viernes, 3 de agosto de 2007

Eduardo Planas

Dolores

Preguntaron si algo me duele.
Dije que no, pero no fui sincero.
Me duele el odio, la discriminación, la injusticia social
y, sobre todo, el horror de la guerra, la inocencia vulnerada.
Podría agregar: la mediocridad general, la indiferencia,
el egoísmo, “la tristeza del metro, las aceras y los supermercados”, la rutina

y la carencia de ideales, el resentimiento, pero sería agregar mayores pesares.
Dolores ajenos me duelen,
Aquellos de Junio y de Marzo, por ejemplo,
y algunos propios:
la impotencia del sufrimiento de seres queridos,
el no poder cambiar algunas cosas, el no haber logrado otras,
el no poder evitar que sucedan.
Y algunos logros: el no hacer perdido la capacidad de asombro, los amigos abrigo, los afectos más cercanos,
el tener más dudas que certezas,
la música
“melancólico alimento para los que vivimos del amor”, (Julito dixit)
y la literatura, verdadero refugio del alma.
Pero para cambiar vertiginosamente de tema,
como se cambia de casilla en una especie de una Rayuela virtual
(¿llegaremos alguna vez al Cielo?)
quisiera preguntarte si sabes algo
de un tal Libra Ezra Pound?

Agosto 2004
Publicado en Boletín Basta Ya! 2005



El genoma y los Dióscuros

Qué importa lo que diga el genoma
si los Dióscuros sólo ellos saben, sólo ellos. Ellos sólo saben…
Es como el árbol: la raíz y el tronco es el mismo,
son las ramas las que son distintas, las que se diversifican.
las que “parecen” separadas.

La marca de nacimiento,
la política, la literatura y la música,
fulano o mengano, Borges o Cortázar,
Beethoven o Mozart,
contradicciones aparentes.
Los juegos infantiles,
aquel reloj bajo la piedra,
la infancia compartida, el nunca estar solo,
las conversaciones nocturnas interminables,
las mil y unas por todos lados,
la confusión de los parientes,
los amigos y las gentes, la misma ropa y
los saltos ornamentales, el derecho y la pasión
puestas por igual.
Los mismos dolores
aunque de distinta forma expresados,
las voces escuchadas que sólo ellos saben que
existen, sólo ellos saben.

El mismo humano corazón,
y el interés por el acontecer diario
aunque aquél un poco a la derecha
y el otro un poco a la izquierda,
como dos partes de una misma cosa,
¿espejos?,
dos caras de la misma moneda,
dos formas del mismo sentir, del pensar,
del padecer, y de la misma alegría también.

Agosto 2004
Publicado en el libro Matices y Pasiones, Editorial Dunken, marzo 2006


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La Esfinge castigaba a quienes respondían equivocadamente a sus preguntas. Aquéllos que supieron responder "no sé" pasaron adelante, sanos y salvos.
Enrique Anderson Imbert

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1 comentario:

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