur argentino y en el mundo.

El silencio habita vastedades
como las de esta altiva y cósmica meseta.

A veces, un cultrún reinaugura
la cíclica plegaria,
y rogativas mapuches y tehuelches
se hermanan con la fauna perseguida
y con humanos y no humanos seres.
Se hermanan
sobre todo
………………..con la tierra.

A veces, el sueño de un arpa
o el de un órgano,
o el de una pianola o de un violín,
y a veces también el sueño de una guitarra
o el de un acordeón o una quena
traen otras plegarias

y el silencio guarda los valores mancillados
de uno y otro lado de los ruegos.

A veces son coros, o apenas un suspiro.

Por las culpas ajenas, asumidas,
intentan un perdón por lo no hecho
los que llegaron y llegan,
emigrados.

Sólo son los que escuchan el silencio
como un rezo bendito de esta tierra
los que extienden sus manos
y, dando gracias,
elevan, enraizados, la esperanza,

A veces, ya más veces…
la paz late posible
sedienta de caminos.

La luna india vigila en el cielo transparente
como el agua del Chupat* recién nacido

y cada ser respira
en el regazo de la cósmica meseta
el silencio liberado.

*Chupat: río Chubut (voz tehuelche septentrional, en Patagonia)

Nuestro mar

Estás hoy manso y aceitoso,
pero no estás azul,
es gris verdoso en matices el lomo de tus aguas.
Te presiento como una pantera enorme y quieta
mirando agazapada hacia la costa,
escucho la respiración al ritmo del oleaje suave.
Un collar de algas borda tu cautela
ante el humano que te goza,
ante el humano que te agrede.
Tu collar de algas es un relámpago de símbolos
de norte a sur
frente a mis ojos marinos y sureños, tuyos.

Te pareces hoy más a un río de llanura
a un río de embarazado cauce.
Te huelo diferente,
te acaricio buscando tu ternura de nanas
en milenios.

El horizonte comienza a iluminarse
y desde el este avanza un fulgor de escamas
tenue,
como si todos tus peces estuvieran navegando
muy quietos.
La pantera que adormilas dentro…
vigila.

Ayer
tus aguas eran un abrazo tierno.
Antes de ayer
un estallido de olas espumosas
en vaivén continuo y azulado.

Estás, mar, hablándonos
…………sin cansarte nunca
del corazón planetario
…………en ley del universo.

Poemas del libro Juglares del silencio, poemario trilingüe sobre Patagonia, en español, galés e inglés. Edit. Vinciguerra, Buenos Aires 2007


Cecilia Glanzmann - Nació en Bell Ville (Córdoba), actualmente reside en Trelew (Chubut), Argentina

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Me parecía incomprensible que hubiera de permitírseme a mí llevar una vida tan feliz, al mismo tiempo que veía, a mi alrededor, a personas que luchaban con la penuria y el sufrimiento.
Albert Schweitzer

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Elsa Florit

Dolor

Me duele el cielo que delimita
los contornos de mi angustia.
Me devoran las gargantas inescrupulosas
del olvido.
Me someto al desarraigo de mi especie
porque yo, apenas proyecto una sombra
en línea recta hacia el abismo.
Estoy inconclusa y caen los andamios.
Me desintegro.
Me duele la piel. Me duelen las venas.
Perfección absurda de soledad y miedo.
Sueño abstracto de incendiarme
en los edenes prohibidos.
Fatiga y llanto.
Y un grito que desborda
en el instante mismo en que amanece.
Soy un espectro resucitándome
en las estaciones de mi muerte.

