miércoles, 6 de febrero de 2008

Antonio Cruz

Como me considero un buen psicólogo, decidí socorrerlo

En cuanto lo vi en el puente con la mirada perdida y el rostro confuso supe que necesitaba ayuda. Como me considero un buen psicólogo, decidí socorrerlo.
Me acerqué, le ofrecí un cigarrillo y nos quedamos conversando largas horas apoyados en la baranda.
Ya casi amanecía cuando apreté el gatillo. Aguanté el cuerpo con el hombro y disparé por segunda vez a su cabeza. Luego, con un empujón, lo tiré al río.
Me alejé con paso sereno y la satisfacción del deber cumplido. No hay nada que me ponga más contento que ayudar a los suicidas indecisos.

Seleccionado en el Festival de Cuento Breve Latinoamericano, Revista LEA, año 2004

Sueño

Despierta empapado en transpiración y con el corazón desbocado. Acaba de tener un sueño espantoso. Soñó que la muerte llamaba a su puerta. Todavía aterrado y temblando camina hacia la cocina, abre la heladera y se sirve un vaso de agua. Agradece el haber despertado.
En ese momento alguien llama a su puerta.

Seleccionado por la Universidad de Tucumán para su “Panorama del Microrrelato en el Noroeste Argentino”

Penélope

Mientras teje de manera monótona piensa en lo que ha sido su vida. Un inmenso páramo de soledad y aburrimiento.
Desde que ella recuerda lo único que ha hecho es tejer.
Le hubiese gustado tener hijos. Con ellos se sentiría más acompañada.
Pero está sola.
Agobiada, deja el tejido y se dispone a dormir.
Despierta sobresaltada y sintiendo su carne invadida. En su confusión tiene un instante de lucidez para darse cuenta que además de su miedo siente un extraño y cálido placer que estremece sus entrañas. Y lo disfruta.
Al momento siguiente vence su instinto. Atenaza al intruso con fuerza inaudita mientras muerde con furia escalofriante. El temerario asaltante se debate en desesperada agonía.
Apenas un relámpago de tiempo y los movimientos convulsivos cesan. El atacante está inerte, inmóvil, muerto.
Toma conciencia de lo que acaba de hacer.
Pero no siente remordimientos ni repulsión.
Sin un gesto de repugnancia arrastra el cadáver mientras comienza a babear adelantando el festín que se dará en un rato.
Sin remordimientos.
Sin arrepentimientos.
Sin culpas.
Al fin de cuentas, lo único que hará es cumplir con una ley natural.
Todas las arañas de su género matan a los machos durante la cópula y luego los devoran.

Editado en el anuario del taller literario “Abrapalabra”, año 2001

Antonio Cruz – Santiago del Estero
http://antoniocruz-poetaynarrador.blogspot.com/

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Tu mente responderá más preguntas si aprendes a relajarte y esperar por la respuesta.
William Burroughs

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