Elsa Florit - Cañada de Gómez (Santa Fe)

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Una mirada hacia atrás vale más que una hacia adelante.
Arquímedes


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Rubén Vedovaldi

Sed y Palabras

Es la alta noche.
Un hombre tiene sed, pero lo único que hay es silencio y una que otra palabra.
El hombre abre una palabra y se mete desnudo y entero adentro de la palabra.
Adentro está más oscuro que afuera. El hombre enciende un deseo amoroso y trata de ver en la oscuridad, pero el amor es ciego y lo lleva a cualquier parte.
Cuando el amor se apaga, el hombre enciende una locura y ve muchas cosas o espectros dentro de la palabra. Las cosas le sacan la lengua y se le ríen en la cara o le hacen cosquillas en los pies y el hombre busca infructuosamente la salida.
Un cartel le indica: ESPERA A QUE SE APAGUE LA LOCURA.
El hombre espera a que se apague la locura y enciende un olvido profundo.
Baja por el hondo y oscuro camino del olvido, y sale de la palabra.
Afuera la gente le pregunta:
-¿Qué sed tuviste, qué palabra abriste?
A lo que el hombre solamente puede balbucear:
-No sé, no me acuerdo.
Todos se alejan del olvidadizo, menos una niña.
La niña extiende una mano hacia la sed del hombre y le regala otra palabra.
Y otra vez, después de la profunda oscuridad, amanece.

Rubén Vedovaldi - Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe

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Es casi imposible llevar la antorcha de la verdad a través de una multitud sin chamuscarle la barba a alguien.
George Lichtenberg

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María Pugliese

de nada sirvieron los alertas
las trincheras
los registros del tiempo
las estaciones
y el sosiego

de nada que durmiéramos juntos

fue tan inútil
la profanación de sitios
como ahora
estar quietos

el esfuerzo
subleva desde el fondo
los desechos

y donde hubo uñas algas lodo ondas
habrá un nuevo alimento

* * *

La oscuridad
despeja cualquier incertidumbre

Sé de la vigilia y del sobresalto
Sé de brumas proféticas
al pie de callejones
con centinelas en acecho
Sé del coraje a paso de hombre
y de las emboscadas
y de seguir sin girar la cabeza
y de las amenazas a espalda descubierta

Así la noche
se sucede en hileras

me amaron
todavía esperan
apuesta sus días a costa de mis noches
en presencia
mira sin comprender

No sé
del último eslabón que desanuda
su respirar profundo
ni cuándo la mano se abandona
al borde de la almohada
ni de los susurros
entre sueños

No sé cómo cubrirlo ni en qué cuidarme

Ninguna estampa puede apartar la pena
que nubla los sentidos

Así la oscuridad
se sucede en hileras

lamer de las migajas
o exhibir el ornamento de los vencedores

* * *

las olas modelan con precisión
un ímpetu de arco
sobre labios de arena
después
como si nada
la espuma desfallece
en tan sólo humedad

el rocío paciente
se deshilacha en gotas
después
como si nada
el humo despereza
en claridad

los dinteles sostienen
una elipse de encuentro
ante la puerta abierta
después
como si nada
cerrará

Del libro Vigías en la noche, Ediciones Último Reino, noviembre 2007

María Pugliese – Muñiz, provincia de Buenos Aires

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Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
Confucio


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Irma Droz

Los que siempre estuvimos

Aquí estamos aún, los que siempre estuvimos,
volviendo del exilio de la idea y la palabra.
Aquí estamos aún, porque así lo quisimos.
El invierno ha pasado.
Hoy la savia reverdece.
Aún tiene sabor amargo…
Fuimos los muertos de pie y en carne viva,
testigos de la infamia, con los ojos vacíos
y nuestras manos huecas labrando la esperanza.
Con el frío en los huesos y el paso vacilante.
Con el llanto enmudecido
en algún rincón del alma,
y el miedo agazapado, como sombra a la espalda.
Pero aquí nos quedamos,
gastándonos los sueños
y sin otra fortuna que la de seguir estando,
porque el hogar, los hijos…
porque esta tierra nuestra,
porque el dolor, la Patria…
Porque aunque muertos y de pie,
seguíamos haciendo falta
como estandarte, para anunciar la vida;
como el mástil necesario para enarbolar la Patria.
El invierno ha pasado,
la savia reverdece,
en cada surco nuevo germina la esperanza
y de aquel sabor amargo que trepó a las gargantas,
hoy queda sólo un poco,
un poco…, casi nada.

Irma Droz - Santa María de Punilla, Córdoba

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Quien traiciona a los otros, traiciona lo mejor que hay en sí.
Luis Franco


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Agustín Elías Jijena Sánchez

Si el otro supiera

“No se trata de establecer quién tiene razón sino de ponernos de acuerdo”.

¿Necesitarte? Yo no te necesito
porque niego cada uno de los suspiros
que susurran tu nombre en mi corazón,
porque confundo a cada uno de los gemidos
con represiones cobardes intentando convencerlos
que yo, que yo no te quiero.
Pero es mentira, porque es verdad
que muchas veces te llamo sin que me escuches
o sin atreverme a que me oigas.
Porque muchas veces no encuentro argumentos
para explicarme por qué no estás
llenando este vacío de impotencia
por no tenerte cuando quiero
o por temerte escuchando
las razones por las cuales yo te quiero.
¿Que te necesito? No, si solamente
deseo estar contigo cuando tú,
cuando tú también quieres estar conmigo;
cuando no, tampoco yo te quiero.
Y si nunca nos decimos cuánto nos queremos,
yo no te querré tanto como digo
ni tú me querrás a mí como insinúas
pero nunca has dicho que me quieres.

Agustín Elías Jijena Sánchez (Príncipe de Albanta) – Buenos Aires
http://www.reinodealbanta.blogspot.com

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Me gustan los hombres con futuro y las mujeres con pasado.
Oscar Wilde


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Ana María Manceda

Posiciones relativas

Hay un dicho popular “Qué vas a hacer Ñato, cuando estás abajo todos te fajan” pero la historia de Jacmél desdice esta aseveración.
Sucedió en la Martinica. Jacmél, nieto de esclavos, trabajador del azúcar, fue condenado a prisión de manera injusta, el culpable del delito había sido el hijo del patrón. Desde su cárcel bajo tierra, muy abajo, se lamentaba en creóle de su amargo destino, añoraba su vida libre, sus días de pesca a la sombra de los bosques tropicales, sus noches de amor cuando la luna indiscreta se metía entre los follajes de la selva y el estupor de la oscuridad. Pero… Pero una tarde de Mayo de 1902 la tierra tembló, en la superficie un viento violento precedió a la invasión de la nube ardiente; el Mont Peleé había erupcionado. En pocos minutos esta nube mató casi a los treinta mil habitantes de Saint Pierre, esta nube portadora de venenos, creadora de rocas y mortal para la humanidad, arrasó con los pecadores, los inocentes, los bellos, los feos, los pobres, los ricos, los niños, los viejos. Jacmél y sus compañeros de prisión sobrevivieron por estar abajo de la catástrofe. Ahí también se cumplieron las reglas del Caos. La fuerza de la naturaleza no tiene principios humanos.

Texto seleccionado por Editorial Dunken (Buenos Aires) para Antología “Lo que llega a la Playa”, octubre 2007; también en Cuadernos Digitales en Catalán

Ana María Manceda - San Martín de Los Andes, Patagonia Argentina

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Reconocer lo inevitable y obrar en consecuencia. Y no lamentarse nunca por lo que sucede.
George Bernard Shaw

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Liliana Souza

esa otra forma
……………….…......…….la muerte de cualquier hombre me disminuye
……………….......…………………………….……………….……….
John Donne

un hospital
………………….nunca fue lo que era

un hospital
………………….es gastar contra el viento
………………………………………………………………los hombros
………………….y renacer exiguos
……………………………………la próxima
………………………………………………………última vez

guardia
I


íntimo es el temple
una ofrenda de sordidez
…………………….y nostalgia

íntimo es el ojo
que marca su pertenencia
…………………la atmósfera maleable
…………………donde la desmesura
…………………aviva el duelo
……………………….y la otredad

II

una puerta
……………………divide certezas

zonas brumosas
y sutiles correspondencias de luz

una puerta
………………….es la antesala
…………………………………………….escozor y alivio
…………………………………………….en partes mínimas

una puerta
………………….es
………………….puede ser
………………….será

anestesia
I

envuelta en vapores
……………con pretexto de ruptura
a un tiempo
………………….levanta muros
………………….y a duras penas
………………….templa el daño
…………………………….y la otra mitad

II

en adverso clima
el espacio es postergación

una franja inestable
……………….que se expande
……………………y se contrae
para que la pausa
no sea permanencia

Liliana Souza - Avellaneda, provincia de Buenos Aires

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Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez.
René Descartes

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David Fernández Rivera

Cuando se pierde la palabra

No podía caminar
y en silencio, caminaba.

Las calles de Pontevedra
estrenaban con sus máscaras
el misterio de una noche
que hundiría mi garganta.

Y yo buscaba tu voz
en la fiebre de las aulas.
Aunque temí no encontrarte,
allí perdí la palabra.

No podía caminar
y en silencio, caminaba.

En la rutina de clase
te perdía en mi ventana.
Sé que podía atraparte
aunque tú no me miraras.

Mas no pude, o no quise
y rompí todas tus cartas.
Huí de la facultad;
me oculté de la palabra.

No podía caminar
y en silencio, caminaba.

Llegaban tiempos difíciles
y no veía tu cara.
Ya no había horizonte,
tampoco sueños al alba.

Tu recuerdo estaba en mí,
en mis continuas veladas,
aquellas noches sin luna
donde perdí la palabra.

No podía caminar
y en silencio, caminaba.

David Fernández Rivera – Vigo, Pontevedra, España
http://www.lasombradelmembrillo.com
http://www.circulodeescritores.com

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El hombre nace libre, responsable y sin excusas.
Jean Paul Sartre

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María Delia Minor

Cuento Allí, en el bar

Él se encontraba en el bar. Sentado en la misma mesa de siempre, la más alejada de la vidriera, ése era el mejor lugar para observar sin ser observado. Desde ahí veía la entrada, el mostrador de madera antiguo donde estaba Manuel, el dueño del lugar desde que él recordaba, con su camisa blanca de corbata moño que le daban un aspecto atemporal.
No sabía por qué, pero se sentía tan a gusto, tan seguro. Le parecía que el día no existía, que no había un antes o un después. Tenía la impresión que su vida comenzaba y acababa en ese sitio.
Cada tarde, sin variar, miraba las personas que entraban e imaginaba una historia para cada una, les creaba un pasado, una familia, amantes, novios, encuentros secretos. Así se sucedían los días esperando que llegase el momento de volver a su mesa de siempre a crear historias.
Una tarde la vio por primera vez, era joven, delgada, pelirroja, de tez tan blanca que parecía transparente. No pudo dejar de mirarla. La miraba sin que ella lo viera. La miraba como no había mirado a nadie. La miraba y sentía algo extraño, algo que lo inquietaba pero que le gustaba sentir. Cuando ella se levantó dirigiéndose a la puerta pensó en hablarle pero no se animó. Al verla desaparecer en la oscuridad se sintió solo, triste, arrepentido por su cobardía, pero volvería e igual que él ocuparía siempre el mismo lugar. No sabía muy bien por qué o para qué pero había decidido seguirla, necesitaba saber algo más.
La vio entrar, sentarse en el lugar de siempre, pedir un café y esperar, simplemente esperar con la mirada perdida en la calle. Mirando sin ver a nadie.
Cuando se levantó, él también lo hizo pero al llegar a la puerta ella ya no estaba, había desaparecido.
Fue por esos días de angustia que escuchó a Manuel hablar con varios clientes sobre un fantasma que rondaba el bar esperando a su amor que nunca llegaba, creyó que era ella, que venía a esperar a su enamorado día tras día sin saber que él nunca vendría, sin saber que se encontraba condenada por toda la eternidad.
Se desesperó imaginando la manera de poder contactarse con esa misteriosa mujer, cuando lo vio a Manuel señalar hacia su mesa diciéndole a un cliente:
-Allí, en esa mesa vacía, el pobrecito esperaba todas las tardes a su amada.

María Delia Minor - Buenos Aires

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Si en tus recuerdos ves algún día
entre la niebla de lo pasado
surgir la triste memoria mía
medio borrada ya por los años,
piensa que fuiste siempre mi anhelo…
José Asunción Silva (tomado de Ñusleter)


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Norma Etcheverry

2-

Dicen que soy Cursi
Lo soy? pregunta en el espejo
De la letra deformante
Y se ratonea con Alan Pauls
No soy Nadie
Sylvia tampoco fue Sylvia antes de hacer
Plaff.
Moriré piensa
En la incertidumbre
Como cualquier otra molécula
en las aguas del Mar Muerto.

4-

Junto mis huesitos
en la hoguera de las vanidades
porque según la abuela Jana
nadie teje con agua del propio río
Nadie cruza él mismo
a nado el fuego
Nadie nada sabe
de las cosas que realmente
pasan en el mundo.
Tengo un esqueletito
que brilla en la noche
y me alumbra
Voy tras él
veré de reunirme con mi espalda
Huesito quemado y ceniza
seré carbón tizne tinta
hilo sin hilar
haré crochet con las memorias
de mi origen.

De La ojera de las vanidades

Norma Etcheverry - La Plata, provincia de Buenos Aires
Editora de Diagonal ConVerso: http://www.diagonalconverso.blogspot.com

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Antes de poner en duda el buen juicio de tu mujer, fíjate con quien se ha casado ella.
Proverbio egipcio


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Guillermo Medina

Faena de resistir

Enciendo la poesía
con las últimas astillas de soledad
para comulgar con lo imposible.
Mientras el mundo arde en mi horizonte,
me aferro al cielo de sus luces,
sostenido en el sudor, su universo.
Un sinfín de ojos y oídos taciturnos.
Vuelo de golondrinas migratorias.
Hálito de libre condena
que desafía el paraíso.
El fuego es calor en la tribu.
Esperanza es poesía.
Esperanza, escéptica esperanza.

Dolor de regreso

Lágrima de democracia.
Arruinados laberintos,
clandestinos y burócratas.
El pasillo de la espera.
Mascullando el cemento:
“mala suerte y paciencia”.
Un sol metálico brilla en la tarde
se hace a un niño,
que nada pide,
ni hace cola
en un tacho de basura.

Sola

Supo llorar.
Estallar los cristales.
Susurrar en silencio,
palabras rotas con la soledad
Correr,
……………….correr,
……………….……………….correr.
Supo volver, oportuna
agendar ocasiones perdidas.
Tantos desencuentros,
que no supo más.
Supo arrojar el desorden,
juntarlo en el cesto
de su antología.
Bailar los deseos.
Perder el origen.
Echarse de espaldas.
Sonreír
y volar.

Poemas del libro Confines y afectos

Guillermo Medina - Nació en General Roca (Río Negro) y actualmente reside en Haedo (Buenos Aires)


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Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría.
Albert Camus

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José Víctor Martínez Gil

Cazador

El hombre se disfrazó de flor para cazar la mariposa, y la cazó. El alacrán se despojó lentamente de su disfraz de mariposa, y cazó al hombre.

Miseria

Aquel día el pan le fue más amargo que el café. Eran fantasmas.

Traición

La bala decidió estallar dentro del arma.

De Máscaras, Colección Gaviotas de Azogue, Cuentos hiperbreves inéditos

José Víctor Martínez Gil - México

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El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va.
Antoine de Saint Exupéry


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